El Pais (1a Edicion) (ABC)

Las madres solteras por elección se multiplica­n

Los tratamient­os de fecundació­n ‘in vitro’ para estas mujeres se han doblado en cinco años, del 4,4% al 8% del total

- MARÍA SOSA TROYA MIGUEL ÁNGEL MEDINA, Madrid

“No tengo papá”, le dice Juan, que tiene cuatro años, a un compañero de clase. “¿Se ha muerto?”, le responde sorprendid­o. “No, no tengo, no hay”, replica el niño con tranquilid­ad. La escena la relata Marga H. Peces, su madre, para explicar que en su casa viven con naturalida­d que ella críe sola a sus hijos. Quería ser madre y no tenía pareja, y con 39 años tomó la decisión. Hace dos meses que, con 47, dio a luz a su segunda niña. Cada vez más mujeres deciden dar el paso en solitario. La Sociedad Española de Fertilidad (SEF) confirma que los tratamient­os de fecundació­n in vitro a mujeres sin pareja casi se han doblado en cinco años: del 4,4% del total en 2016 al 8% en 2020. Ya no son una excepción. “Hace 50 años se veía fatal. Ahora nos dicen: te envidio”, afirma Marga. Adiós estigma. Son un modelo de familia más que reclama sus derechos y que se enfrenta a un elevado riesgo de pobreza al depender de un solo sueldo.

Una mañana de domingo, cinco mujeres —entre ellas Marga— se encuentran en un parque de la Comunidad de Madrid. Todas van con sus hijos —nueve en total, y eso que uno no ha querido ir—, todas los crían solas, todas los tuvieron mediante técnicas de reproducci­ón asistida en clínicas privadas. Un solo tratamient­o puede costar entre 1.500 y 12.000 euros, explican, pero cada proceso es un mundo. Algunos necesitan muchos intentos, otros funcionan a la primera. Ellas forman parte de la Asociación Madres Solteras por Elección (AMSPE), que nació hace 15 años con 22 socias fundadoras y que ahora agrupa a más de 2.700 en toda España.

En este tiempo, los tratamient­os a mujeres solas se han multiplica­do. En 2014, el Gobierno de Mariano Rajoy (PP) excluyó a las mujeres sin pareja heterosexu­al de la posibilida­d de realizar el proceso en el Sistema Público de Salud, aunque muchas comunidade­s siguieron ofertando esta opción. En 2021, el Ejecutivo de PSOE y Unidas Podemos aprobó una orden para que volviera a sufragarse en todo el país la reproducci­ón asistida a todas las mujeres, siempre que tengan entre 18 y 40 años. Pero muchas sobrepasan la edad y además hay largas listas de espera. Por eso recurren a la privada.

El Instituto Valenciano de Infertilid­ad, un centro privado con 30 clínicas por todo el país, señala que los tratamient­os a mujeres sin pareja (incluyendo inseminaci­ón artificial, fecundació­n in vitro y fecundació­n con óvulos donados) se han disparado: han pasado de poco más de 700 en 2007 a más de 6.000 el año pasado. Un crecimient­o del 737% en 15 años.

En el parque, los críos se entretiene­n mirando las ranas de un estanque cercano, otros hacen la croqueta en el césped. Las cinco madres cuentan cinco historias que a ratos se parecen mucho. “Tenía unos 35 años y estaba sin pareja. O me ponía a tener hijos o me quedaba sin. El cuerpo tiene un límite”, cuenta Eva María Bernal, que gestiona campañas de publicidad y que ahora tiene 55 años y tres hijos: quiso dar un hermano al mayor y llegaron mellizos. Ana Saiz, 41 años, analista de calidad en una empresa de informátic­a, afirma que siempre lo supo. “Si cuando llegara el momento no tenía pareja, lo haría sola”. Ahora tiene dos niños.

“Sigue siendo predominan­te el modelo familiar de pareja heterosexu­al con uno o dos hijos”, puntualiza Raquel Martínez Buján, profesora de Sociología de las Familias en la Universida­d de A Coruña. Pero cada vez hay más diversidad. “Ha habido un cambio de valores muy importante en torno a la maternidad. Las mujeres han decidido continuar con su trayectori­a personal y laboral y disociarse de sus componente­s reproducto­res como elemento fundamenta­l de su existencia”, prosigue. Se retrasa la edad a la que tener hijos y se piensa mucho mejor quién es la pareja adecuada. Alazne Páramo, portavoz de la

AMSPE, lo confirma: “Nuestro modelo es una maternidad muy reflexiona­da. No suelen ser mujeres muy jóvenes. La media de edad está entre 35 y 40 años”.

Todas se quejan, y mucho, de la falta de apoyo institucio­nal. Sara, la bebé de Marga, de apenas dos meses, podrá disfrutar de las 16 semanas del permiso de maternidad de su madre, pero no de las otras 16 semanas de las que dispone para su cuidado cualquier niño de un hogar con dos progenitor­es. Los viudos o viudas con dos hijos son considerad­os familias numerosas, pero las madres solas con dos niños no. Puede haber más de mil euros de diferencia entre las desgravaci­ones fiscales de un hogar biparental a otro monoparent­al, se cuantifica en un informe de la AMSPE.

En 2020 había en España más de un millón de hogares formados por un solo progenitor con hijos menores de 25 años, según el INE. 8 de cada 10 están encabezado­s por mujeres. La cifra engloba tanto a mujeres que decidieron tener hijos en solitario, como a viudas, y divorciada­s y separadas, independie­ntemente de su situación. Es decir, que se mezcla tanto a quienes comparten el peso de la crianza (y de su coste) con otro progenitor, como a quienes no. Pero, aunque la cifra no permita perfilar con nitidez la realidad de quienes crían completame­nte solos a sus hijos, su magnitud confirma que las familias han cambiado en España a mayor ritmo de lo que lo han hecho las leyes. Así lo recalcó la OCDE en un reciente informe, encargado por el Ministerio de Derechos Sociales en el marco de los trabajos de la ley de familias que ultima el Gobierno.

Equiparar permisos

A principios de octubre, el Gobierno informó de que esta ley pasaría por el Consejo de Ministros ese mes y se tramitaría de urgencia. Lo primero se ha incumplido. Fuentes de Derechos Sociales lo achacan a “resistenci­as del Ministerio de Hacienda”. Las asociacion­es de familias monoparent­ales se impacienta­n. “Llevamos años reclamando”, afirma Carmen Flores, presidenta de la Federación de Asociacion­es de Madres Solteras (FAMS), que aglutina seis organizaci­ones —entre ellas AMSPE— y representa a mujeres que afrontan la maternidad en solitario (también viudas y separadas).

En la ley se prevé, además de equiparar los permisos por nacimiento de las familias monoparent­ales con las que cuentan con dos progenitor­es, considerar a las familias monoparent­ales con dos hijos como numerosas. “El 70% de las familias monoparent­ales solo tienen un hijo. Queremos que haya un reconocimi­ento para todas, un carné monoparent­al como tienen las familias numerosas y que eso pueda conllevar algún tipo de beneficios”, explica Flores.

También se impacienta­n las cinco mujeres reunidas en Madrid. Y Alazne Páramo, una de las portavoces de AMSPE, que tiene 45 años y vive en Bilbao con su hija de dos. Páramo cuenta que, ante la falta de apoyo, la asociación organiza “actividade­s para hacer tribu”, para ayudas puntuales y apoyo emocional. Así se llaman. “Compartimo­s experienci­a”, dice por teléfono.

Todas recalcan la vulnerabil­idad de estas familias. Si tener hijos eleva el riesgo de pobreza, tenerlos sola, aún más. El 54,3% de los hogares monoparent­ales está en riesgo de pobreza o exclusión social, casi el doble que la población en general (27,8%). Ana Saiz, la analista de calidad en una empresa informátic­a, señala que se quedó sin trabajo cuando estaba embarazada de su segunda hija. “Tenía un empleo indefinido. Sin él, todos los planes se van a la mierda”. Consiguió un nuevo trabajo en plena pandemia, y hace un año se mudó a un pueblo de la Comunidad de Madrid. A su lado, Pilar H. Peces, que ahora tiene 50 años, recuerda que la única vez que ha visto “el vértigo” fue en 2018. “Me despidiero­n, con dos niñas y con casi 50 tacos”, recuerda. “Cobré el paro, se acabó el subsidio y tuve que ir a servicios sociales para que me dieran tarjetas para comprar comida. Estuve cuatro meses sin ingresos”. Se puso a opositar. Ahora es interina, y sigue estudiando para sacarse la plaza. Pero la reacción es unánime. Ninguna volvería atrás. Hace falta añadir una “perspectiv­a monoparent­al”, dicen, para que ellas puedan, por fin, estar incluidas.

Muchas sobrepasan el tope de edad, 40 años, y por eso van a la privada

Ante la falta de apoyo y ayudas, realizan actividade­s “para hacer tribu”

 ?? / ANDREA COMAS ?? De izquierda a derecha, Eva María Bernal, con sus hijos Aitana y Martín; Pilar H. Peces, con sus hijas Candela y Jimena; Marga H. Peces, con sus hijos Juan y Sara; Ana Saiz, con su hijo Diego (María se escondió para la foto); y Mónica de Tomás, con su hija Laia, en un parque de Rivas Vaciamadri­d.
/ ANDREA COMAS De izquierda a derecha, Eva María Bernal, con sus hijos Aitana y Martín; Pilar H. Peces, con sus hijas Candela y Jimena; Marga H. Peces, con sus hijos Juan y Sara; Ana Saiz, con su hijo Diego (María se escondió para la foto); y Mónica de Tomás, con su hija Laia, en un parque de Rivas Vaciamadri­d.
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/ JAVIER HERNÁNDEZ Alazne Páramo, portavoz de la AMSPE, con su hija, en su casa en Bilbao.

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