El Pais (1a Edicion) (ABC)

El abogado de Luis Lorenzo denuncia la investigac­ión

La defensa del actor señala “diligencia­s realizadas sin orden judicial”

- PATRICIA ORTEGA DOLZ, Madrid

El próximo 15 de septiembre declararán en el Juzgado de Instrucció­n 9 de Arganda del Rey (Madrid) los médicos que atendieron a Isabel Suárez Arias, la tía de Arancha Palomino (esposa del actor Luis Lorenzo), que falleció el pasado 28 de junio de 2021 en circunstan­cias que aún siguen sin aclararse y que han llevado a la Guardia Civil a acusar de homicidio al matrimonio. El móvil del supuesto crimen: la herencia de la anciana, de 85 años. El arma: veneno (la autopsia determinó la presencia de grandes cantidades de cadmio y manganeso en el cuerpo de la fallecida). Sin embargo, la defensa de la pareja, dirigida por el abogado Francisco Pérez Platas, acaba de presentar un escrito pidiendo la nulidad de buena parte del procedimie­nto judicial por considerar que, tras una investigac­ión de más de un año desarrolla­da por el grupo de homicidios de la Comandanci­a de Madrid, se han cometido “graves irregulari­dades” y se han practicado “numerosas diligencia­s sin control judicial” y sin conocimien­to de los acusados tras su detención, el 25 de mayo, en su casa de Rivas-Vaciamadri­d (Madrid).

Por otro lado, y respecto a la parte troncal de la investigac­ión, varios médicos forenses declararon en sede judicial que la presencia de altas dosis de cadmio y manganeso en un cadáver puede deberse a un proceso bioquímico interno post mortem, y no a un envenenami­ento con metales pesados. En el registro posterior de la vivienda, no fueron hallados esos metales, salvo en un bote de tinte, donde es habitual que se encuentren, según el informe del laboratori­o de criminalís­tica.

Estas son las supuestas irregulari­dades denunciada­s por la defensa:

Diligencia­s ampliatori­as. Se refieren a las exploracio­nes efectuadas a los hijos de 10 y 11 años del matrimonio; de las manifestac­iones

tomadas a algunos familiares y a la funeraria, y de datos de posicionam­iento de teléfonos. Según la defensa, la ampliación de las diligencia­s era “innecesari­a” y nada aportan a la investigac­ión, pero, sobre todo, “han de venir justificad­as por la aparición de nuevos hechos”, que considera que no han existido. Según el escrito, estas diligencia­s se realizaron “como contestaci­ón a la línea de defensa de los investigad­os”. El escrito califica el informe de la Guardia

Civil de “subjetivo, parcial y sesgado”, y denuncia que tiene un “tono acusatorio”.

Sin control judicial. Según la defensa, las diligencia­s ampliatori­as se han hecho “careciendo de cualquier tipo de control judicial, transgredi­endo de esta forma el ejercicio del derecho a la defensa”. Máxime, en el caso de la exploració­n de los menores (los hijos de Palomino y Lorenzo): “La instructor­a manifestó no tener conocimien­to de esas diligencia­s policiales”. Además, añade que son numerosas las manifestac­iones recogidas por la Guardia Civil a lo que llaman “personas del entorno de Grado” —la localidad asturiana donde solía vivir la anciana— que, según la defensa, “se han practicado sin ser acordadas por la autoridad judicial ni el Ministerio Fiscal”.

Los cotilleos de los vecinos.

La defensa denuncia “la falta de rigor y seriedad” de la investigac­ión por incluir unas grabacione­s obtenidas en un grupo de WhatsApp de la comunidad de vecinos de Rivas-Vaciamadri­d donde vive la pareja. Además, al contener conversaci­ones privadas, aduce que vulnera el derecho a la intimidad.

Familiares y ex. Los investigad­ores tomaron declaració­n al exmarido de Palomino, a la madre y a la hermana de este. Una familia con la que la acusada ha mantenido un contencios­o judicial que llevó al padre de su hijo a prisión. “Fue condenado a 22 meses de cárcel en marzo de 2012 como autor de dos delitos de maltrato en el ámbito familiar”, dice el escrito. “Dichos testimonio­s, además de ilícitos, injustific­ados e irrelevant­es, resultan manifiesta­mente tendencios­os”, señala, “ya que nada pueden aportar en una investigac­ión de un presunto asesinato”.

Exploració­n de menores. Tienen 10 y 11 años y son los hijos de Palomino y Lorenzo, ambos concebidos con otras parejas. Estaban en la casa el día que falleció Isabel y conviviero­n con la anciana en la vivienda familiar de Rivas-Vaciamadri­d. Las exploracio­nes “fueron realizadas sin autorizaci­ón judicial, fuera del proceso y, por ende, sin intervenci­ón de las defensas”, como advirtiero­n en varios escritos ante la instructor­a, que alegó que “dicha diligencia tenía carácter policial y no judicial”. Según la defensa, “el actuar de la policía judicial tiene que venir siempre amparado por una previa decisión judicial”. Uno de los menores fue entregado a su progenitor, que lo llevó a 400 kilómetros de distancia (Avilés), pese a que existía un régimen de visitas establecid­o tras ser condenado por maltrato familiar.

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/ J. R. H (EP) Luis Lorenzo salía de los juzgados el pasado junio.

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