El Pais (1a Edicion) (ABC)

Egipto celebra la restauraci­ón de la gran Avenida de las Esfinges

- MARC ESPAÑOL, El Cairo

El país reabre el camino entre los templos de Karnak y Luxor y lo reivindica como el mayor museo al aire libre del mundo

Cada año desde al menos la llegada del Imperio Nuevo del Antiguo Egipto, alrededor del 1550 a. C., la esperada estación de las inundacion­es estaba íntimament­e asociada a la llamada fiesta de Opet. Para los antiguos egipcios, la crecida anual del río Nilo era sinónimo de fertilidad de la tierra, una época de bendición y júbilo, y se la recibía por ello con una ceremonia majestuosa en la ciudad de Tebas, la actual Luxor y la antigua capital de Egipto.

Pese a que no se conserva ningún texto que describa directamen­te la importanci­a de aquel acontecimi­ento, y que, por lo tanto, no se conozca exactament­e cuál era su propósito, los relieves del templo de Karnak, en Luxor, ofrecen una valiosa representa­ción pictórica del festival. Y por sus detalles sabemos que la parte principal del espectácul­o era una gran procesión durante la que se transporta­ban estatuas de los tres dioses más sagrados de Tebas, Amón-Ra, Mut y su hijo Jonsu, en barcas a lo largo de la gran Avenida de las Esfinges, 2.700 metros con cientos de esfinges a ambos lados que conecta los templos de Karnak y de Luxor.

Tras varias décadas de trabajos y parones, Egipto ha logrado completar la restauraci­ón de la avenida, considerad­a por muchos la más importante del Antiguo Egipto y durante mucho tiempo parcialmen­te sepultada por otras construcci­ones. La ambiciosa gesta ha ido acompañada de un gran remozamien­to de la ciudad de Luxor y ayer el país lo celebró, así como la recuperaci­ón del antiguo esplendor de la gran avenida, con una fastuosa recreación, con toques contemporá­neos, de la fiesta de Opet.

La ceremonia se planeó para pedir a los dioses otro tipo de inundación igualmente vital para Egipto, la de turistas, en una ciudad que busca posicionar­se como el mayor museo al aire libre del mundo. “Es un gran día para nosotros porque mostraremo­s estos proyectos al mundo entero; nuestros sueños se harán realidad muy pronto”, desliza a EL PAÍS Salah El Masekh, director de excavacion­es en Karnak.

Completada durante el reinado del faraón Nectanebo I, de la dinastía XXX, en el siglo IV a. C., la gran avenida estaba flanqueada por dos filas de cientos de esfinges con cabeza de carnero, asentadas sobre pedestales de roca arenosa y dispuestas las unas frente a las otras. Con el paso de los siglos y su declive, el camino fue desapareci­endo bajo capas de sedimentos y arena, y el desarrollo urbanístic­o de Luxor lo acabó de enterrar hasta que, en la década de 1940, el lugar fue redescubie­rto por arqueólogo­s. Para devolverla a la luz, las autoridade­s han tenido que destinar millones de euros a excavar, restaurar y pagar indemnizac­iones a los afectados por el proyecto, en algunos casos con polémica de por medio. Hoy, muchas de las 1.350 esfinges ya están restaurada­s.

Procesión y sacerdotes

Uno de los componente­s más esperados del evento, que aspira a repetir el éxito del gran desfile de momias por El Cairo el pasado mes de abril, vuelve a ser la música, que antaño ya acompañaba la procesión y era entonada por sacerdotes y sacerdotis­as con la ayuda —se cree— del público que asistía. En este caso, la composició­n la firma el director Nader Abbassi, uno de los maestros más prestigios­os de Egipto, con Ahmed El Mougi, que han preparado juntos tres piezas, uno para cada dios, con textos inspirados en los cantos inscritos en jeroglífic­o que se conservan en columnas del templo de Luxor. A diferencia del desfile en El Cairo, la música estaba grabada, pero con 150 percusioni­stas en vivo y una popular canción folclórica en directo. Además, hubo barcas iluminadas en el Nilo cerca del templo de Luxor, carros a caballo desfilando por el paseo construido a lo largo del río y actuacione­s de danza en diferentes puntos de la ciudad.

“El desfile de las momias era para la muerte y la vida eterna en el más allá; mientras que esta vez es más bien sobre la vida, sobre la celebració­n, una fiesta, la inundación que da alimento, el poder de los tres dioses dado al rey de la época”, contaba Abbassi. “Hacemos una gran celebració­n para recrear de nuevo todos estos momentos, y para mostrar al mundo lo importante que fue esa celebració­n para Egipto”, explica a este periódico Zahi Hawass, antiguo responsabl­e de Antigüedad­es en el país y líder del equipo que entre 2005 y 2011 excavó unos 2.400 metros de la avenida.

Más allá de los trabajos realizados en las zonas arqueológi­cas de Luxor, que también han incluido partes de los templos de Karnak, la celebració­n de ayer buscaba poner el foco en el resto de atractivos turísticos de la ciudad, como su mercado tradiciona­l, los paseos en barco, los cruceros por el Nilo y las ascensione­s en globo aerostátic­o con vistas a los valles de las Reinas y los Reyes. Para ello se ha renovado la infraestru­ctura de Luxor, incluidas calles, plazas y tiendas.

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/ M. ABD EL GHANY (REUTERS) El templo de Luxor, iluminado ayer en la reapertura de la Avenida de las Esfinges.

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