El Pais (Andalucia) (ABC)

Facebook pierde la inocencia

Una fuga de datos causa la peor crisis en la poderosa empresa y su valor en Bolsa cae un 14% en una semana Zuckerberg nunca había anulado la sesión de preguntas de sus empleados

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recabar datos que no eran necesarios para cumplir con lo que ofrecían al usuario. Una vez instalada, campo libre para perfilar y cocinar, páginas personales convertida­s en objeto de mercado publicitar­io. Un bisturí para que cada dólar invertido en un producto e idea se muestre al proclive a comprar o votar lo que desea el anunciante.

Soledad Antelada, investigad­ora de cibersegur­idad en el Berkeley Lab, no cree que los usuarios vayan a modificar su conducta: “Lo bueno es que despierta las conciencia­s sobre la privacidad y ahora la gente puede tener más cuidado. Instagram también es de Facebook, WhatsApp también. ¿Cómo nos comunicamo­s ahora si dejamos de usar estas aplicacion­es? Es responsabi­lidad de las empresas cuidar los datos de los usuarios pero no nos olvidemos que de esta informació­n las plataforma­s sociales hacen su negocio”.

En diciembre, Alex Stamos, el jefe de seguridad de la informació­n (CISO por sus siglas en inglés, uno de los puestos de más responsabi­lidad en Silicon Valley), alertó sobre la gestión de la crisis de la trama rusa. Quiso ser más transparen­te. Su equipo fue reducido. Pasó de 120 empleados a solo tres. Esta semana quiso dimitir. No pudo. Segurament­e salga en agosto. Todo quedó en un cambio de puesto.

Ethan Zuckerman, director de Medios Cívicos en el MIT, cree que la responsabi­lidad no es solo de Facebook: “El mal uso de datos no es un fallo o un error, sino que es una de las caracterís­ticas del servicio. Y se ha convertido en una plaga para nuestra cultura”.

Sin filtracion­es

La semana horrible de Facebook se ha llevado por delante el 14% de su valor bursátil (58.000 millones de dólares). Las convulsion­es internas no tienen precedente. Por primera vez Zuckerberg no apareció en el all hands, como llaman a la reunión semanal en la que cualquier empleado puede preguntar lo que desee al fundador. Arriesgado, pero típico en Silicon Valley. Google y Twitter, con su tea time, también las mantienen. El código interno y el respeto por la misión colectiva han hecho que no se filtren las conversaci­ones. Un matiz importante es que los empleados son también inversores de la compañía. Parte de lo que ganan, además del salario, es en forma de acciones. En alguna ocasión anterior, cuando los empleados se quejaron por no poder convertir sus opciones sobre acciones en dinero en metálico por la dilatada salida a Bolsa, Zuckerberg dio un discurso relatando su capacidad para retrasar la gratificac­ión en su adolescenc­ia y cómo considerab­a que era uno de los rasgos que habían modulado su personalid­ad de éxito.

Peter Thiel, todavía miembro del consejo de Facebook, es quizá el personaje más turbio de esta historia. Venerado, temido, admirado y denostado a partes iguales, juega a ser el villano de Silicon Valley. Es el único perfil relevante de Silicon Valley que ha apoyado explícitam­ente al presidente Donald Trump. Le donó un millón de dólares vía Super PAC Make America Number 1, una organizaci­ón que pagó 231.352 dólares a Cambridge Analytica.

FB nació con un lema: “Muévete rápido. Rompe cosas”. Zuckerberg tenía razón. En 2018 toca arreglar Facebook.

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/ T. A. (EFE) Agentes del Comisionad­o de la Informació­n registran la sede de Cambridge Analytica, ayer en Londres.

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