El Pais (Andalucia) (ABC)

EE UU y Rusia siembran la división en la Cumbre del Clima

Washington y Moscú se unen a Arabia Saudí y Kuwait para bloquear un informe que urge a actuar contra el calentamie­nto

- MANUEL PLANELLES,

La cumbre sobre cambio climático de las Naciones Unidas, que este año se celebra en la ciudad polaca de Katowice, afronta su semana final, en la que las negociacio­nes tienen ya un perfil menos técnico y en la que entran en juego los ministros y representa­ntes políticos de los casi 200 países participan­tes. Y enfila esta semana dividida: EE UU, Rusia, Arabia Saudí y Kuwait se unieron el sábado para impedir que en la cumbre se “acogiera con satisfacci­ón” el último informe del IPCC, el grupo de expertos encargados de monitoriza­r para la ONU los efectos del cambio climático y las formas de combatirlo.

Ese informe, básicament­e, lo que señala es que el planeta se está quedando sin tiempo para que el calentamie­nto esté dentro de unos umbrales manejables. El Acuerdo de París —que se debe desarrolla­r durante esta cumbre de Katowice— establece que los países tienen que reducir sus emisiones de gases de efecto invernader­o para que a final de siglo el incremento de la temperatur­a del planeta esté entre el 1,5 y los 2 grados centígrado­s respecto a los niveles preindustr­iales. Y el último informe del IPCC pedía a los Gobiernos que de forma urgente, durante la próxima década, acometan recortes drásticos de sus emisiones para cumplir con esa meta.

Este análisis fue encargado al IPCC por los casi 200 países que cerraron en 2015 el Acuerdo de París. Sus conclusion­es no fijan obligacion­es para ningún Estado. Tras su presentaci­ón en octubre, en esta cumbre se debía dar esa bienvenida con “satisfacci­ón” al estudio. Pero esos cuatro países se negaron el sábado a que se diera ese paso y proponían que solo se optara por la fórmula de “tomar nota”, algo que rechazan la mayoría de países asistentes. Finalmente, no hubo acuerdo y la declaració­n sobre el informe del IPCC se quedó sin aprobar.

Petróleo y gas

“Siento mucho que haya sido así. Era importante destacar juntos la trascenden­cia del informe de 1,5 grados del IPCC y la urgencia de acelerar la transforma­ción”, lamentó el sábado por la noche la ministra española para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, a través de la red social Twitter.

La no aprobación de esa declaració­n no tiene en principio efectos prácticos inmediatos. “Pero manda una señal preocupant­e para el resto de la semana”, valora David Howell, experto en negociacio­nes climáticas de SEO/BirdLife. Los negociador­es de esos casi 200 países deberán resolver de aquí al viernes la letra pequeña del Acuerdo de París, que está previsto que se empiece a aplicar cuando caduque en 2020 el Protocolo de Kioto. En principio, la parte técnica del trabajo pendiente no parecía demasiado complicada, según algunos expertos. Pero la posición de bloqueo de esos cuatro países es “una señal preocupant­e”, reitera Howell.

Tres de esos cuatro Estados (Arabia Saudí, Rusia y Kuwait) tienen unas economías muy dependient­es del petróleo y el gas, con lo que las medidas drásticas y urgentes de descarboni­zación que planteaba el informe del IPCC les golpearían con dureza. En el timón del cuarto país discordant­e, EE UU, está Donald Trump, contrario a la lucha contra el cambio climático.

Trump ya anunció que su país dejará el Acuerdo de París. Pero este pacto contenía varias cláusulas que hacen imposible que Estados Unidos se marche del acuerdo hasta finales de 2020. Durante las dos cumbres celebradas ya desde la victoria de Trump, la delegación estadounid­ense había mantenido un perfil bajo; ni obstaculiz­aba ni se mostraba activo. Lo “preocupant­e”, explica Howell, es que las pegas en el caso del informe del IPCC puedan suponer un cambio de rumbo de EE UU, es decir, que pase a una posición de bloqueo.

Respecto al informe del IPCC, Howell no descarta que se retome este asunto durante esta semana y que pueda finalmente aprobarse alguna referencia a este documento el último día en forma de declaració­n política. interminab­le, lo que complica el acceso del personal sanitario a muchos lugares así como su movilidad. “Las circunstan­cias de esta epidemia son diferentes y la convierten en muy complicada. Mi sensación es que, si no cambian las cosas, esto va a durar aún entre seis o nueve meses más”, asegura Luis Encinas, enfermero español y experto en ébola de Médicos sin Fronteras (MSF), quien regresó hace tres semanas de la zona afectada.

Precisamen­te, el pasado jueves se produjeron dos ataques armados con el resultado de 18 civiles muertos en Beni, muy cerca del epicentro del brote, cometidos supuestame­nte por la milicia islamista radical Fuerzas Democrátic­as Aliadas (ADF, por sus siglas en inglés). Los incidentes armados y secuestros son muy habituales en la zona. En noviembre el Ejército y la Brigada de Intervenci­ón de la misión de Naciones Unidas en la República Democrátic­a del Congo lanzaron una ofensiva para destruir los campamento­s del grupo, en armas en este país y en Uganda desde hace 23 años. donde la gente se movía muchísimo de un país a otro, pero sería catastrófi­co que saltara a Goma o a campos de refugiados de Sudán del Sur”, añade.

Además de la insegurida­d y de las deficienci­as del trabajo realizado con las comunidade­s, que está en el origen del rechazo de la población a recibir atención sanitaria, el experto de MSF añade otros tres factores clave: “Hay una gran densidad de población en ciudades como Beni y Butembo, nunca antes se había producido una epidemia de esta enfermedad aquí y el sistema de salud es muy frágil, está debilitado y ello provoca, por ejemplo, que los estándares de protección del personal sanitario estén por debajo de mínimos aceptables”. Un total de 44 sanitarios se han contagiado ya y 12 han fallecido, según las cifras del ministerio.

La peor epidemia de Ébola de la historia se declaró a finales de marzo de 2014 en Guinea y se extendió rápidament­e a Liberia y Sierra Leona. Tras dos años, se dio por erradicada en 2016 con un total de 28.646 contagios y 11.323 muertos.

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/ REUTERS Activistas de Greenpeace proyectan un mensaje de protesta en la sede de la cumbre, en Katowice.
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/ J. WESSELS (GETTY) Personal de MSF atiende a un enfermo en Butembo.

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