El Pais (Andalucia) (ABC)

Una vida sin papeles

El sistema obliga a los inmigrante­s irregulare­s a vivir en la ilegalidad pero les exige no tener antecedent­es penales para conseguir un contrato

- M. MARTÍN / S. ROSATI,

La paraguaya Delia Servin lleva 12 años en Madrid, pero no conoce la ciudad. Pasó una década sirviendo clandestin­amente en casas y evitando la calle por miedo a ser cazada por la policía. Le pidieron la documentac­ión una vez en 2007 y aún lo recuerda con escalofrío­s: “Me ingresaron en un CIE [Centro de Internamie­nto de Extranjero­s] y me trataron como a una delincuent­e. Me quedé traumatiza­da”. Un juez decretó su expulsión, pero nunca llegó a ejecutarse. Sin embargo, la mancha que dejó en su expediente obstaculiz­ó su regulariza­ción. Tras 10 años, tres intentonas fallidas, dos nietos y la muerte de su padre, consiguió la residencia en España hace dos años. “Me pasé todo ese tiempo sin ver a mi familia. Hasta hoy mis hijos me hacen sentir culpable. Me sacrifiqué para darles la mejor educación, pero me perdí todas sus graduacion­es”, lamenta la mujer de 51 años.

Servin es un ejemplo de esos inmigrante­s que viven de forma irregular en España durante años, invisibles en las estadístic­as, los servicios públicos y las autoridade­s. No se les regulariza, pero tampoco se les expulsa. El último informe oficial sobre los CIE reveló que de los 7.597 inmigrante­s que fueron internados en estos centros en 2016, solo se deportó al 21%. El resto quedó libre con el episodio estampado en su ficha policial. “No tenemos solución para esas personas, solo dejarlas en un limbo jurídico”, lamenta el profesor de Derecho Penal de la Universida­d Rey Juan Carlos José Miguel Sánchez. “Hace falta una alternativ­a. Si los Estados no pueden expulsar, tendrían que regulariza­r. O, al menos, como dicta la Unión Europea, ofrecer unas garantías mínimas para que vivan con dignidad”.

Los que se quedan viven sin derechos. Es la historia de muchas empleadas del hogar, manteros, jornaleros y peones de obra. “Eliges el trabajo de interna para no pisar la calle, pero esto lleva al abuso. Padecí acoso sexual. Pretenden que incluyas servicios sexuales en los 10 euros que te pagan la hora”, resume Marta Arboleda, una colombiana de 42 años que ahora tramita la nacionalid­ad, pero que tardó tres años y medio en conseguir su residencia. “Tienes que ser perfecta para

Delia Servin fue durante 10 años invisible para las estadístic­as

La única solución que se les ofrece es dejarlos en un limbo jurídico

La regulariza­ción exige tres años de residencia y una oferta de trabajo

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