El Pais (1a Edicion) (ABC)

“Me esforzaré en seguir el ejemplo de mi madre”

Carlos III fue proclamado rey en una ceremonia solemne en la que prometió “defender el Gobierno constituci­onal”

- R. DE M., Londres

Por primera vez se vio en todo el mundo el ritual del Consejo de Ascensión

A medida que una monarquía se vuelve más democrátic­a, necesita más la ceremonia y la pompa. Lo dijo Walter Bagehot, la referencia canónica para entender la estructura constituci­onal del Reino Unido, y lo entendiero­n de inmediato Isabel II, y ahora Carlos III. La fallecida reina rompió moldes al permitir que las cámaras de televisión retransmit­ieran su ceremonia de coronación, en la abadía de Westminste­r. Su hijo repitió ayer la estrategia, y los británicos —y el resto del mundo— pudieron ver, por primera vez en la historia, el ritual desplegado en el palacio de Saint James por el Consejo de Ascensión para proclamar formalment­e un nuevo rey.

“Soy profundame­nte consciente de la gran herencia [recibida de Isabel II] y de los deberes y enormes responsabi­lidades que conlleva ser soberano, que ahora recaen sobre mí. Al asumirlas, me esforzaré en seguir el ejemplo inspirador de mi madre”, afirmó Carlos III en el Salón del Trono del palacio.

Todo había comenzado 10 minutos antes, en la Galería de las Pinturas del edificio. El Consejo de Ascensión es una institució­n con siglos de antigüedad, que concentra a personalid­ades relevantes del país. Forman parte de él el nuevo príncipe de Gales, Guillermo de Inglaterra, y la nueva reina consorte, Camila, pero también la primera ministra, Liz Truss, ex primeros ministros como Boris Johnson, Theresa May, David Cameron, John Major, Tony Blair o Gordon Brown —todos presentes en el acto—; los principale­s miembros de la Iglesia anglicana de Inglaterra; representa­ntes de la magistratu­ra, de la Cámara de los Lores y de la de los Comunes; figuras notables de los distintos territorio­s de la Commonweal­th y las principale­s autoridade­s de Escocia, Gales e Irlanda del Norte.

Penny Mordaunt, la política conservado­ra que compitió durante la primera fase de las primarias por hacerse con el liderazgo del partido, ocupa hoy el puesto —con rango ministeria­l— de líder de la Cámara de los Comunes [similar al ministerio de Relaciones con las Cortes español], y también el de lord presidente del Consejo de Ascensión. Fue ella quien dirigió una ceremonia cargada de solemnidad­es y fórmulas con un lenguaje arcaico.

Solo después del anuncio de la muerte de Isabel II, y de la proclamaci­ón formal de su sucesor, todos los presentes se trasladaro­n a la Sala del Trono para escuchar

El monarca garantizó la independen­cia de la Iglesia de Escocia

al nuevo rey. “Defenderé el Gobierno constituci­onal y perseguiré la paz, armonía y prosperida­d de los pueblos de estas islas, de los territorio­s de la Commonweal­th y de los territorio­s de todo el mundo”, proclamó Carlos III. “Para ello, sé que me sostendrá el afecto y la lealtad del pueblo del que acabo de ser nombrado soberano”.

Todos los rituales previstos se cumplieron. Comenzando por el compromiso del nuevo monarca de defender la independen­cia de la Iglesia de Escocia. Carlos III será también el rey de esa nación, pero solo tiene la autoridad máxima sobre la Iglesia de Inglaterra.

Mordaunt fue leyendo todos aquellos asuntos que la sucesión de monarcas deja en suspenso, y necesitan la autorizaci­ón provisiona­l para seguir funcionand­o. Las tareas de Gobierno, el uso del sello real para determinad­os servicios públicos, etcétera. La ministra las enumeraba. El nuevo rey respondía, una y otra vez, “approved”, para dar su aprobación.

Cuando el secretario del Consejo de Ascensión leyó la proclamaci­ón,

y los presentes secundaron a viva voz su “God Save The King” (“Dios salve al rey”), varios de los testigos presentes, comenzando por el nuevo príncipe de Gales, Guillermo; la reina consorte, Camila; los arzobispos de Canterbury

y York y la propia Mordaunt firmaron los documentos de la ceremonia.

Trompetas reales, que en otros tiempos sonaron para reclamar la atención de los súbditos del reino, sonaron desde el

balcón del palacio de Saint James, frente la plaza abierta de Friary Court. Centenares de personas se habían congregado allí para presenciar un acto que tuvo lugar por última vez en 1952, sin que nadie entonces pudiera verlo. El rey de armas de la Orden de la Jarretera leyó desde el balcón la proclamaci­ón formal de Carlos III, antes de pedir a los miembros de la Guardia Real tres hurras por el nuevo monarca y de que sonara el himno nacional.

Un ritual similar de proclamaci­ón tuvo lugar, una hora después, en la City de Londres, el centro financiero de la metrópoli. Sigue siendo la zona de la ciudad donde el monarca está obligado —simbólicam­ente— a pedir permiso de entrada. El lugar donde está el dinero, donde debía acudir en busca de ayuda financiera para sus propósitos. La ceremonia, en este caso, tuvo lugar en un sitio tan significat­ivo como las escaleras de la Royal Exchange, la Bolsa londinense. También allí se ha escuchado la proclamaci­ón que da inicio a un nuevo reinado.

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/ K. WIGGLESWOR­TH (AFP) Los guardias Coldstream, ayer, en el patio de armas del palacio de Saint James
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JONATHAN BRADY (AFP) El príncipe Guillermo, la reina Camila y Carlos III, ayer en el Palacio Saint James.

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