La chatarra espacial china pone de nuevo al mundo en alerta
Un cohete del país asiático, que tenía a España en su trayectoria, da varias vueltas alrededor de la Tierra y se estrella sin control en el Pacífico tras horas de incertidumbre
China volvió a crear ayer una alarma global tras dejar caer sin control parte de un cohete de su ambicioso programa espacial, el Larga Marcha-5B Y4, que puso en órbita la última fase de su estación en el espacio. La órbita caótica del artefacto hizo muy difícil calcular cuándo y dónde caería, aunque sí se conocía su trayectoria de entrada, que incluía España. Finalmente, el aparato se estrelló en el Pacífico sur, según el Ejército de EE UU. Los aeropuertos españoles, especialmente los de Barcelona, Tarragona e Ibiza, cerraron su espacio aéreo durante unos 40 minutos como medida de precaución.
En torno a las once la mañana hora peninsular española, llegaron las primeras noticias de ciudadanos que habían observado el fogonazo de la reentrada del cohete sobre Melbourne (Australia), coincidiendo con la órbita prevista. A las 11.01 realizó su entrada sobre la atmósfera del Pacífico sur.
Se trata de la cuarta vez en dos años que las autoridades espaciales chinas generan este peligro global. La NASA denunció ayer los “riesgos irresponsables” del país asiático. “No compartieron información de trayectoria específica que se necesita para predecir las zonas de aterrizaje y reducir el riesgo”, acusó el administrador de la NASA, Bill Nelson. “Muy bien podrían resultar en daños importantes o pérdida de vidas”, añadió Nelson. El módulo pesaba 20 toneladas, aunque la fricción contra la atmósfera suele desintegrar buena parte de esta chatarra espacial.
El país asiático suele jugar con el riesgo: cuenta con que lo más probable es que los restos se desintegren en la fricción contra la atmósfera y la parte que sobreviva caiga en los océanos. Pero esos cálculos también incluyen breves pasos sobre zonas habitadas. Al no preocuparse de hacer reentradas controladas, una vez cumplen su misión, los misiles toman órbitas caóticas que incluso los han llevado a chocar contra la Luna.
Los cielos españoles son una víctima colateral recurrente de la carrera espacial china. “Cada vez que envían un cohete para su estación [Tiangong, “palacio espacial”], lo hacen desde el mismo sitio y hacia el mismo lugar, por lo que se produce un fenómeno orbital en el que la zona potencial de entrada siempre va a pasar por Europa”, afirma Jorge Lomba, jefe del departamento de Espacio en el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI).
“Una vez toca la atmósfera, la caída es muy vertical. Decir que golpea con la atmósfera o contra el mar es prácticamente lo mismo”, explica por su parte Alberto Águeda, coordinador de programas de vigilancia espacial de la compañía GMV. Águeda explica que el riesgo de ayer fue real. El cohete sobrevoló el norte de la Península por Castilla y León, Aragón y Cataluña. “Predecimos la trayectoria y los cálculos no siempre son exactos, pero pudo haber sucedido. La alerta para el tráfico aéreo se llevó a cabo atendiendo al comunicado del sistema europeo de seguimiento y vigilancia espacial”, dice. Y advierte: “Podía haber reentrado por aquí: cayó a las 11.01 horas y a las 11.30 volvía a pasar por España”.
La dificultad para concretar el momento de la reentrada se debe a la gran velocidad del aparato, unos ocho kilómetros por segundo, y a que no cuenta con ningún mecanismo para reorientar su reentrada. La última vez que China provocó este susto planetario fue el 30 de julio, cuando gran parte de esta chatarra se desintegró sobre el sudeste asiático. En mayo de 2021, otros restos también pusieron en riesgo a la Península, aunque finalmente cayeron en el océano Índico, cerca de India y Sri Lanka. En 2018, se produjo el primer gran susto con la caída de uno de estos módulos. Y en 2021
volvieron a sonar las alarmas, también en España, donde podría haber caído un cohete con una probabilidad del 0,3%, según los cálculos iniciales.
El que amenazó ayer los cielos españoles era la fase central de un cohete que transportaba los distintos bloques de la estación espacial que se van ensamblando en órbita, a unos 380 kilómetros de altura. “Es un gran depósito de combustible y un motor, y tiene este tamaño porque su misión es poner en órbita un módulo también muy grande de la estación espacial”, explica Águeda.
Radares
Cuando se dan estas situaciones, se hace un barrido con tres radares, después de la hora estimada de caída, para certificar que el objeto en cuestión no sigue orbitando. EE UU cuenta con un satélite de infrarrojos para captar la enorme energía generada por la chatarra al chocar contra la atmósfera y de este modo certificar el punto de entrada. Es probable que no se llegue a saber dónde han caído los últimos restos. En julio, se conoció el punto de entrada por el fogonazo que provocó en la noche, captada por ciudadanos particulares con sus móviles. En 2021, simplemente se dio por hecho que cayó en el Índico lo que sobrevivió del cohete en la atmósfera, tras la confirmación oficial de China, y la información facilitada por el 18º Escuadrón de Defensa Espacial del Ejército de EE UU.
“Como nadie [ayer] nos dijo que ese objeto está controlado, tenemos que asumir el peor caso”, explica Lomba. “Lo único que se puede hacer es monitorizar el proceso y tomar medidas”, añade. Precisamente, este fue su cometido, dado el papel que desempeña el CDTI coordinando el sistema europeo de seguimiento y vigilancia espacial (EU-SST), el organismo encargado de observar estas amenazas y calcular los riesgos. “Lo que hizo España es avisar al tráfico aéreo cinco horas antes del momento esperado de la reentrada: es mejor restringir los vuelos por las zonas de riesgo antes de salir, es más peligroso empezar a cambiar trayectorias de aviones en el aire”, defiende. Y añade: “Aunque la probabilidad es pequeña, solo se ha afectado durante 40 minutos a la trayectoria de 800 aviones, con 33 minutos de retraso medio”.
En la última órbita sobre la Tierra, los radares pudieron descartar que los restos fueran a caer sobre Europa, asegura Lomba, gracias a la colaboración de EU-SST con el mando espacial del ejército de EE UU. Esta comandancia cuenta con un radar capaz de detectar el punto en el que la chatarra golpea el planeta, y así lo anunció, lo que dio por zanjada la crisis. “Tenemos sensores buscando el objeto continuamente cuando pasa por encima, para poder ajustar la predicción de la órbita”, afirma el jefe del departamento de Espacio en el CDTI. Un radar de Morón de la Frontera, en España, fue importante a la hora de trazar la trayectoria.
La buena noticia es que China ya ha completado el ensamblaje del último módulo de su estación espacial. La mala, que van a seguir lanzando cohetes como este en otras misiones.