Los agentes sociales quieren que se blinden los contratos de formación
Los negociadores buscan evitar que sean otra vía de precarización
La contratación ha sido uno de los asuntos principales sobre los que ha versado la negociación de la reforma laboral estas semanas. La modalidad de formación ha capitalizado los encuentros más recientes, como el de ayer. Sin embargo, según fuentes cercanas al diálogo social, tanto protagonismo no tiene que ver con lejanía alguna entre las posturas de Gobierno, sindicatos y patronal. Más bien todo lo contrario. Las mismas fuentes confirman que solo restan algunos flecos para terminar de acordar el esquema final de estos contratos, y que este nunca ha sido uno de los puntos de mayor fricción entre las partes.
Los de formación representan una modalidad de contratación de uso casi residual en comparación con los indefinidos y los temporales. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2020 se contabilizaron 155.100, apenas el 0,96% del total. ¿Por qué tanto revuelo entonces? Desde el comienzo de las negociaciones, en la bancada sindical ha existido el temor de que las empresas, una vez vieran limitadas las circunstancias en las que poder contratar de manera temporal, pudieran utilizar los acuerdos formativos como vía de flexibilización laboral. Fuentes de Trabajo aseguran que ese temor es infundado, ya que en ningún momento de las conversaciones se han dado pasos que permitieran ningún tipo de precarización de estos acuerdos laborales. “Lo que estamos intentando es que se asimilen lo máximo posible al resto de contratos”, detallan las fuentes.
En la última propuesta sobre los contratos formativos se determinan una serie de requisitos para su uso y que han suscrito sindicatos y Gobierno. Es el caso de la limitación a un máximo de dos años —la mitad de lo que se establece ahora—; que el tiempo de trabajo efectivo no sea superior al 65% de la jornada (el primer año) y que las empresas que se acojan a esta modalidad tengan que inscribirse en un registro público.
A pesar de que no han trascendido los detalles finales, fuentes conocedoras de la negociación reconocen que “solo quedan algunos flecos” alrededor de cuestiones periféricas sobre estos contratos y esperan que se resuelvan próximamente. La siguiente reunión de la mesa para la modernización del mercado de trabajo está programada para mañana. A pesar de esta cercanía, teniendo en cuenta que la negociación se ha de resolver como un todo, es decir, no valen acuerdos sobre apartados concretos, es probable que una vez superada la pantalla de los contratos formativos se continúe sin necesidad de trasladar la consolidación de esta materia.
Aunque los contratos formativos ocuparon gran parte de la reunión de ayer, en ella se abordó de nuevo el problema de la temporalidad, un punto en el que se notan las diferencias. De hecho, fuentes cercanas al diálogo social indican que las negociaciones sobre cómo remediar el abuso de la eventualidad siguen adelante, y aunque el tiempo para determinar el nuevo marco de relaciones laborales es cada vez menor —Europa exige que esté listo antes del 31 de diciembre—, hay margen para lograr un acuerdo.
Desde que el Gobierno presentó hace dos semanas su propuesta para los nuevos ERTE estructurales —y que recibió el rechazo unánime de sindicatos y empresarios— no se han puesto encima de la mesa nuevas propuestas referentes a este apartado o a ningún otro. Fuentes cercanas al diálogo social señalan que las modificaciones que se recogen desde todas las partes se amparan en los textos ya presentados y “sobre ellos se van realizando anotaciones”.