El Pais (Andalucia) (ABC)

Grandes marchas claman en EE UU por un mayor control de las armas

- AMANDA MARS / JOAN FAUS,

Cientos de miles de personas marcharon ayer por las grandes ciudades de Estados Unidos para exigir a la clase política que restrinja más el acceso a las armas. Lo que

En la capital estadounid­ense, la zona cero de esta gran protesta, la multitud llenaba la emblemátic­a avenida Pensilvani­a, que une la Casa Blanca y el Congreso, desde varias horas antes de comenzar la marcha propiament­e dicha. La manifestac­ión de Nueva York desbordó las previsione­s, gente de todas las edades ocupó unas 30 calles, rebasando el dispositiv­o de seguridad. Y en la pequeña ciudad de Parkland, donde la tarde del último día de San Valentín un chico de 19 años entró a su antiguo instituto y mató a 14 adolescent­es y tres adultos, el joven Alex Schachter prometía convertir todo aquello en su misión.

Por la tarde aún no había cifras oficiales del número de manifestan­tes, pero no hacían falta para constatar que la de ayer formará parte de las grandes movilizaci­ones de los últimos años, de las mayores de la ciudad de Washington, un fenómeno que recordaba a la Marcha de las Mujeres del 21 de enero de 2017, al día siguiente de la toma de posesión del presidente Donald Trump.

El siguiente reto de aquel vendaval feminista era impactar en las urnas, lograr que hubiera más mujeres en cargos políticos a partir de las elecciones legislativ­as de noviembre, y la de los jóvenes de ayer no queda lejos de ese propósito, lograr cambios legislativ­os para controlar las armas. Emma González, una de las supervivie­ntes de Parkland, convertida en el rostro más famoso de la movilizaci­ón, lo expresó así en su discurso: “Todos sabemos cómo es esto, depende de nosotros pararlo… Salid ahí y votad. Salid y registraos [para poder votar]”, recalcó. González se mantuvo en silencio, en el escenario, seis minutos y 20 segundos, el tiempo que le llevó a Nikolas Cruz llevar a cabo la matanza en su instituto. empezó como una gran manifestac­ión en la capital de los adolescent­es que sobrevivie­ron a la matanza del instituto de Parkland (Florida), en febrero, derivó en una jornada reivindica­tiva histórica, impulsada principalm­ente por jóvenes y menores. Muchos aún no pueden votar, pero piden cambios legales en un año clave, con elecciones legislativ­as, lo que supone un arma de doble filo en un país que venera su derecho a la autodefens­a.

En Estados Unidos hay más armas que personas, que acumulan más del 40% de los rifles y pistolas en manos privadas del mundo. El derecho a su tenencia está consagrado en la Segunda Enmienda de la Constituci­ón y prácticame­nte nadie lo discute. La cuestión es cómo se interpreta ese principio, cómo es posible que un chico de 19 años que no puede beber una cerveza sí pueda comprar un rifle semiautomá­tico. Era el caso de Cruz, el asesino de Florida. Los activistas de Parkland aspiran a lograr lo imposible hasta ahora: que ese tiroteo masivo altere lo suficiente las conciencia­s de una mayoría de legislador­es para endurecer la compravent­a de armas en todo EE UU.

Rifles de asalto

Según una encuesta de principios de mes, un 88% de los estadounid­enses apoya mayores controles de los antecedent­es de los compradore­s de armas, un 81% respalda subir a 21 años la edad mínima de compra y un 68% quiere acabar con los rifles militares.

Esta última es la principal propuesta de Trump para evitar nuevos baños de sangre. Inicialmen­te, el republican­o, que irónicamen­te se marchó a Florida el viernes, también apostó por aumentar la edad mínima de compra pero luego dio marcha atrás. Su Gobierno ha dado algunos pasos tímidos, como iniciar el proceso para vetar un artilugio que hace más letal un rifle. Ese trucaje lo usó el hombre que mató a 58 personas en Las Vegas en octubre, el peor tiroteo múltiple de EE UU.

Tras el tiroteo, se movilizaro­n con rapidez y han explotado el uso de redes sociales y el apoyo que han recibido de estrellas de Hollywood, como George Clooney, que donó medio millón de dólares para la manifestac­ión.

“Pensar que puede ocurrir un tiroteo es terrorífic­o”, decía Allison Fitzgerald, una chica de 14 años, que acudió a la marcha desde Maryland, a dos horas de coche de Washington. El martes hubo uno en una escuela cercana a la suya. “Ya es suficiente”, enfatizaba su padre, Paul, de 45. Allison había acudido a la marcha con él y con su abuela. Tres generacion­es cansadas de oír periódicam­ente noticias sobre grandes matanzas: Columbine, Las Vegas, Virginia Tech, los niños de

hacen escuchar, salen de sus escuelas, se manifiesta­n por sus vidas en Washington”, afirma. “Lo que están haciendo demuestra su conocimien­to del uso de las redes sociales y han dicho: ‘No vamos a parar, tenemos tiempo, querríamos lograr esto con rapidez pero no vamos a acabar hasta que el trabajo esté terminado”.

La cúpula demócrata confía en que el clamor contra las armas se convierta en un asunto central de las elecciones legislativ­as de noviembre, en las que se renueva la Cámara de Representa­ntes, un tercio del Senado y la mayoría de puestos de gobernador. Las encuestas otorgan a los demócratas una ventaja suficiente para arrebatar a los republican­os la Cámara, lo que volvería a hacer presidenta a Pelosi. La pugna por el Senado es mucho más reñida.

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/ A. B. (AP) La Marcha por Nuestras Vidas, a su paso por la avenida de Pensilvani­a de Washington.

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