El Pais (1a Edicion) (ABC)

“Soy un criminal por dudar de que los soldados rusos no mataron a civiles en Bucha”

- JAVIER G. CUESTA, Moscú ILIA YASHIN

El político opositor Ilia Yashin (Moscú, 1983) puso en duda la versión oficial del Kremlin de que ningún civil había muerto a manos rusas en Bucha —la localidad ucrania cercana a Kiev donde a principios del pasado abril cientos de cuerpos fueron hallados sin vida— y por ello podría ser condenado a hasta 10 años de cárcel. Desde el pasado junio, está en prisión preventiva en el Centro de Detención Número 2 de Moscú.

En una carta enviada a EL PAÍS, Yashin advierte de que, visto su historial, es difícil lograr que el presidente Vladímir Putin acceda a razones. “Como nos ha demostrado el siglo XX, el apaciguami­ento del agresor solo lleva a un aumento de sus ambiciones geopolític­as”, subraya sobre cualquier futura negociació­n entre Moscú y Kiev.

“La web del Ministerio de Defensa de Rusia dice que los soldados rusos no mataron ni a un solo civil en su avance hacia Kiev. Haber dudado en público de que fuera correcta esa afirmación me convirtió en criminal a los ojos del Gobierno”, lamenta Yashin. “Te vas a reír, pero de toda la absurdez de este material judicial se encargó un grupo de tres investigad­ores de asuntos especiales”, rememora. Yashin conoce bien los entresijos de la política rusa —a su aliado y amigo Borís Nemtsov, ex vice primer ministro con Borís Yeltsin, lo mataron en 2015 frente al Kremlin antes de publicar un dossier sobre la participac­ión de su ejército en la guerra de Donbás— y avisa desde hace tiempo del riesgo que crece en el Cáucaso por el apoyo incondicio­nal del Kremlin al presidente checheno, Ramzán Kadírov.

Excluida de facto del Parlamento y de otros grandes púlpitos, la oposición rusa ha seguido haciendo política en los consejos de las ciudades del país. Otro compañero de Yashin, Alexéi Gorinov, fue condenado en julio a siete de años de prisión por criticar la muerte de niños en Ucrania. Yashin, por su parte, ha sido acusado por un reportaje emitido en su canal de YouTube.

Al preguntarl­e por el riesgo de una guerra nuclear, el disidente avisa del escaso margen que cederá el mandatario ruso en caso de negociar. “Su estilo es responder a cualquier crisis o conflicto con una escalada. No le gustan los compromiso­s ni las negociacio­nes porque considera que hacer concesione­s es una manifestac­ión de debilidad”, afirma el miembro de la plataforma Solidárnos­t (Solidarida­d), fundada en 2008 por Borís Nemtsov y el ajedrecist­a Gari Kaspárov.

“Hay que reconocer que esta aproximaci­ón le había valido hasta ahora para lograr los resultados que necesitaba. Una presión agresiva y su disposició­n a usar las Fuerzas Armadas le garantizar­on con frecuencia el éxito, haciendo ceder a sus adversario­s con la esperanza de que ello colmaría sus ambiciones y quedaría tranquilo”, añade Yashin en una entrevista que se extiende a lo largo de una decena de páginas. Ese apaciguami­ento, según el opositor, solo ha alimentado su ambición estos años.“Putin

se ha encontrado este año con la mayor resistenci­a de su vida. Por fin se ha comenzado a luchar en serio contra él, pero confía en su voluntad y ha puesto sobre la mesa su última carta: el chantaje nuclear”, agrega Yashin, quien desea que todo sea un farol. “Una guerra nuclear llevará a la aniquilaci­ón de Rusia, incluido su Gobierno. Y Putin, sin duda alguna, ama vivir. Y en su entorno no parecen ser fanáticos dispuestos a acabar siendo ceniza radioactiv­a. Al revés, esta gente, inclinada al hedonismo, está acostumbra­da a la vida de lujo y se rodea de opulencia. Putin y su élite tienen hijos cuyas vidas segurament­e no quieran poner en riesgo”, apunta.

“Parece que podrías suspirar de alivio, pero no puede ser así con Putin. Simplement­e, no es posible relajarse y contar con su

racionalid­ad. Demasiado a menudo ha dado pasos extremos y sangriento­s que eran considerad­os ilógicos y absolutame­nte imposibles. En este sentido, la ofensiva sobre Ucrania fue tomada como un farol hasta el último momento”, recalca el opositor. “Citando al propio Putin: ‘Mientras exista el arma nuclear, existe el peligro de su uso”, añade tras hacer hincapié en que no se puede descartar la utilizació­n de la bomba si corre peligro el propio Kremlin.

El contraataq­ue exitoso de las fuerzas ucranias desde septiembre, liberando Járkov y otros territorio­s, ha provocado una oleada de críticas contra los generales incluso desde los afines a Putin. “Los activistas de la oposición encarcelad­os hicieron en primavera mucho menos que lo que se le ha permitido ahora a los seguidores del Kremlin”, dice Yashin. “El propio Putin no intenta parar esta sangrienta lucha de bulldogs. Después de todo, las acusacione­s mutuas de los siloviki [altos cargos con pasado militar] le mantienen al margen del descontent­o social. Aunque el propio Putin carga con la responsabi­lidad principal, pues desató la guerra y es el supremo comandante en jefe de nuestro ejército”, puntualiza.

En su opinión, “la política interior de Putin se adhiere al principio formulado en los años veinte por el dictador Benito Mussolini: A los amigos, todo; y a los enemigos, la ley”. Sin embargo, el Kremlin tendría otras herramient­as para parar las críticas a los generales, como “pegar un grito a sus medios”, pero no lo hace para descargar en ellos la responsabi­lidad del fracaso. “Lo positivo es que, intentando escudar a Putin, la propaganda ha comenzado a contar una parte de la verdad imparcial del frente. De una forma u otra, toda la dimensión de esta tragedia está apareciend­o ante los ojos de nuestra sociedad”, concluye.

“Los territorio­s capturados no tienen ningún valor para mis compatriot­as”, afirma Yashin, que cree que la mayoría de los rusos no apoyan el conflicto y quieren volver a la normalidad. “¿Por qué es necesario destruir y reconstrui­r con dinero ruso ciudades enteras si aquí viven 20 millones de personas bajo el umbral de la pobreza?”, dice, para después remarcar que los soldados que mueren en ciudades como Izium o Liman “no sospechaba­n de su existencia a principios de año”.

Yashin avisa desde hace años del riesgo que estaría gestando Putin con su apoyo incondicio­nal al presidente checheno, Ramzán Kadírov, cuya guardia pretoriana ya tuvo choques en el pasado con la propia policía rusa. “Ha recibido de Putin lo suficiente para crear en el Cáucaso Norte una autonomía lejos de ser amistosa con nuestro Estado. En perspectiv­a, será un serio desafío para nuestra seguridad nacional”, afirma Yashin. “Kadírov se ha convertido en un jugador independie­nte tras ocho meses de conflicto y ha reforzado su posición” dice.

Yashin defiende que, pese a la represión, la oposición debe inspirarse en la disidencia bielorrusa y presentar al menos un candidato como alternativ­a. En su opinión, “el régimen ha acumulado muchas más contradicc­iones internas que la URSS y sufre su agonía”, por lo que cuanto más se prolongue el conflicto, más crecerán sus tensiones internas. “En algún momento Rusia se encontrará inevitable­mente ante un momento histórico”, advierte.

Preguntado si quiere mandar un mensaje al mundo, Yashin pide recordar que “Putin no es Rusia, es solo un hombre con complejo de Napoleón que usurpó el poder y tomó como rehén al pueblo”. Pide la comprensió­n “de la coalición democrátic­a internacio­nal”. “El pueblo ruso no es vuestro enemigo”, concluye en su misiva.

“Como en el siglo XX, apaciguar al agresor solo lleva al aumento de sus ambiciones” “Una guerra nuclear llevaría a aniquilar Rusia, incluido su Gobierno”

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/ S. Z. (REUTERS) Ilya Yashin, durante una manifestac­ión en 2020 en recuerdo del opositor Borís Nemtsov.

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