Mejor no tocar los misterios galácticos
Hay cosas sobre las que es mejor no tener más información. En la vida, en la amistad, en el amor y en el arte. ¿Deberíamos saber lo que hizo Heathcliff cuando desapareció en Cumbres borrascosas durante varios años y regresó convertido en un potentado o resulta mejor mantener el misterio que Emily Brontë ocultó en su novela? Se intentó relatar aquellos años en un libro-continuación y fue un fracaso. Algo parecido ocurre con el cazador de recompensas Boba Fett y el planeta Tatooine en la nueva entrega del llamado “universo expandido de Star Wars” (en algunos casos, la expresión “estirar el chicle” sería bastante más adecuada). El libro de Boba Fett (Disney+), la serie de la que ya se han emitido tres capítulos, revela un misterio que era mucho mejor mantener oculto.
En realidad, ni siquiera es una continuación de la saga de La guerra de las galaxias, aunque su punto de partida sea la pelea para rescatar a Han Solo congelado en carbonita con la que arranca El retorno del Jedi, uno de los momentos más brillantes y divertidos de la trilogía original de George Lucas. Se trata de un intento de aprovechar el éxito de la serie The Mandalorian, que muchos fans consideran el mejor producto que ha surgido de la factoría Star Wars, a cargo del mismo creador, Jon Favreau.
En ambos casos, el protagonista es un cazador de recompensas mandaloriano —una de las muchas tribus o razas que habitan la galaxia en los oscuros tiempos de la guerra entre la alianza rebelde y el imperio—. La diferencia reside en que Pedro Pascal no se quita el casco de ninguna manera en The Mandalorian y logra llenar a su personaje de un halo de misterio en el que se cruzan el wéstern —es uno de esos héroes reluctantes tan propios del cine del Oeste que se resiste a cumplir una misión salvadora que el destino le ha encomendado— con Indiana Jones, porque es también un filme clásico de aventuras. En Boba Fett, Temuera Morrison se quita el casco siempre que puede y, con él, desaparece gran parte del encanto de su personaje como una especie de Sansón sometido a un corte de pelo militar. Que no haya ninguna criatura parecida a Baby Yoda en la segunda serie tampoco ayuda mucho a que se enganchen los espectadores.
Boba Fett es un personaje muy secundario de la trilogía original, compuesta por La guerra de las galaxias, El imperio contraataca —en la que aparece por primera vez—, y El retorno del Jedi, donde en teoría moría devorado por un monstruo de la arena con una digestión de mil años llamado Sarlacc. Forma parte, claramente, del equipo de los malos: es contratado por Darth Vader para capturar a Han Solo, algo que consigue porque es el mejor cazarrecompensas de la galaxia. Lo congela en carbonita y se lo entrega a Jabba el Hutt, una criatura viscosa y perversa y una especie de gánster galáctico que domina los bajos fondos del planeta Tatooine.
Temuera Morrison se quita el casco siempre que puede y, con eso desaparece el encanto
No ayuda a la ficción que no haya ninguna criatura parecida a Baby Yoda