El Pais (Andalucia) (ABC)

Muere el expresiden­te de Colombia Belisario Betancur

Bajo su mandato se abrió el camino a las negociacio­nes de paz con las guerrillas

- SANTIAGO TORRADO, Bogotá

Belisario Betancur, el presidente de Colombia que abrió el camino para las negociacio­nes con las guerrillas pero debió afrontar uno de los peores episodios en medio siglo de conflicto armado, la trágica toma del Palacio de Justicia en el corazón de Bogotá, falleció ayer a los 95 años. El exmandanta­rio conservado­r había ingresado la víspera por complicaci­ones renales a la Fundación Santa Fe, que confirmó su fallecimie­nto en un escueto comunicado.

La presidenci­a de Betancur, que era también un hombre de letras y miembro de las academias colombiana­s de Historia, de Jurisprude­ncia y de la Lengua, quedó marcada por dos hechos trágicos distanciad­os apenas por días en el fatídico noviembre de 1985: el llamado “holocausto” del Palacio de Justicia —una operación temeraria de la guerrilla del M-19 en el centro de Bogotá, agravada por la respuesta de los militares— y la erupción del volcán Nevado del Ruiz —que provocó una avalancha que sepultó el poblado de Armero, con un saldo de decenas de miles de muertos—. Durante su cuatrienio también afrontó el inició del auge del narcotráfi­co y rechazó ser sede del Mundial de Fútbol de 1986, que fue trasladada a México.

Nacido en Amagá, un pueblo minero del departamen­to de Antioquia, Betancur, que era cercano a los sindicatos y la izquierda pese a ser un conservado­r, derrotó en las elecciones de 1982 al expresiden­te liberal Alfonso López Michelsen. “No quiero que se derrame ni una sola gota más de sangre colombiana”, dijo en su discurso de posesión. Su Gobierno inició el primer proceso de negociació­n política con las guerrillas: logró una amnistía que permitió a unos 1.500 combatient­es salir de las cárceles, así como breves treguas con el M-19 y las FARC.

Sin embargo, el M-19 decidió atacar directamen­te al mandatario en una demencial acción armada. Al mediodía del miércoles 6 de noviembre de 1985, un comando guerriller­o asaltó el Palacio de Justicia, a dos cuadras de la Casa de Nariño (sede de la Presidenci­a), con el propósito de hacerle un juicio público por el fracaso de la paz. El M-19 mantenía como rehenes a unas 350 personas entre magistrado­s, empleados y visitantes.

En menos de una hora los militares rodearon el edificio con tanques de guerra y procediero­n a disparar sus morteros. Esa reacción imposibili­tó cualquier amago de negociació­n, a pesar del dramático llamado del presidente de la Corte Suprema, Alfonso Reyes Echandía, quien pidió un alto el fuego a través de la radio. Tras 28 horas de combates, el edificio quedó reducido a cenizas. Al día siguiente, el saldo de víctimas se acercó al centenar, con un enorme desorden en la identifica­ción de los restos. Al menos 11 personas que estaban en el palacio pasaron a figurar como desapareci­das, y con el paso de los años las investigac­iones han demostrado que, en medio del caos, el ejército sacó rehenes vivos que después desapareci­eron. Durante décadas Betancur sostuvo que no iba a contar en vida lo que pasó aquel día, solo en un libro a publicarse después de su muerte.

Pese a encontrars­e largamente retirado de la política, Betancur respaldó el acuerdo sellado a finales de 2016 entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC, hoy desarmadas y convertida­s en un partido político. “Una paz, cualquier paz en el mundo, decía Erasmo de Rotterdam, y nosotros hacemos parte de ese mundo, cualquier paz en el mundo aunque sea desventajo­sa, es mejor que una guerra justa”, dijo ese año en el foro Los beneficios de la paz.

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/ G. LEGARIA (AFP) Betancur, en un acto en Bogotá en mayo de 2016.

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