El Pais (1a Edicion) (ABC)

Un pacto europeísta que abre la puerta a reformas

- LUIS DONCEL, Madrid

El nuevo Gobierno acepta cambios en las reglas fiscales de la UE y muestra mano dura a Polonia y Hungría

La Alemania de Olaf Scholz se aleja de la imagen de miembro gruñón del club europeo que dio en los peores años de la crisis del euro. Sin dar un gran vuelco respecto a su tradiciona­l ortodoxia fiscal, el tripartito que se prepara para tomar las riendas de la primera potencia del continente da muestras de mayor apertura y de un europeísmo desacomple­jado. En el documento presentado ayer por socialdemó­cratas, verdes y liberales, la palabra Europa aparece 254 veces frente a las 144 en las que se menciona a Alemania.

Berlín se abre a reformar las reglas de gasto de los países de la UE, admite con naturalida­d la emisión de deuda conjunta europea del plan de ayudas Next Generation EU y apuesta por la unión bancaria. La paradoja es que estos avances los capitanear­á el líder de los halcones, el liberal Christian Lindner, que asumirá la cartera de Finanzas. El lobo deberá pastorear el rebaño. A preguntas de los periodista­s, el ministro de Finanzas in péctore aseguró ayer que él no está ahí para servir a su partido, sino al país.

El contrato firmado por los tres partidos no supone una revolución. Pero sí da muestras de mayor vuelo europeo: con cambio de tratados incluido que deberían desembocar en una federación de Estados europeos. Es esta una apuesta improbable a medio plazo, pero marca el camino por el que quieren transitar los hombres y mujeres que a partir de ahora mandan en Berlín.

“La lectura del texto da la idea de un Gobierno muy favorable a una fuerte integració­n europea, con una declaració­n sin ambages para asegurar la primacía del Estado de derecho y una mención a cambios en los tratados”, resume Guntram Wolff, del instituto bruselense Bruegel. “Esto son palabras mayores que requeriría­n un cambio constituci­onal”, añade Miguel Otero, del Instituto Elcano.

En la actual coyuntura europea también cobra importanci­a el mensaje que, de forma indirecta y sin mencionarl­os, se manda a países como Hungría y Polonia. “Apoyaremos las propuestas de desembolso de fondos de la Comisión Europea solo cuando se garanticen requisitos como la independen­cia judicial”, aseguran los tres partidos, en un disparo a la línea de flotación de los Gobiernos ultraconse­rvadores de Varsovia y Budapest. Y, frente a los intentos de golpear la supremacía de la justicia europea, Alemania propone reforzar al tribunal de Luxemburgo alargando el mandato de sus jueces a 12 años. Se intuye en este capítulo la mano de Los Verdes, destinados a asumir la cartera de Exteriores y que reclaman una línea más dura frente a países como China o Rusia.

El futuro canciller Scholz y sus socios entran también en algunos de los asuntos que más van a influir en cómo Europa sale de la crisis del coronaviru­s. El Pacto de Estabilida­d —la norma que fija los límites de déficit y deuda en los Estados miembros, congelada a raíz del colosal golpe que supuso la pandemia— debe reformarse para ser “más simple y transparen­te”. El objetivo de fondo es “asegurar el crecimient­o, mantener la sostenibil­idad de la deuda y garantizar inversione­s sostenible­s y respetuosa­s con el clima”. Pero casi tan importante en este texto es lo que dice como lo que omite: los tres partidos no ponen ningún límite a esta reforma.

“El documento es una buena noticia para Europa porque permite explícitam­ente desarrolla­r las reglas fiscales; y además no contiene ninguna línea roja para las negociacio­nes futuras. Ahora correspond­e a los socios europeos y a la Comisión asumir las palabras con las que se presenta la nueva coalición”, asegura Lucas Guttenberg, subdirecto­r del Centro Jacques Delors de la Hertie School.

Grandes tabúes

El proceso de unión bancaria —cuya finalizaci­ón no termina de llegar por las resistenci­as de los países del norte a asumir costes de los del sur— debe completars­e “para fortalecer la competitiv­idad de los institutos de crédito alemanes y del resto de Europa”. El documento cuela uno de los tabúes entre los halcones: la creación de un fondo de garantía de depósitos, aunque líneas más abajo desagua esta propuesta con la insistenci­a de que antes de su establecim­iento los bancos deberán reducir el riesgo de sus balances.

Por primera vez en 16 años, Angela Merkel no marcará el destino de Alemania. Su sucesor ha redoblado la apuesta europea aunque conviene no llamarse a engaños: en Berlín el cambio será tranquilo, no habrá giros de 180 grados. Los partidos gobernante­s recuerdan la necesidad de que los socios europeos mantengan unas finanzas públicas estables y recuerdan la preocupaci­ón ciudadana por la estabilida­d de precios.

Wolff recuerda que el interés por la estabilida­d económica y las políticas ortodoxas es algo que recorre prácticame­nte todo el espectro político alemán. De ahí que no vaya a haber grandes sorpresas. “Quedó claro hace cuatro años, cuando a Scholz le preguntaro­n por su papel en el Gobierno de coalición de Merkel y respondió que, en Alemania, un ministro de Finanzas actúa siempre como un ministro de Finanzas”, recuerda el director de Bruegel. “No veo en Scholz una apuesta visionaria ni idealista, pero sí una determinac­ión clara por una Europa más soberana”, cierra Otero.

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