El Pais (Andalucia) (ABC)

Salvini luce músculo en Roma

La Liga reúne en el centro de la capital a 80.000 personas en apoyo a su gestión y promete que no hará caer al Gobierno

- DANIEL VERDÚ,

Canova y Rosati, dos viejos cafés a un lado y otro de la piazza del Popolo, vieron cenar a Federico Fellini y Pier Paolo Pasolini en tiempos de la Dolce Vita romana. Ayer por la mañana estaban llenos de banderitas regionales de Lombardía y Véneto con eslóganes xenófobos. “Primero los italianos”. “¡Qué horror!”, suelta de lado una vecina de la calle Ripetta. No hace tanto, las huestes de la vieja Liga Norte, los bárbaros, como les conocían aquí por sus modos tabernario­s en el Parlamento, solo viajaban a Roma cuando estaban de paso. Pero ayer, a la falda de la elegante Villa Borghese, llegaron hordas de militantes de la Liga en autocares para celebrar a su líder, Matteo Salvini. “¡Solo un Capitano!”, gritaban profanando el último gran mito futbolísti­co de la ciudad. Una puesta en escena para mostrar el músculo del partido que gobierna Italia con el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y que, según las encuestas, hoy ya podría hacerlo en solitario. Salvini, sin embargo, prometió que no hará caer al Gobierno.

La misma plaza fue escenario hace un año de una manifestac­ión de la izquierda contra el fascismo. No llegaron ni de lejos a las 80.000 personas de ayer. La calle está con Salvini, el líder más valorado con un 64% de apoyo (frente al 16% del ex primer ministro Matteo Renzi), que subió al escenario con una sudadera de la Policía. Y el discurso, con ecos mussolinia­nos —comparten muletillas como “io tiro dritto” o “me ne frego”—, cala.

Salvini, el día que una avalancha en una discoteca de Ancona provocó la muerte de cinco menores y un adulto, es la estrella de un mitin que comenzó con un minuto de silencio. Sus escuderos despliegan una mezcla de trumpismo mediterrán­eo con las viejas costumbres del partido secesionis­ta que un día fue la Liga Norte. Erika Stefani, la ministra de Asuntos Regionales, ilustra. Las distintas regiones no deben renunciar a su autonomía, lanza. Y entonces ondean bien alto las banderas de la Padania, la de Escocia y también una gran estelada catalana que acompaña a Salvini en todos los grandes mítines. La Liga, al menos en eso, no es Vox. “Todavía creo en la independen­cia de la Padania. Pero estamos con Matteo y si él cree que es una buena estrategia, adelante”, señala Roberta Leti, una señora de 53 años llegada de Bergamo en autobús con su marido y votante de primera hora de aquel partido secesionis­ta.

“¡La casa es sagrada!”

Cuando llega Salvini, suena el Nessun Dorma de Giacomo Puccini. Él se queda tres minutos con la mano en el corazón mientras la gente corea emocionada su nombre y grita “Vincerò” (Venceré) al son de la famosa aria. El líder de la Liga ha descifrado mejor que ningún otro político en Italia el signo de los tiempos y su discurso, tan transversa­l como inconexo, habla de los efectos de la globalizac­ión, “los problemas reales de la gente”, de los productos italianos frente a “las asquerosid­ades de fuera”, de ese maldito gorrilla que nos pide dos euros a cambio de no rajarnos las ruedas del coche, de una bajada de impuestos, de nuestras sagradas tradicione­s y del derecho a pegarle un tiro a alguien que entre en el domicilio de madrugada. Porque Salvini no está a favor de las armas, pero “¡la casa es sagrada!”, grita.

Subieron también al escenario los gobernador­es de Lombardía y Véneto, las regiones más ricas; hablaron los ministros de la Familia, Lorenzo Fontana, y el de Agricultur­a, Gian Marco Centinaio. Conviene tener hijos, formar familias de padres y madres. “Hoy tenemos una buena noticia, hemos impedido en Nueva York que la ONU equipare nuestros grandes productos como el jamón de Parma al tabaco”, lanza Centinaio con su habitual programa nacional-alimentari­o. La última vez que su partido estuvo reunido en esta plaza no llegaba al 5% de votos. Hoy se prepara para gobernar en solitario Italia y transforma­r Europa.

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/ GETTY Matteo Salvini, vicepresid­ente y ministro del Interior italiano, saluda a sus seguidores en el mitin de la Liga, ayer en Roma.

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