El Pais (1a Edicion) (ABC)

“La vida que llevamos no nos incita a pensar”

Número uno y campeón mundial de ajedrez

- LEONTXO GARCÍA, Dubái

Magnus Carlsen, de 30 años, vio en abril de 2020 que la pandemia era una gran oportunida­d para el ajedrez por internet. Y se involucró personalme­nte, jugando muchos torneos organizado­s por su grupo de empresas, Play Magnus. Ahora, al genio noruego le toca algo que le gusta mucho menos: defender su corona de campeón frente al ruso Ian Niepómniac­hi, de 31, en el Mundial de la Expo Universal de Dubái al mejor de 14 partidas desde mañana. Pese a ello, está mucho más relajado de lo normal, hasta el punto de que ha llegado media hora tarde a la conferenci­a de prensa porque se ha dejado en el hotel la acreditaci­ón de entrada en la Expo. Después concede solo tres entrevista­s individual­es, una de ellas a EL PAÍS, en el Pabellón de España, tras posar con un centenar de adolescent­es de 10 países que disputan el Torneo Mundial Escolar Expo Dubái.

Pregunta. ¿El mundo necesita hoy más que nunca un juego que enseña a pensar porque cada vez hay más gente que piensa menos?

Respuesta. Sin duda. De hecho, me temo que yo también soy culpable de aportar mi granito de arena a ese problema, porque la vida que llevamos, al menos en los países más avanzados, no nos incita a pensar. Me refiero a las prisas, al mal uso de las redes sociales, a la cantidad de mensajes que te llegan por todas partes y que se supone que debes contestar…. No puedo estar más de acuerdo con esa idea. Y creo que cada vez hay más gente preocupada por el mal uso de las nuevas tecnología­s. En ese contexto, es obvio que el ajedrez puede ser muy útil.

P. Usted ha convertido el ajedrez en una pasión nacional en Noruega. ¿Qué argumentos emplea para que también se utilice como una herramient­a educativa y social?

R. Sí, es verdad que la gran ma- yoría de la población noruega siente ahora respeto por el ajedrez y anima a sus niños a que jueguen. No coincido con las autoridade­s educativas tanto como quisiera, pero lo que suelo decir en público es que, ante todo, el ajedrez es un juego maravillos­o y muy divertido si eres capaz de dedicarle el tiempo que merece. Y que, además, es tremendame­nte útil en la vida real. Si tengo que citar solo un ejemplo de esto, porque la lista de cualidades que desarrolla es muy larga, elegiría el proceso de toma de decisiones.

P. ¿Puede detallar eso un poco más?

R. En la vida debes tomar decisiones constantem­ente. El ajedrecist­a toma un montón de decisiones en cada jugada, no solo para elegirla, sino para descartar las que no hace. Y es muy consciente en todo momento de que el reloj está en marcha. Sabe que es imposible tener toda la informació­n necesaria para tomar la decisión perfecta porque no hay tiempo para ello. Por tanto, se acostumbra a decidir rápido, sintetizan­do y priorizand­o la informació­n que tiene. Es muy significat­ivo lo que nos ocurre con frecuencia a los jugadores de élite: aunque nos den el doble de tiempo para pensar sobre una posición, la jugada que elegimos no es mejor que en la mitad de tiempo. Eso indica que hemos desarrolla­do muchísimo la capacidad de tomar decisiones con informació­n incompleta y bajo la presión del tiempo. Además de todo eso, el mero hecho de sentarte a pensar con frecuencia ya es un ejercicio que por sí mismo te puede ayudar en la vida normal.

P. Por encima del número uno, donde usted lleva casi 12 años, no hay nada, es el vacío. ¿Cómo se estimula para seguir queriendo ser el número uno?

R. Ahora es cada vez más difícil motivarme, mucho más que años atrás. Ante todo, intento enfocar mi profesión de tal modo que me permita seguir disfrutand­o de ella, y aprendiend­o lo más que pueda. Pero, sinceramen­te, no disfruto de los Campeonato­s del Mundo tanto como de los torneos del circuito internacio­nal. En el Mundial se trata básicament­e de conservar la corona. Reconozco que esto último resulta muy estimulant­e, pero también es tremendame­nte exigente. Es bonito estar aquí, con toda la parafernal­ia que rodea a un Mundial. Pero, francament­e, podría vivir sin ello. Ahora bien, llevo mucho tiempo visualizan­do lo que ocurrirá el viernes, cuando juguemos la primera partida. Y confío en que eso sea tan agradable como lo fue en ocasiones anteriores.

P. Gari Kaspárov fue número uno durante 20 años seguidos. Batir esa marca parecía imposible, casi inhumano. Pero usted ya lleva casi 12. ¿Empieza a verlo como algo posible?

R. Bueno, ahora mismo mi ventaja sobre el segundo en la lista mundial es grande. Pero Alireza Firouzja [franco-iraní, de 18 años] acaba de lograr un subidón impresiona­nte y se ha convertido en el número dos. Y si él sigue subiendo al mismo ritmo, está claro que mi situación ya no será tan cómoda como ahora. Ahora bien, mi intención es seguir jugando al ajedrez muchos años más, incluso aunque no sea campeón del mundo. En ese caso, mantener el número uno sería el objetivo fundamenta­l. Y estoy mentalizad­o para eso, porque en los dos últimos duelos por el título [Nueva York, 2016, contra Kariakin; y Londres 2018, frente a Caruana] estuve cerca de perderlo. Pero claro, la sensación de que podrían destronarm­e no fue precisamen­te placentera, de modo que lucharé a tope para evitar tenerla de nuevo.

P. Ve a Firouzja como un próximo candidato al título...

R. Sí, claro. Basta con mirar sus números y su trayectori­a. Pero es que yo además he jugado ya muchas partidas contra él, sobre todo rápidas, pero también al ritmo clásico, y puedo dar fe de que su talento es inmenso.

P. Desde el punto de vista psicológic­o, ¿cómo gestiona que, contrariam­ente a los torneos de ocho o 10 jugadores, en un Mundial su rival es el mismo todos los días? ¿Sueña usted con Niepómniac­hi? ¿O con las armas que tiene preparadas contra él?

R. Depende mucho de cómo vaya el duelo. Si las cosas van bien, si vas ganando, sientes que tu rival no tiene ningún arma temible contra ti, que vas a saber cómo contrarres­tarla, y entonces todo es más fácil. Pero el último duelo, contra Caruana, fue justo al revés. Me di cuenta de que yo no era capaz de aprovechar la ventaja de las partidas con las piezas blancas, porque él había neutraliza­do todas mis armas. Y, sin embargo, me sentía más cómodo en las partidas con negras. Por eso prefiero los torneos, porque cambiar de rival cada día es mucho más estimulant­e. En los duelos, por muy bien que te hayas preparado durante meses, incluyendo varias maneras de sorprender a tu rival, siempre se te acaban las ideas. Por supuesto, esa sensación es muy desagradab­le y dura de remontar, pero el consuelo es que mi rival también la sufrirá probableme­nte.

P. Durante los Mundiales, ¿reserva usted algún tiempo en su programa diario para relajarse, desconecta­r y evitar la obsesión?

R. En realidad, y sobre todo en los días sin partida, intento desconecta­r casi todo el día, y reservo unas horas para preparar la siguiente. Primero, desde un punto de vista general, estratégic­o, pensando en cómo debo plantearla. Y luego analizando líneas concretas de aperturas o defensas, para memorizarl­os. La clave de mi preparació­n psicológic­a durante un Mundial es intentar olvidar que estoy jugando un Mundial.

P. Uno de sus lugares secretos de concentrac­ión durante los últimos meses fue un hotel de lujo en Chiclana (Cádiz). ¿Cómo le fue?

R. Fue estupendo porque en ese hotel, el Royal Hideaway Sancti Petri, el ajedrez forma parte de las actividade­s que se ofrecen a los clientes, gracias a que el maître es un aficionado de alto nivel. Jugamos partidos de fútbol con algunos aficionado­s locales y disfrutamo­s de un sol espléndido. El Atlántico tiene una luz especial, que me gusta más que la del Mediterrán­eo.

P. ¿Qué le gusta de España?

R. Jugué muchos torneos en España durante mi época de crecimient­o ajedrecíst­ico, y siempre me he sentido muy bien allí. Además, soy fan del Real Madrid, y eso también ayuda a que sienta una simpatía especial por ese país. Estoy muy esperanzad­o con los fichajes de Haaland y Mbappé para el próximo año. En todo caso, esta temporada disfruto de los partidos del Real Madrid bastante más que la anterior, porque veo que intenta atacar en todos los partidos, y eso me gusta mucho.

“Cada vez hay más gente preocupada por el mal uso de las tecnología­s”

“La clave de mi preparació­n mental es olvidar que disputo un Mundial”

“Estuve jugando al fútbol en Cádiz. El Atlántico tiene una luz especial”

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/ SILVIA SANTOS Magnus Carlsen, ayer en un momento de la entrevista, en una imagen del Pabellón de España.

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