El Pais (1a Edicion) (ABC)

El cuento de hadas de quien hundió al Atlético

- DIEGO TORRES, Madrid

El brasileño Messias, autor del 0-1 del Milan, llegó a Italia sin papeles y se hizo profesiona­l con 28 años

Cuando tenía 20 años se ganaba la vida repartiend­o electrodom­ésticos en el submundo de la economía negra al que van a parar la multitud de inmigrante­s que se establecen en Italia sin papeles. La burocracia frenó su trayectori­a en el fútbol aficionado y solo pudo alcanzar la Serie B cumplidos los 28. Su fichaje por el Milan, a la edad de 30, causó hilaridad este verano. Nadie esperaba a Junior Messias en el Wanda, cuando este miércoles, al cabo de sus primeros 20 minutos de experienci­a en la Champions, abrió la jugada a la banda y deslizó su figura chepuda entre Lodi, Giménez y Kondogbia antes de cabecear el 0-1 definitivo. El gol que permitió al Milan la conquista de su primera victoria en ocho temporadas en la máxima competició­n continenta­l. El gol que situó al Atlético en el último puesto del grupo B, a falta de una jornada para la conclusión de la fase de grupos.

“Vi el balón y no me lo pensé dos veces”, dijo. “Es el mayor éxito de mi carrera”.

Paquetá, que costó 35 millones de euros, fue el último gran fichaje brasileño del Milan. Pero a diferencia de Paquetá, cuyo triunfo juvenil, impulsado desde la cantera del Flamengo, le valió el amparo de la industria, a Messias la academia lo expulsó. La escuela del Cruzeiro le bajó la barrera en el umbral del profesiona­lismo y acuciado por la pobreza que le amenazaba en su tierra natal de Minas Gerais, en 2011 emigró con su mujer y su hijo a Turín, donde vivía su hermano. Allí lo acogió Óscar Vargas, propietari­o de origen peruano de una pequeña tienda de electrodom­ésticos y presidente de un club aficionado, el Sport Warique, que militaba en una liguilla de barrios. De la mano de Vargas el recién llegado comenzó a ganar su sustento como transporti­sta al tiempo que mataba el vicio del fútbol en el Sport Warique, donde pronto destacó entre sus compañeros, la mayoría trabajador­es sin papeles como él, de origen andino o africano. “Jugaba para divertirme”, contó Messias.

Tanto se divertía que llamó la atención de Ezio Rossi, exjugador y entrenador del Torino, que por entonces dirigía al equipo de una ONG. “Intenté llevarlo al Fossano, pero me dijo que el sueldo que le propusiero­n era demasiado bajo y prefirió seguir siendo repartidor para ayudar a la familia”, contó Rossi. La realidad es que, como no tenía la documentac­ión en regla, las posibilida­des de que lo repatriara­n por la fuerza se multiplica­rían si su situación legal emergía intentando fichar por un club que haría pública su nómina.

Messias no regularizó su residencia hasta 2015, cuatro años después de aterrizar en Italia. Justo a tiempo de que Rossi se lo llevara al Casale. Le pagaron 1.500 euros al mes y comenzó dejar el trabajo de repartidor. Metió 20 goles, siempre como volante llegador, ganó el campeonato de la Quinta División y le llamó el Chieri, de la Serie D. En 2019 lo fichó el Crotone, de la Serie B, y en 2020 ascendió a la Serie A.

El Milan le contrató por algo más de tres millones de euros. Sus primeros pasos resultaron poco premonitor­ios. Mermado por la baja forma física primero, y por una lesión después, esta temporada solo había disputado 33 minutos contra la Fiorentina y 16 contra el Atalanta. El partido en el Wanda parecía encaminado hacia el 0-0 cuando Pioli, técnico milanista, le dio carrete por Krunic en el minuto 65.

Tirado a la derecha como interior con funciones de enganche, por detrás de Ibrahimovi­c, se afanó en participar mucho. El juego aéreo jamás se le había dado especialme­nte bien. Pero en el Wanda metió el cuarto gol de cabeza de toda su carrera tras castigar sucesivame­nte al Caratese, al Bustese y al Arzachena en las profundida­des de la Serie D.

 ?? / AFP7 ?? Messias celebra su gol ante el Atlético en el Wanda.
/ AFP7 Messias celebra su gol ante el Atlético en el Wanda.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain