El océano Atlántico lleva calentando el Ártico cien años
Las aguas más cálidas y salinas aceleran el proceso de deshielo de los mares polares
El océano Atlántico se está infiltrando de forma creciente en el Ártico desde inicios del siglo XX. Viniendo del sur, las aguas atlánticas son más cálidas y saladas. Esto hace que las masas marinas congeladas estén acelerando su deshielo. Este proceso se une al impacto ya conocido del calentamiento global. Entre los dos fenómenos, la región ártica se está calentando a un ritmo que dobla el del resto de los océanos del planeta.
Los climatólogos sabían que el Ártico se calienta más que los demás océanos desde hace al menos cuatro décadas. Esta amplificación térmica parecía relacionada con el propio deshielo. De modo resumido, debido al cambio climático, el avance anual del hielo en los meses fríos decrecía mientras que la retirada de la capa helada en los meses cálidos era cada vez mayor y más acelerada. El resultado significaba menos hielo y por menos tiempo. Esta capa helada reflejaba, como un espejo, buena parte de la radiación solar que ahora atrapan aguas muy oscuras. Y de ahí el calentamiento extra de la región y todas sus consecuencias ecológicas regionales y globales.
En 2017, la revista Science publicó una investigación ruso-estadounidense que mostraba cómo el mar de Barents (que baña buena parte del norte de Siberia) llevaba desde inicios de siglo cambiando su estructura. Los mares árticos, por la baja temperatura y menor salinidad (debido al aporte de agua dulce del deshielo) son muy estáticos y apenas hay circulación vertical. En el resto del planeta, el agua del mar es como el aire en la atmósfera: las diferencias de temperatura y salinidad mueven las corrientes. El Ártico permanecía casi ajeno. Pero aquel estudio mostró que las aguas del Polo Norte, empujadas por las atlánticas más cálidas y salinas, se estaban moviendo. Al fenómeno lo bautizaron como atlantificación. Ahora, otro trabajo, este publicado en Science Advances, apunta a que esta atlantificación del Ártico no es de ahora,
Un estudio ha reconstruido los valores de los últimos 800 años
La acción humana empeora el proceso al impulsar el cambio climático
sino que lleva al menos un siglo produciéndose.
Un grupo de investigadores ha reconstruido los últimos 800 años de temperatura y sal en el océano Ártico. En concreto, lo han hecho en el estrecho de Fram, que comunica Ártico y Atlántico, dejando al este las islas Svalbard (Noruega) y al oeste la costa norte de Groenlandia. Para saber cómo de cálidas y saladas eran las aguas en el pasado, se han apoyado en marcadores muy ingeniosos: una serie de microorganismos (algas, arqueas y protistas) sedimentados y fosilizados. Cada uno de estos pequeños seres se comporta de forma diferente según lo fría o caliente que esté el agua o su riqueza en sales. Taladrando el fondo del mar y glaciares, tomaron muestras casi anuales de estos seres.
Gran cambio en el siglo XX
En conjunto, observaron una gran estabilidad en el periodo estudiado, pero entre 1896 y 1917, detectaron cambios en todos los microorganismos analizados. En un grupo de arqueas, sensibles a la temperatura superficial del mar, observaron cambios en su membrana celular. Otros organismos, unos foraminíferos que viven en el fondo del mar, recogen un aumento repentino de la salinidad del agua por esas mismas fechas. Y otras dos especies de arqueas, que suponían el 50% del total de los registros en los 800 años anteriores, casi desaparecen, llegando a apenas un 2% en la primera mitad del siglo XX.
El investigador Tesi Tommaso, del Instituto de Ciencias Polares del italiano Consejo Nacional de Investigación y coautor del estudio, destaca que en esos 800 años “los registros de temperatura y salinidad parecen bastante constantes. Pero, de repente, a principios del siglo XX, se produce este cambio marcado en la temperatura y la salinidad”.
Tommaso admite que no saben exactamente la causa, pero apunta a las grandes corrientes del Atlántico norte. “En concreto, pensamos que el progresivo declive de la convección [movimiento vertical por diferencias de temperatura] en el Labrador, deja más calor en la masa oceánica que avanza hacia el norte”, afirma.
El debilitamiento de la circulación oceánica ya se había detectado, pero se suponía que era cuestión de las últimas décadas. El climatólogo y colíder del grupo de predicción climática del Barcelona Supercomputing Center, Pablo Ortega, afirma que se están acumulando los estudios que señalan a la acción humana como agente del debilitamiento de la circulación atlántica. Con la reciente atlantificación, dice Tommaso, “lo que ha sucedido es que los humanos, básicamente, han acelerado la atlantificación natural”.