El ataque de Sunderland, la fiabilidad de Al-Attiyah
El británico se impone en el Dakar con una moto española de la fábrica GasGas. El catarí celebra en coches su cuarto Touareg
de velocidad al final de la especial que retrasara su posición de salida. Lo hicieron mal: la sanción afectó solo a su clasificación en la general. Así, Joan Barreda, que salió tercero, acabó abriendo pista y cediendo casi media hora en la jornada clave, la del jueves.
El que triunfó, sin embargo, fue Sunderland. Tomaba la salida desde la 17ª posición. Impulsado por su sensacional velocidad, logró una remontada triunfal. De nuevo líder, salió a la última etapa ayer con siete minutos de margen sobre Pablo Quintalilla (Honda), segundo, y Walkner (KTM), tercero.
Ese sería el podio final de un Dakar en el que la fábrica austríaca KTM, que adquirió GasGas en 2019, ha recuperado el poder en el Rally Dakar. Dominadora durante años de la categoría de motos, la japonesa Honda se impuso en las últimas dos ediciones, ambas disputadas en tierras árabes. Esta vez, y pese a tener muy bien colocados a algunos de sus pilotos, como el chileno Quintanilla o el español Barreda (terminó quinto, a 25 minutos del ganador), el equipo Honda fracasó en la planificación de la estrategia, todo lo contrario que KTM.
En coches, volvió a triunfar Nasser Al-Attiyah. Tras un Dakar en el que apenas cometió errores, sin incidentes ni grandes tropiezos, el catarí, de 51 años, ganó su cuarto Touareg. Llegó a la meta en 19ª posición, a casi ocho minutos del ganador, Henk Lategan (Toyota). Pero su margen al frente de la clasificación era tanto, de más de media hora, que podía permitirse hacer esa última y corta etapa, de apenas 164 kilómetros, sin pisar demasiado el acelerador.
Perderse entre pistas
Ganó en el desierto saudí por vez primera después de los éxitos recientes de Carlos Sainz y Stéphane Peterhansel en 2020 y 2021, respectivamente. Dos rivales que quedaron eliminados de la ecuación en la primera etapa.
Mientras el catarí, magnífico al volante de su Toyota, y muy bien guiado por su copiloto Matthieu Baumel, superaba la primera especial cronometrada sin mayores dificultades, muchos de sus contrincantes se perdían entre pistas, roderas de motos en la dirección equivocada y el nerviosismo de saberse perdiendo tiempo a las primeras de cambio.
Uno de esos pilotos fue Carlos Sainz. El madrileño perdió dos horas en esa etapa inicial. Y aquello sentenció su Dakar. También Peterhansel quedó fuera de la carrera aquel día. Tuvo un accidente y en el golpe arrancó la transmisión trasera de su coche. Desde entonces, no hubo nadie, ni siquiera Sebastien Loeb (segundo), que pudiera presionar y poner nervioso a Al-Attiyah. La exigencia de sus rivales fue mínima. Y los errores cometidos por el catarí en esas doce etapas también.