El Pais (1a Edicion) (ABC)

Daimiel se rebela contra la ganadería superinten­siva

El Ayuntamien­to popular de la localidad castellano-manchega prohíbe instalar superexplo­taciones de cerdos

- ELENA SAN JOSÉ Daimiel (Ciudad Real)

Julián García de la Galana, de 72 años pasea por su finca, en Daimiel (Ciudad Real), y a su alrededor todo es silencio. “Me gusta venir todos los días desde el pueblo a plantar mis hortalizas”, comenta este jubilado, que solía regentar un pub en el centro de la localidad, de 18.000 habitantes. A menos de un kilómetro, saltan a la vista las instalacio­nes de la granja apícola que estuvo a punto de convertirs­e en una macrogranj­a de cerdos. “Si se hubiera aprobado, todos los que teníamos casas alrededor las tendríamos que haber abandonado”, afirma. La más cercana de la centena de viviendas de alrededor está a unos 200 metros, y las naves apenas distan dos kilómetros del casco urbano. El promotor de la granja, de la empresa murciana Bibiano y Cía, presentó en julio de 2018 una solicitud para transforma­r la explotació­n apícola en una porcina intensiva, pero el Ayuntamien­to y la movilizaci­ón popular paralizaro­n el intento.

“Además de los malos olores, para el suelo y el acuífero es criminal”, se indigna Julián. Se refiere al acuífero Sistema 23, asentado sobre más de una veintena de municipios de la región, y al Parque Nacional Tablas de Daimiel. Ya en 2014, la Confederac­ión Hidrográfi­ca del Guadiana calificó las aguas subterráne­as de Daimiel y del acuífero “zona de riesgo de no alcanzar el buen estado”, y clasificó la calidad general de las aguas como “inadmisibl­e”. Ante la posibilida­d de que la situación empeorase con el macroproye­cto, Varios vecinos más de la zona constituye­ron, en 2020, la organizaci­ón Stop Macrogranj­as de Daimiel. “La pandemia hizo que las movilizaci­ones fueran sobre todo simbólicas”, expone María Antonieta Martín, portavoz de la agrupación. Sin embargo, la campaña tuvo una gran acogida popular y se consiguió reunir más de 5.000 firmas. El proyecto porcino también se encontró con la oposición de los tres grupos del Ayuntamien­to, PP —que gobierna con mayoría absoluta— PSOE e IU.

“La solicitud era para instalar 1.980 cabezas de cerdo, y eso nos puso en alerta porque en las naves cabían más de 4.000”, argumenta Javier Fisac, concejal popular de medioambie­nte. La barrera de las 2.000 es clave, porque el procedimie­nto por encima de ese umbral requiere más documentac­ión y mayores garantías, que el promotor no ofreció, por lo que el expediente se archivó.

Posteriorm­ente, en diciembre pasado, el consistori­o modificó el planeamien­to urbanístic­o para evitar que en el futuro otra granja tuviera más éxito. Tras el visto bueno de la Junta, la nueva normativa entró en vigor el pasado 23 de diciembre. Daimiel se convirtió así en el primer municipio en prohibir este tipo de instalacio­nes.

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/ DAVID EXPÓSITO Finca de Daimiel donde una empresa porcina pretendía instalar una macrogranj­a.

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