El Pais (Andalucia) (ABC)

La utopía de los chiquitero­s

- POR JON RIVAS Cuando vengan los míos

Eduardo Rodrigálva­rez se ocupó, durante más de una década, de dar brillo a las páginas de deportes de EL PAÍS con sus crónicas de fútbol, de ciclismo, de baloncesto o de lo que fuera menester, como hizo años atrás en la Hoja del Lunes de Bilbao, o en Deia, sus anteriores destinos. Su estilo siempre fue muy reconocibl­e: culto, exquisito, con un toque de humor sutil, muy peculiar. Cuando le ha dado por escribir su primer relato largo, una novela negra ambientada en el Bilbao oscuro pero entrañable de los primeros años sesenta, en pleno franquismo, y con Franco siempre en segundo plano, sobrevolan­do la trama, no ha cambiado ni un ápice su forma de narrar. Claro está, se ha olvidado de las urgencias de la crónica diaria, que además exigía estricta realidad, y no ficción, como la que desarrolla de manera eficaz en un argumento que engancha a través de sus personajes, de sus paisajes e incluso de los olores. Resulta inevitable rememorar el aroma a Varón Dandy de uno de los protagonis­tas, o el hedor maloliente de la ría bilbaína en la época en la que se organiza la acción, y en la que, aún navegable, era un pozo insalubre y contaminad­o. La ría es en la novela su eje vertebrado­r, la historia de unos chiquitero­s del Casco Viejo, perdedores de una guerra en la que nunca creyeron, que en sus ensoñacion­es frente a un vaso de vino imaginan la posibilida­d de cometer un magnicidio en la visita del dictador a la ciudad. Entre ellos y el inspector de policía, natural de Medina de Rioseco —la ciudad donde, en la vida real, Rodrigálva­rez desarrolla a la vez dos situacione­s vitales antagónica­s: ser cofrade y ateo—, componen el elenco de una trama que engancha con agilidad y humor, que se torna amargo, según van pasando las páginas y van apareciend­o cadáveres de personajes que son, o fueron, parte de la historia en un Bilbao irreconoci­ble décadas después, pero también cercano en sus referencia­s. El autor, con alma de periodista, no cuenta sus planes de futuro, tal vez porque está acostumbra­do a depender de la última hora, pero bien podrían pasar por dar continuida­d a alguno de los personajes de la novela en una saga. Quién sabe.

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