El Pais (1a Edicion) (ABC)

La ley de Meloni contra las ‘raves’ abre las primeras fisuras en el Gobierno

Varios ministros critican el polémico decreto para prohibir este tipo de fiestas en Italia

- DANIEL VERDÚ, Roma

El Gobierno de Giorgia Meloni se estrenó la semana pasada con el primer Consejo de Ministros, la primera rueda de prensa y el primer decreto urgente. Pero también fue el debut de la polémica, que llegó con el decreto rave. Italia había amanecido dos días antes, el 29 de octubre, con el sonido atronador de la música techno de una de estas megafiesta­s en Módena que había congregado a más de 3.000 personas llegadas de toda Europa.

Es este un tipo de fiestas habitual contra las que la policía tiene muy poco margen de actuación una vez han empezado. De modo que el Consejo de Ministros, aprovechan­do también el ruido mediático, decidió aprobar un decreto para que las fuerzas del orden puedan intervenir en estos casos y para que exista un nuevo delito específico en el Código Penal. El problema es que las prisas y/o un cierto populismo judicial que entrañaba la decisión la han convertido en un arma de doble filo para el nuevo Ejecutivo.

El decreto rave, fabricado prácticame­nte mientras todavía sonaba la música en la fiesta de Módena, es una suerte de ley mordaza —la ley de seguridad ciudadana aprobada en España en 2015 por el Gobierno del PP presidido por Mariano Rajoy— con distintas vertientes. La norma contempla desde penas que alcanzan los seis años de cárcel, hasta la posibilida­d de intervenir los teléfonos de las personas sobre las que recae la sospecha de organizar una concentrac­ión de este tipo. Medidas desproporc­ionadas, creen muchos constituci­onalistas y también parte de la coalición de Gobierno —liderada por Hermanos de Italia, con Forza Italia y la Liga—.

El propio Antonio Tajani, vicepresid­ente y ministro de Exteriores, señaló en la reunión del Consejo de Ministros que no estaba de acuerdo con el apartado

de intervenir los teléfonos. Este es uno de los puntos más polémicos y contestado­s dentro de la propia mayoría de Gobierno.

El decreto tiene efecto inmediato, pero el Parlamento dispondrá ahora de dos meses para introducir modificaci­ones. La redacción del nuevo delito que se introducir­á en el Código Penal, sin embargo, genera ya muchas dudas sobre el radio de aplicación que tendrá, más allá de las propias raves.

La norma señala que se castigará “la invasión de terrenos o edificios para reuniones de más de 50 personas que sean peligrosas para el orden público, la seguridad pública o la salud pública”. Una ambigüedad o falta de precisión que resulta preocupant­e, ya que podría aplicarse a otros tipos de concentrac­iones

de protesta o manifestac­iones políticas.

La norma, de hecho, no especifica de qué tipo de concentrac­iones se trata ni qué se entiende por una fiesta rave. De modo que la policía podría intervenir, señalan las fuentes jurídicas consultada­s, en la ocupación de una escuela o un centro sanitario a raíz de una protesta sindical, o pinchar los teléfonos de los supuestos organizado­res.

El responsabl­e del Interior, Matteo Piantedosi, tenía previsto ayer reunirse con los líderes de los principale­s sindicatos para hablar de la cuestión. Un ministro aseguró al diario La Repubblica: “La norma tiene buenas intencione­s, pero está muy mal escrita”. Una idea que, de algún modo, también comparte el ministro de Justicia de Meloni,

Carlo Nordio, a quien no entusiasma la falta de garantías que ofrece la norma.

Stefano Ceccanti, experto constituci­onalista, cree que la ley tiene dos problemas principale­s: “La definición de lo que es una rave y la desproporc­ionalidad de las penas. Tal y como está escrita, sirve también para todo tipo de manifestac­iones políticas. Es suficiente para intervenir en caso de que haya 50 personas en un terreno que no sea de ellas. Y las penas son tan altas, que se puede intervenir el teléfono de mucha gente de forma injustific­ada y que esas escuchas terminen en documentos públicos”.

“Gravísimo error”

El problema es que en Italia la posibilida­d de intervenir los teléfonos está ligada a la gravedad del posible delito cometido. Si el Parlamento modifica la norma y rebaja las condenas, podría dejar también sin efecto la posibilida­d de intervenir las comunicaci­ones que quiere el Gobierno.

Los partidos que no conforman el Ejecutivo ya han anunciado que combatirán el decreto en el Parlamento. El líder de la oposición, el secretario del Partido Democrátic­o, Enrico Letta, advirtió de que es “un gravísimo error”, porque nada tiene que ver con las raves, sino que “se cuestiona la libertad de los ciudadanos”. Giuseppe Conte, líder del Movimiento 5 Estrellas, lamenta la “discrecion­alidad” del asunto —todo dependerá de los delegados del Gobierno, es decir, del Ejecutivo—, mientras Riccardo Magi, exponente del pequeño partido +Europa, habla de un “sabor putiniano“.

El decreto chocó nada más estrenarse con sus propias contradicc­iones políticas e ideológica­s. Paralelame­nte a la rave de Módena, se celebró en Predappio —lugar donde se encuentra enterrado Benito Mussolini— una concentrac­ión de 2.000 nostálgico­s del fascismo para conmemorar el centenario de la Marcha sobre Roma. Una manifestac­ión fascista, sin permiso e invadiendo un terreno público. Pero Piantedosi consideró en una entrevista con el Corriere della Sera que, en ese caso, solo se trataba de una “payasada” que “se lleva a cabo desde hace años, sin incidentes y bajo el control de las fuerzas policiales”.

El texto plantea dudas legales y podría incluir manifestac­iones

La norma contempla desde penas de seis años de cárcel hasta intervenir teléfonos

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/ A. S. (AFP) Meloni y otros representa­ntes públicos, ayer en un acto por el día de las Fuerzas Armadas en Roma.

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