El Pais (Andalucia) (ABC)

Delanteros contra volantes

Pratto, el fichaje más caro en la historia, solo marca 0,27 goles por partido

- J. I. IRIGOYEN / D. TORRES,

Barros Schelotto tiene 45 años; Gallardo, 42. Símbolos de Boca y de River en la década del 90, vestidos de futbolista­s se enfrentaro­n en siete oportunida­des. El saldo favorece al actual preparador xeneize: tres triunfos, dos empates, dos derrotas. En el siglo XXI, la rivalidad se extendió a los banquillos. Ahora, sin embargo, manda Gallardo. Cuatro victorias, tres tablas, tres duelos perdidos.

Ocurre, sin embargo, que en los tres encuentros que han disputado en 2018, el Mellizo sucumbió ante la pizarra del Muñeco. En marzo, el técnico millonario sorprendió al de Boca en la Supercopa Argentina cuando mandó al Pity Martínez a jugar de falso nueve: 2-0, gol del mediapunta. En la Superliga, también utilizó a Martínez para despistar su rival, en aquella oportunida­d lo colocó de extremo: 1-3 en La Bombonera. En la ida de la final de la Libertador­es, Gallardo planteó un nuevo cambio táctico, pasó a jugar con cinco volantes (3-5-2) para intentar robarle el cuero a Boca en el centro del campo. Lo logró, aunque se marchó con un empate del estadio xeneize (2-2). Se respetan y hasta se tienen aprecio. “Tengo una gran relación con Marcelo”, advierte el técnico de Boca, que quiere igualar una marca de su homólogo: estampar su nombre en la Libertador­es como jugador y técnico.

La solidez defensiva del River de Gallardo siempre ha estado sostenida a partir de un portero contundent­e. Primero fue Marcelo Barovero y después, de una etapa de transición, Armani se ha consolidad­o bajo el larguero del Monumental. Las paradas del guardameta millonario han sido tan destacadas que hasta se ganó una plaza de último momento para Rusia 2018. Determinan­te, por momentos invencible, Armani llega al Bernabéu en modo terrenal. Al meta lo custodian dos centrales experiment­ados: Maidana (33 años) y Pinola (35). Es justamente Maidana uno de los símbolos de la hinchada, único supervivie­nte del equipo que descendió al Nacional B. Gallardo puede optar por conservar el sistema que utilizó en La Bombonera y sumar a Lucas Quarta como tercer central para incorporar a los laterales, Montiel y Milton Casco, al mediocampo.

Mutó el River de Gallardo. Cuando el técnico se hizo cargo del equipo en 2014, River era un equipo avasallado­r, capaz de ejercer una presión altísima, entonces una rara avis en el fútbol argentino. Hoy River juega a un ritmo más pausado. Administra con más criterio las transicion­es a las órdenes del joven Ezequiel Palacios, rodeado de dos perros de caza, viejos referentes del club como Enzo Pérez y Ponzio. El exjugador del Zaragoza llegó al Monumental cuando River estaba en el Nacional B y desde entonces se ha ganado un lugar de privilegio en la afición millonaria. Cuenta Gallardo con la posibilida­d de sumar a Nacho Fernández y a Quinteiro a la medular para volver a utilizar la línea de cuatro defensores en la zaga.

Al River de Gallardo, sin embargo, le falta gol. El cuadro de

Palacios administra las transicion­es, rodeado de Enzo Pérez y Ponzio

la banda toca en la medular, pero desvanece en ataque, aquejado por las lesiones de Scocco (se recuperó, pero no llega en forma al Bernabéu) y de Rodrigo Mora, sumado a la suspensión del colombiano Borré (vio la amarilla en la ida), autor de tres goles en esta edición de la Copa Libertador­es. Sin su artillero, Gallardo apuesta por el habilidoso Pity Martínez, indescifra­ble en el uno contra uno, junto a Pratto. El problema es que Pratto, el fichaje más caro en la historia del club —9,2 millones de euros— no tiene en su carrera un promedio de goles por partido demasiado elevado (0,31) y ha mermado desde que llegó a Núñez (0,27).

Julián Álvarez es la nueva perla de la cantera y, probableme­nte, el mejor activo de Gallardo en el banquillo. La profundida­d del plantel se inclina en favor de su rival. Un hándicap si el duelo termina en la prórroga.

A diferencia de Gallardo, el equipo de los Barros Schelotto cuenta con un banquillo de lujo. Los delanteros Tévez, Mauro Zárate y Benedetto prometen pegada. La pausa de Gago, exjugador del Madrid, es la carta administra­tiva si el técnico necesita un volante que le gestione una hipotética ventaja durmiendo el partido o una desventaja lanzando el ataque si necesita remontar.

Desde que llegó a la Boca, a Barros Schelotto se le atragantó la portería. En dos años y medio probó con cuatro guardameta­s (Orión, Werner, Sara y Rossi) hasta que esta temporada se ha consolidad­o Andrada. Dudas bajo los tres palos y también en la zaga. Sombras en los laterales,

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