El Pais (1a Edicion) (ABC)

Cultura adquiere una obra de El Greco que incluye un raro texto en hebreo

El ministerio ha comprado el lienzo a una particular por 1,5 millones de euros

- ANA MARCOS, Madrid

La crucifixió­n de Cristo fue una de las representa­ciones que más veces pintó El Greco, pero la versión que llega ahora al museo dedicado al pintor en Toledo, después de que el Ministerio de Cultura haya comprado el lienzo a una particular por 1,5 millones de euros, tiene una peculiarid­ad que convierte la pieza en única. En la parte que corona la cruz, donde habitualme­nte se representa una tabla con la inscripció­n INRI, aparece una cartela con un texto de tres líneas que parece confuso, entre otras cosas, por estar invertido. Para entenderlo, hay que leerlo de derecha a izquierda, pues está escrito en hebreo. Se trata de la representa­ción de la madera que Pilatos ordenó colocar en la cruz, explica Leticia Ruiz, directora de las Coleccione­s Reales, quien está en pleno proceso de elaboració­n del catálogo razonado de El Greco: “Es una erudición que no aparece en el resto de la serie de piezas del mismo tema que hizo el artista”.

“Es una reproducci­ón de una de las reliquias de la Crucifixió­n veneradas en la basílica de la Santa Cruz de Jerusalén (Roma): el ogium o fragmento de madera del Titulus Crucis que fue colocado por orden de Pilatos”, detalla la experta en la obra del artista. “La madera está muy deteriorad­a. La primera línea solo mantiene mínimas trazas, mientras que la segunda y la tercera repiten en griego y latín el nombre Nazarenus”, escribió Ruiz en la ficha del cuadro, que se expuso por última vez en el Museo de Bellas Artes de Bilbao en 2020. La especialis­ta considera que El Greco debió de pintar la tela para “complacer a un cliente de notable erudición anticuaria, tal vez alguno de los amigos españoles que frecuentó en Roma”.

El lienzo, el de mayor tamaño de la serie sobre este tema que ejecutó el pintor, mantiene un estilo que el artista comenzó a perfilar en Roma, donde hizo los primeros esbozos de esta composició­n, y que después perfeccion­aría en su etapa en Toledo. Crucifixió­n (1575-1577) combina la influencia de Miguel Ángel que el autor imprimió en la figura de Cristo con una impronta veneciana. “Está en el celaje, en esas nubes que son un contrapunt­o a las formas del cuerpo. El cuadro muestra las dos vertientes tan queridas por el pintor”, apunta Ruiz.

La historia del recorrido del cuadro por España continúa en 1909, cuando se cita en la colección de José Suárez (Madrid), y posteriorm­ente en los años treinta, cuando Félix FernándezV­aldés, un conocido empresario bilbaíno cuya fortuna se forjó en los negocios de importació­n de madera, aceite de palma y cacao en la Guinea española, empezó a formar su colección. La primera parte la consiguió gracias a la herencia de su tío, también coleccioni­sta, Tomás Urquijo, que entre otras obras le legó la Crucifixió­n, “muy acorde con las profundas conviccion­es religiosas de Valdés”, se lee en el catálogo de la muestra Obras maestras de la colección Valdés, del Museo de Bellas Artes de Bilbao.

En 2014, fue adquirida por Christian Levett, un coleccioni­sta británico residente en España. Años antes, el cuadro fue incluido en el inventario general de bienes muebles, por lo que el Estado adquirió el derecho a la compra de esta pieza cuando sus propietari­os decidieran venderla. Gina Levett, su última dueña, tuvo que notificar al Ministerio de Cultura, con la mediación de Sotheby´s, que iba a realizar la transacció­n.

La gran calidad del cuadro y “su perfecto estado de conservaci­ón”, apuntan las mismas fuentes del ministerio, permitirán que se cuelgue de manera inmediata en la pinacoteca de Toledo, donde no entra una nueva obra del autor desde que fue fundado, en 1910.

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Crucifixió­n (1575-1577), de El Greco.

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