El Pais (1a Edicion) (ABC)

El gran día de Alcaraz

El murciano, llamado a marcar la nueva época que nace, aspira a convertirs­e en la final de Nueva York ante Ruud en el número uno más joven de la historia y a elevar su primer grande

- ALEJANDRO CIRIZA, Nueva York

Ya está aquí, ya llegó. El gran día que se adivinaba desde hace tiempo es una realidad. Se especulaba desde que empezara a dejar rastro en los torneos juveniles con el cuándo, el cómo y el dónde, y la respuesta al triple enigma encuentra respuesta en este 11 de septiembre en el que todas las miradas, todos los focos y la historia del tenis (22.00, Eurosport) apuntan directamen­te a Carlos Alcaraz. A sus 19 años, el jugador español está a un golpe de riñón de alcanzar el doble sueño; o sea, de alzar su primer gran trofeo y, todavía más deseado por él, dominar desde la cima del circuito. Solo el noruego Casper Ruud, primerizo en una final de Nueva York, pero no en una de un Grand Slam porque ya encaró a Rafael Nadal en la del último Roland Garros, podría impedirlo.

“Siempre he soñado con ser el número uno. Obviamente, llegar hasta ahí sin ganar un Grand Slam es complicado, pero desde pequeño siempre he soñado con llegar a lo más alto”, apuntaba el chico de El Palmar después de rendir en las semifinale­s a Frances Tiafoe en otra prueba de resistenci­a (6-7(6), 6-3, 6-1, 6-7(5) y 6-3), a tiro de un récord histórico que subrayaría todavía un poco más lo que se adivinaba y que, en realidad, ya es un hecho: el cambio de guardia. Con Serena Williams ya en su feliz retiro, la carrera de Roger Federer a un suspiro de sellarse y la de Nadal con interrogan­tes, porque los tiene, el tenis pasa de página y se avecinan los nuevos tiempos.

Si Alcaraz triunfa esta noche en Flushing Meadows se convertirá en el rey del circuito más joven de la historia. Hasta ahora resiste y defiende la marca el australian­o Lleyton Hewitt, que tenía 20 años y nueve meses cuando se coronó el 19 de noviembre de 2001, superando el registro previo establecid­o por el ruso Marat Safin un año antes. “La verdad es que no le tengo miedo a este momento, no tengo miedo a la final”, expone Alcaraz. “Es algo para lo que me he preparado tanto mental como físicament­e”, añadía tras abatir a Tiafoe en cinco mangas, poderoso aval con el que se presenta ante el académico Ruud.

El español ha encadenado tres triunfos maratonian­os —antes Marin Cilic y Jannik Sinner— y lejos de percibirlo como una rémora, saca pecho. Signo de fortaleza, dice. “Creo en mí y en mi juego, y creo que en todos los partidos que he jugado he estado preparado. Para nada creo que vayan a pesarme los cinco sets; demuestra que estoy preparado para desplegar un buen tenis pese a las horas que llevo en pista. Me siento bien”, prolonga mientras los datos señalan que ha empleado 20h 19m en el trazado hacia el cruce, aunque la inversión de Ruud (18h 27m) tampoco se queda corta. El nórdico se ha dejado por el camino cinco parciales, por los seis que entregó el español.

Un chico de 19 años

Desde que el circuito masculino almacena los registros temporales, 1999, no ha habido nadie que se haya extendido tanto como Alcaraz en dirección a la final de

Nueva York; en un grande, el sudafrican­o Kevin Anderson se dilató hasta las 21h 01m en el Wimbledon de 2018.

“En los momentos clave doy mi mejor versión”, puntualiza Alcaraz, que puede convertirs­e en el quinto representa­nte español que triunfa en el torneo después de que lo hicieran Nadal (cuatro veces), Arantxa Sánchez Vicario, Manolo Orantes y Santana. “Me siento un chico de 19 años. Es verdad que quizá he madurado muy pronto, pero es lo que hace el tenis. En los torneos quizá sí que me siento algo mayor, con más responsabi­lidades diría yo, pero una vez en casa, con mis amigos, mi familia y mi gente, me siento un chico de mi edad”, recalca.

Todos los ojos miran hacia él, el tenista que más triunfos (50) y más títulos (4, como Nadal) ha colecciona­do en este 2022 de la explosión. Amagó el año pasado, franja para los descubrimi­entos y la presentaci­ón, y tomado el pulso a la élite, esta temporada definitiva­mente ha volado. Se veía venir, aunque ahora precisa de una zancada más para acuñar formalment­e el comienzo de una nueva era. La era Alcaraz, se dice.

Entre él y el doble sueño, Ruud, un rival que ha progresado silenciosa­mente y que, de forma paradójica, también aspira al trono mundial. Si gana, el noruego lo habrá conseguido sin premios destacados en el expediente —su laurel más meritorio no supera la categoría de ATP 250, la cuarta categoría— y protagoniz­aría un salto histórico, puesto que nunca antes se había producido un salto tan abrupto (hoy día es número cinco) hasta la cúspide. Ambos se han enfrentado en dos ocasiones, y de las dos (Marbella el año pasado y Miami este) salió victorioso Alcaraz. Listo para su gran día, el español pelotea hacia el altar bajo la doctrina del hedonismo: sin miedo, “es la hora de disfrutar”.

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/ COREY SIPKIN (AFP) Carlos Alcaraz devuelve la pelota durante la semifinal contra Tiafoe.

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