“Hay que empezar a apoyar al sector privado ucranio”
Vicepresidente de la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial para América Latina y Europa
La carrera de Alfonso García Mora (Murcia, 48 años) ha estado marcada por las crisis. Llevaba varios años trabajando como sociodirector en Analistas Financieros Internacionales (AFI) cuando decidió que tenía que ampliar horizontes y marcharse a trabajar fuera. Se presentó a una vacante en el Banco Mundial, pero su jefe, el recientemente fallecido y añorado Emilio Ontiveros, le quitó la idea. “Viene una crisis tremenda en el sector financiero, tu área, vas a aprender muchísimo. No es momento de marcharse”, recuerda que le dijo. “Y tenía razón”, remata. Era 2008. Una vez culminado el rescate financiero, en 2012, el organismo volvió a llamar a su puerta. Su experiencia con la crisis financiera española le llevó a lidiar con los problemas del sector en América Latina. Y de crisis en crisis, y tras dar el salto al brazo financiero del Banco Mundial, llegaba el pasado julio a su actual puesto de vicepresidente de la Corporación Financiera Internacional (IFC, en sus siglas en inglés) para Europa y América Latina. Desde ahí dirige la respuesta regional a la guerra en Ucrania y la recuperación tras la pandemia. “Otra crisis, es mi sino”, dice con una media sonrisa.
García Mora sostiene que la ayuda internacional a Ucrania debe empezar a poner el foco en el sector privado. “No está recibiendo ningún tipo de apoyo internacional. Nosotros les estamos prestando líneas de financiación comercial y apoyo con capital circulante. Pero el problema es que el 30% de las empresas ya han quebrado. Y el 70% del empleo del país depende del sector privado. Si no empezamos a protegerlo, el país puede entrar en un círculo vicioso muy complicado”, advierte. Dentro del sector privado, la atención debe estar, según el economista, en “el sector agropecuario, no solo por el impacto que tiene dentro de Ucrania sino por las externalidades que tiene hacia el resto. Rusia y Ucrania producen el 20% del cereal de todo el mundo y hay muchos países que dependen de ello”. De forma paralela, insiste en la necesidad de avanzar en la transición energética en la región. “No solo por la dependencia energética de Rusia, Europa del Este es la región del mundo más ineficiente en términos de consumo de energía y hay que avanzar para cambiar los modelos de consumo y las fuentes de energía”. Su discurso bulle cuando empieza a hablar de las medidas para adaptar a las economías a las inevitables consecuencias del cambio climático, de los bonos azules para financiar proyectos relacionados con el agua, plantas de hidrógeno verde, energías renovables, proyectos de reciclaje, pero también bonos de género y bonos a colectivos desfavorecidos, como los inmigrantes.
“El gran problema de América Latina es que apenas invierte en infraestructuras”
Eso es lo que ha venido a ofrecer en su reciente viaje a Madrid a las grandes empresas españolas, que vuelvan a invertir en Latinoamérica. “He percibido mucho interés. Hubo unos años en los que, como consecuencia de la crisis financiera, había que desapalancar balances, volver a las esencias del negocio y eso provocó un cierto repliegue en las empresas, que ahora vuelven a mirar con interés a la región sobre todo con las banderas de la sostenibilidad, la inclusión, el clima…”. Las áreas donde pone el foco el brazo financiero del Grupo Banco Mundial.
“La economía latinoamericana ha madurado en términos de riesgo regulatorio y político. Recuerdo cómo fueron las elecciones
de 2002 en Brasil, con una volatilidad enorme de los mercados y los ataques al real. En cambio, ahora, pese a la polarización y un resultado muy ajustado, los mercados y la economía gozan de estabilidad. Esa es la madurez del sistema que hay que aprovechar”, resalta. En cambio, la región será, junto a Europa, la que menos crecerá en 2023. “El gran problema de América Latina es que apenas invierte el 2% del PIB en infraestructuras y eso no es nada para una economía que necesita enormes inversiones de todo tipo. La inversión está correlacionada con la certidumbre que tienes de estabilidad de medio y largo plazo, que es lo que Asia ha hecho muy bien”, como bien sabe después de pasar dos años como vicepresidente del IFC para esa región. Sin crecimiento, no hay inclusión, la gran obsesión de García Mora en la región con mayor desigualdad en el mundo. “Si la región no crece por encima del 2% no genera inclusión. Tiene un problema de productividad serio que arrastra desde hace años”, subraya. “Para nosotros la inclusión pasa por el acceso a la banda ancha (...) Actualmente, solo el 13% de la población en la región tiene acceso a banda ancha. Si pasara al 50%, cambiaría el ecosistema completamente”, concluye.
El economista cree que la inclusión pasa por el acceso a la banda ancha