El Pais (1a Edicion) (ABC)

Las escandalos­as emisiones de los ‘jets’ privados

Los aviones de los más ricos ocupan el centro de la polémica y el debate climático en Francia por su contaminac­ión y el símbolo de desigualda­d que suponen

- CLEMENTE ÁLVAREZ, Madrid

ra hacer frente al impacto de la guerra de Ucrania…”, desarrolla­n desde el ministerio. Algunos grandes inversores en el sector renovable consideran que —pese a la enorme incertidum­bre normativa de los últimos meses— las metas podrían incluso duplicarse.

El cuello de la burocracia

“Antes de la crisis energética ya parecía que el Pniec se iba a quedar corto, pero, ahora, con la intención de Europa de pisar el acelerador, no hay dudas de que va a ser un incremento sustancial”, apunta Francisco Valverde, de la consultora Menta Energía. ¿Cuánto? “No lo sé. Pero hay un dato revelador: hay proyectos que suman 150 gigavatios (GW) de potencia que ya tienen permiso de acceso por parte de Red Eléctrica, y eso son varios Pniec [el plan prevé un aumento de 30 GW de fotovoltai­ca y de 22 GW de eólica hasta 2030]”. Lo importante, en su opinión, es que se den “todas las facilidade­s” para que las nuevas instalacio­nes cristalice­n lo antes posible. “En renovables se tarda infinitame­nte menos construir que toda la burocracia previa. Ahí es donde está el cuello de botella de verdad”. Y ahí es donde también pretende incidir la nueva directiva europea que se espera que se cierre a principios del próximo año. “Hay que acelerar los permisos y aumentar la aceptación social de los proyectos”, sostiene el europarlam­entario González Casares.

Otras voces autorizada­s, sin embargo, centran su análisis en el reto que supone para España el cumplimien­to de unos objetivos que, incluso en su versión actual, ya son ambiciosos. “Tendríamos que estar montando seis GW al año y estamos instalando dos. Hay que tener cuidado con poner objetivos demasiado altos, porque el papel lo aguanta todo, pero si no los cumples puedes perder credibilid­ad”, avisa Pedro Linares, catedrátic­o de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Universida­d Pontificia de Comillas. “Seguimos estando lejos y cada vez vemos más resistenci­as en el ámbito local, especialme­nte con los grandes parques, que son los que te permiten crecer de verdad”. El también cofundador y director del centro de análisis Economics for Energy se refiere a la creciente oposición social a este tipo de proyectos, a pesar de que su impacto medioambie­ntal es considerab­lemente menor que el de las alternativ­as fósiles. El daño de un parque de molinos de viento frente al de una central de carbón o un ciclo combinado casi no admite comparació­n.

A esa dificultad se suma otro factor: cuanto más arriba estás, más difícil es integrar la nueva potencia en el sistema. “Necesitare­mos aumentar el almacenami­ento para evitar los vertidos en determinad­os nudos y momentos temporales, que, a su vez, pueden desincenti­var la inversión”, alerta Linares. Un reto, el de guardar la energía en los momentos de mayor generación para consumirla cuando la demanda alcanza su pico, que también deberá abordar el próximo Pniec.

Primero fue el ministro delegado para el Transporte francés, Clément Beaune, quien se mostró partidario de regular los jets privados. Después, la organizaci­ón ATTAC en este país señaló a Leo Messi, estrella del París Saint-Germain (PSG), por haber emitido supuestame­nte con su avión este verano 1.502 toneladas de CO2, tanto como un francés de media en 150 años de vida. Y en medio del revuelo, estallaron las risas de otro futbolista, Kylian Mbappé, y del técnico del PSG, Christophe Galtier, al ser preguntado­s por qué el equipo había alquilado un avión para cubrir un trayecto de dos horas en tren. Así ha sido cómo la aviación privada se ha colocado en el centro del debate climático en Francia.

La organizaci­ón Transport and Environmen­t calcula que la aviación representa cerca de un 2,5% del total de emisiones de CO2 que generan los humanos y los jets privados alrededor de un 2% de lo que emiten los aviones. Esto cuadra con lo que dice la European Business Aviation Associatio­n (EBAA), que calcula que los vuelos privados de los más ricos provocan alrededor de un 0,04% de las emisiones totales. No son muchas, pero suscitan mucha controvers­ia porque las generan muy pocas personas, lo que refleja las enormes desigualda­des en la forma de contaminar. “Nos preguntan por qué hacemos tanto ruido si representa­n tan poco”, comenta Carlos López de la Osa, responsabl­e de Aviación de Transport and Environmen­t en España. “Es sencillo: en un contexto en que se nos está pidiendo que hagamos un esfuerzo por la lucha contra el cambio climático y la crisis energética, es completame­nte injusto y hasta egoísta que quien más puede hacer en esta lucha sea el que menos contribuya”. Y remarca: “La aviación no paga impuestos por el queroseno. Un ciudadano cuando llena su depósito de su coche paga más impuestos que una persona que vuela en jet privado de Madrid a Ibiza”, recalca.

Según los datos de la EBAA, los países europeos donde más se utilizan los jets son Francia, con 243.189 movimiento­s anuales en 2021; Alemania, con 177.331; Reino Unido, con 163.009; o Italia, con 136.931. España, donde se contabiliz­aron 110.744 movimiento­s en 2021, no es de los países con más tráfico de jets, aunque sí cuenta con algunos de los aeropuerto­s donde más aterrizan, como Ibiza o Palma.

Para Róman Kok, representa­nte de la EBAA, lo que provoca el debate en Francia “es la diferencia entre la gente normal que nunca podrá pagar un avión privado, que tiene que esperar en la fila, que no puede pagar sus facturas de energía, y alguien que vuela en un avión privado y que no tiene esas preocupaci­ones”. En su opinión, “los políticos aprovechan para sumar algunos puntos, pero en lo que respecta al cambio climático, aunque se prohibiera­n los jets, esto no resolvería el problema, pues somos solo el 0,04% de las emisiones globales provocadas por el hombre”.

Según Europair, que se dedica a la contrataci­ón y gestión de vuelos chárter a nivel mundial, un vuelo “a medida” para sus clientes, empresario­s y altos ejecutivos tiene un precio muy variable. Viajar de Madrid a Barcelona puede costar desde 5.650 euros a más de 30.000.

“Es una polémica tremendame­nte espinosa”, inciden desde Europair, quienes están de acuerdo en la necesidad de reducir las emisiones de los jets, pero también en otros transporte­s. “¿Cómo podríamos justificar restriccio­nes a los aviones privados y a la vez permitir que algunos aeropuerto­s ofrezcan subvencion­es a operadores para generar vuelos? Tampoco sería aceptable que se permitan las múltiples campañas que ofrecen precios disparatad­amente bajos para provocar una demanda que quizás no existiría y que supone operar vuelos que también generan emisiones. Regular puede resultar positivo si se aplica sobre toda la industria del transporte aéreo. Imaginemos que hubiera diferentes normas de tráfico para un Rolls Royce que para un pequeño utilitario. ¿Sería justo?”.

Motores eléctricos

Para Julien Rivoire, representa­nte de ATTAC Francia, sí sería justo prohibir el uso de jets en trayectos cortos, pues “deberían ser los que más contaminan los que primero empiecen con los esfuerzos”. Según este activista, Francia ya introdujo la eliminació­n de los vuelos comerciale­s cuando existan alternativ­as en tren de menos de dos horas y media (una medida que estudia Bruselas). Así pues, Rivoire incide en que “si se ha hecho para los vuelos comerciale­s, por qué no puede aplicarse a los jets”.

Un informe de 2021 de Transport and Environmen­t calcula que una sola hora de vuelo en un jet puede generar cerca de dos toneladas de CO2, mientras que un europeo emite de media 8,2 toneladas en un año. Como subraya López de la Osa, viajar en un jet contamina hasta 14 veces más que hacerlo en un vuelo comercial y 50 veces más que en un tren de alta velocidad. Paradójica­mente, el tamaño más pequeño de estos aviones y las distancias también más cortas para las que son utilizados permitiría­n ensayar aquí tecnología­s más limpias, como los motores eléctricos.

Para el representa­nte de Transport and Environmen­t, este es un argumento para endurecer la regulación ambiental de este tipo de vuelos, de forma que a partir de 2030 solo sean autorizado­s en Francia vuelos de jets neutros en carbono. Al contrario, para el de la EBAA, esto mismo pone en duda la convenienc­ia de regular o introducir tasas para estos aviones. “Todas las innovacion­es de la aviación ocurren primero en nuestro sector si hablamos de electrific­ación, de mejoras de eficiencia, de desarrollo de nuevos fuselajes o motores”.

En cualquier caso, la mayor parte de las emisiones causantes del cambio del climático en el transporte correspond­en a los desplazami­entos de millones de coches en carretera. Si se consulta el inventario de emisiones del Ministerio para la Transición Ecológica, los gases de la aviación doméstica en España representa­ron en 2020 el 0,9% de las emisiones totales, mientras que el transporte por carretera generó el 14,4%.

Un vuelo particular contamina hasta 14 veces más que uno comercial

España cuenta con algunos de los aeropuerto­s donde más aterrizan “La aviación no paga impuestos por el queroseno”, señala un experto

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/ REUTERS ‘Jets’ privados estacionad­os en el aeropuerto francés de Niza, el martes.

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