Los trabajadores del metal en Cádiz apoyan el acuerdo y ponen fin al paro
La actividad regresa a lo habitual, aunque los sindicatos minoritarios rechazan el pacto
Las calles de Cádiz amanecieron ayer con una estampa bien distinta a la de los últimos nueve días: ni piquetes informativos, ni barricadas ardientes, ni cargas policiales a golpe de pelotazos de goma y tanqueta. El pacto alcanzado al final de la noche del miércoles entre patronal y sindicatos del sector del metal se tradujo en la vuelta a la normalidad en los principales centros de trabajo, después de que UGT y CC OO desconvocaran la huelga indefinida con el aval “de la mayoría”, según aseguraran ambas organizaciones en un comunicado. Con todo, las fuerzas minoritarias CGT y CTM mostraron su rechazo a lo que han denominado un “acuerdo de migajas” y piden continuar con el paro, aunque reconocen que no saben precisar cuántos trabajadores optaron por seguir su llamamiento a la huelga.
A primera hora de ayer, la actividad volvió a lo habitual en los 6.000 centros de trabajo que aglutinan a 30.000 trabajadores en la provincia —según datos de la patronal—, después de que las condiciones del nuevo convenio fueran aprobadas por la mayoría de las distintas asambleas. Así ha ocurrido, por ejemplo, en las tres factorías que Navantia tiene en Puerto Real, Cádiz y San Fernando, según confirmaron fuentes de la compañía. De madrugada, los delegados de UGT y CC OO —sindicatos mayoritarios y negociadores en la mesa— aprobaron por amplia mayoría el fin de las movilizaciones.
La letra pequeña del acuerdo entre patronal y sindicatos se trasladó ayer a los trabajadores. El nuevo convenio tendrá una duración de tres años y culminará al final de 2023, aunque tendrá una “ultraactividad ampliada de dos años desde su vencimiento”, tal y como recoge el documento al que ha tenido acceso EL PAÍS. Esa ha sido una de las cesiones de los sindicatos, que buscaban un pacto de un solo año de duración. A cambio, los empleados han conseguido una actualización salarial del 2% anual en ese periodo y con carácter retroactivo desde el 1 de enero de 2021, fecha del fin del anterior acuerdo. Una vez se conozca el IPC real de este año —en octubre fue del 5,4%—, se contempla actualizar las tablas salariales con el 80% de la diferencia entre ese IPC y el 2% pactado, aunque sin que esa actualización genere atrasos.
En la práctica, supondrá que, a primeros de 2022, a los trabajadores fijos se les actualicen los salarios con una subida del 4,4%, si los precios de consumo se mantienen en el 5,4% actual. Esa fórmula
Ambas partes admiten haber cedido en la negociación
El nuevo convenio colectivo culminará a finales de 2023
de compensación del 80% de la diferencia entre lo pactado y el IPC se mantendrá para los siguientes años, aunque reconociendo la retroactividad de ese porcentaje. Si el 1 de enero de 2024 existiese alguna disparidad entre la subida del 2% y el IPC de entonces, la patronal se compromete a reconocerlo en las tablas salariales a partir de ese momento y como “base al siguiente convenio”. La inclusión de la carestía de la vida en el acuerdo era uno de los caballos de batalla de los sindicatos y de mayor fricción con la patronal, hasta el extremo de que ha sido el principal motivo que ha llevado a que la huelga se extienda durante nueve días.
El pacto supone también la creación de una comisión de seguimiento entre patronal y sindicatos que se reunirá cada tres meses para analizar el grado de cumplimiento de lo pactado. Esa nueva figura será clave para los empleados eventuales, uno de los problemas de un sector marcado por la temporalidad de buena parte de sus trabajadores. Para ellos, el convenio solo recoge la subida del 2%, sin el mecanismo de compensación, dada la complejidad de reconocerle un cálculo retroactivo por un año completo, cuando solo están de alta unos meses. Sin embargo, la comisión servirá para controlar “la eventualidad y, en particular, el control horario, las horas extras y el abono de los atrasos” que se hayan podido generar en esas subidas del 2%, tal y como recoge el acuerdo y confirma Juan Linares, secretario de Industria de CC OO en Cádiz.
Ambas partes asumen haberse dejado fuera algunos aspectos en unas negociaciones que han sido especialmente duras e intensas, aunque se muestren satisfechas con lo logrado. Mientras la calle ardía fuera, la Federación de Empresarios del Metal (Femca) acabó por descartar los recortes económicos que planteó en el inicio y que soliviantaron a una plantilla que ya venía de sufrir pérdidas en los dos anteriores convenios, según denunciaron estos días muchos de los manifestantes. Por su parte, UGT y CC OO asumen que la actualización al IPC no será tan inmediata como pretendían, pero sí parecen conseguir a la larga que el trabajador mantenga el poder adquisitivo, una de sus máximas principales.
Pero no lo ven así los sindicatos CGT y CTM, ausentes en la mesa de negociación al no contar con representación. Ambos publicaron un duro comunicado en el que aseguran estar ante un “acuerdo de migajas” que supone una merma en los salarios.