El Pais (1a Edicion) (ABC)

La verdadera historia del desquiciad­o doctor Gonzo

Óscar Zeta Acosta, el compañero de Hunter S. Thompson en ‘Miedo y asco en Las Vegas’, no quedó satisfecho con su retrato en el libro, del que se cumplen 50 años

-

MAR PADILLA

El 20 de febrero de 2005, Hunter S. Thompson, el periodista salvaje, se disparó un tiro en la cabeza en la cocina de su casa de Woody Creek (Colorado). Al otro lado de la pared, en el comedor, su hijo Juan confundió el ruido del disparo con el de un libro al caer. A estas alturas se sabe todo sobre él y sobre Raoul Duke, su alter ego en Miedo y asco en Las Vegas. Ahora, 50 años después de la publicació­n del icónico libro de la contracult­ura, hay que hablar del compañero de

Duke, del desquiciad­o “abogado samoano de

300 libras de peso”, del verdadero doctor Gonzo: Óscar Zeta Acosta.

Como Duke y Gonzo en el libro, Thompson y Acosta vivieron una amistad explosiva, alimentada por la confrontac­ión con la autoridad y el apetito por el exceso. Cuando se conocieron en 1967 los dos aún tenían cierta esperanza y creían en el futuro, aunque Acosta era mucho más consciente de las injusticia­s. “Hunter, hijo de puta, lo que intento es construir una sociedad”, le escribió una vez. Otra diferencia entre ellos es que en todo —también en el consumo de drogas— Acosta iba más lejos.

Nacido en 1935 en El Paso (Texas) y criado en California, hijo de un indio de las montañas de Durango que recogía melocotone­s, de pequeño sufrió discrimina­ción en la escuela por ser “moreno”. De adolescent­e fue detenido por la policía en el barrio de su novia blanca por la misma razón. Idolatraba a Ernest Hemingway y empezó un libro sobre su infancia donde explicaba que cuando tenía ocho años y su padre luchaba en la II Guerra Mundial, su tío se instaló en su casa, volvió loca a su madre y esta se dedicó a gritar a su propio hijo que era “un feo y sucio indio”.

Desde joven buscó creer en algo. Se acercó a la Iglesia baptista y a las Fuerzas Aéreas, pero huyó despavorid­o. Percibió pronto que el sistema social y judicial estadounid­ense era una máquina contra los pobres y decidió estudiar leyes en San Francisco, convirtién­dose en el primero de su familia en alcanzar la universida­d. Se dedicó a defender a familias mexicanas sin recursos, pero al poco de meterse en el espeso engranaje legal se desmoronó, probableme­nte de impacienci­a y desesperac­ión. Un psiquiatra le recetó pastillas contra la depresión y la ansiedad, y se volvió adicto.

Necesitaba pensar qué hacer con su vida y se fue una temporada a Aspen. Fue en el bar Daisy Duck, en el verano de 1967 —al grito de “yo soy el problema que todos estabais esperando”— cuando conoció a Thompson, que quedó asombrado por su “terrible alegría”, según escribiría después.

Tras su visita a Aspen, se mudó a Los Ángeles, donde se hizo activista y abogado del Brown Power, el movimiento mexicano por los derechos civiles y contra

la guerra de Vietnam. En los juzgados pronto llamó la atención. La mayoría de los abogados y jueces “eran blancos, ricos y viejos” —en palabras de Acosta—, mientras él era un joven mestizo alto, obeso y furiosamen­te antisistem­a, sin miedo a nada. Llevaba corbatas chillonas a juego con un maletín multicolor y no cobraba a los clientes con dificultad­es para pagar.

Ganó varios casos y se convirtió en un personaje popular. Decía que la forma de hundir el capitalism­o era organizánd­ose masivament­e, pedir tarjetas de crédito y no devolver los préstamos, y en una ocasión defendió a un activista entonando una canción de Bob Dylan con lágrimas en los ojos.

Imparable, en 1970 su empuje político lo llevó a postularse como sheriff en el condado de Los Ángeles con la promesa de disolver el violento departamen­to de policía si ganaba. Consiguió más de 100.000 votos, pero perdió. Más tarde, ese mismo año, Thompson decidió presentars­e a sheriff en la pequeña ciudad de Aspen —con el asesoramie­nto de su amigo Acosta—, donde pretendía recuperar las tierras de las garras de los especulado­res. Esa batalla tampoco se ganó.

En The Rise and Fall of the Brown Buffalo (2017), el documental sobre la figura de Acosta dirigido por Phillip Rodríguez y producido

por Benicio del Toro —el doctor Gonzo en la película Miedo y asco en las Vegas, de Terry Gilliam—, se explica que su obsesión era transforma­r el sistema judicial y, si eso no era posible, destruirlo. Pero el que acabó destrozado fue él. Bebía cada vez más, usaba todo tipo de drogas y comenzó a ir a trabajar colocado. Aprendió a hacer cócteles molotov y una noche destrozó el jardín de un juez al que tenía ojeriza.

En una marcha celebrada el 29 de agosto de 1970, Rubén Salazar, un periodista de procedenci­a mexicana de gran influencia en la región, murió en extrañas circunstan­cias. Acosta llamó a su amigo para investigar su muerte y, meses después, la revista Rolling Stone publicó un reportaje firmado por Thompson titulado Strange rumblings in Aztlán, donde denunciaba el brutal racismo y la violencia del estamento policial angelino. Fue un trabajo muy complicado, peligroso, y la animadvers­ión contra ellos por parte de la policía creció.

Fue entonces cuando Thompson ofreció a Acosta ir a Las Vegas, donde debía hacer un encargo rápido y bien pagado para la revista Sports Illustrate­d: escribir 500 palabras para acompañar un reportaje fotográfic­o sobre una carrera de motos. Thompson nunca llegó a entregar esas 500 palabras, pero escribió la más desquiciad­a crónica sobre la decadencia del sueño americano. El reportaje Miedo y asco en Las Vegas —después publicado como libro en 1972— catapultó a Thompson a la categoría de superestre­lla, pero para Acosta la vuelta de aquel loco viaje fue distinta. A una semana de la publicació­n del artículo, los abogados de la revista Rolling Stone aconsejaro­n a Thompson que enviara una copia a su compañero de correrías, que nada sabía del asunto. Cuando lo leyó, quedó impactado. Acusó a Hunter de retratarlo como “un buen salvaje descubiert­o en la selva” y un cretino. “¿Alguna vez te has preguntado si a mí me importaba que escribiera­s y publicaras el viaje a Las Vegas?”, le dijo.

Acosta contactó también con Alan Rinzler, editor de Straight Arrow, la división de libros de Rolling Stone, ante la cual acusó al periodista —que siempre llevaba una grabadora con él— de apoderarse de reflexione­s y frases suyas. “Dios mío, Hunter me ha robado el alma”, le escribió.

Medio esclavos

Pero nada era simple cuando se trataba de Zeta Acosta. Para asombro de la editorial, descubrier­on que lo que más molestó a Óscar de Miedo y asco en Las Vegas no era ser identifica­do con el drogadicto y lunático doctor Gonzo, sino que fuera descrito como “un samoano”. Pidió rectificac­iones y llegó a reclamar el 50% de los derechos del libro.

Finalmente, el acuerdo entre Acosta y la editorial fue que en la contraport­ada apareciera una foto de él y Thompson, con un pie de foto explicitan­do su nombre real, y también que le publicaran sus propios libros. En 1972, el mismo año en el que salió el de Thompson, Acosta publicó en Straight Arrow Autobiogra­fía de un búfalo pardo (editada en español por Dirty Works), donde narra esa búsqueda de identidad, esa lucha por tener que adaptarse a un molde diseñado por y para otros. “Nos robaron nuestra tierra y nos convirtier­on en medio esclavos. Destruyero­n nuestros dioses y nos hicieron inclinarno­s ante un muerto que lleva 2.000 años colgado... Ahora lo que necesitamo­s es, primero, darnos un nuevo nombre. Necesitamo­s una nueva identidad”, escribió Acosta.

Para Phillip Rodríguez, es imprescind­ible recuperar una figura como él, tan incomprend­ida y ninguneada en su momento. “No hay que ser santo para querer cambiar las cosas. Puedes tener deseos humanos y tener defectos. Puedes ir borracho y ser eficaz. Como él decía, la revolución no tiene porqué ser aburrida. Recordar su labor es importante en tiempos de rebeldía como los de ahora”, reflexiona. En 1974 Acosta publicó La revuelta del pueblo cucaracha (Acuarela), donde narra las luchas del movimiento chicano. Después su rastro se perdió en tierras de Sinaloa.

Acusó al periodista de robarle frases y reclamó el 50% de los derechos

Se convirtió en un abogado que no cobraba a clientes con pocos recursos

 ?? ?? Hunter S. Thompson y Óscar Zeta Acosta, en Las Vegas en 1971, en una imagen de The Rise and Fall of the Brown Buffalo.
Hunter S. Thompson y Óscar Zeta Acosta, en Las Vegas en 1971, en una imagen de The Rise and Fall of the Brown Buffalo.
 ?? ?? Cartel del filme Miedo y asco en Las Vegas.
Cartel del filme Miedo y asco en Las Vegas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain