La UE supedita la prórroga del Brexit a un acuerdo entre May y Corbyn
La debacle parlamentaria del Gobierno de Theresa May aboca a una prórroga del plazo para el Brexit (que expira el 29 de marzo) o a un Brexit duro sin periodo transitorio ni condiciones pactadas. La UE sigue dispuesta a ofrecer una tregua si Reino Unido necesitara más tiempo para la tramitación del acuerdo de salida. Pero, visto el caos político reinante en Londres, la UE exigirá a cambio un acuerdo entre el Gobierno conservador y la oposición laborista que garantice la consumación del Brexit en las condiciones pactadas con Bruselas.
La petición corre el riesgo de levantar ampollas en Westminster, donde podría interpretarse como una humillante exigencia de consenso comparable a la que Bruselas requería a los países rescatados durante la fase más aguda de la crisis de deuda de la zona euro.
La respuesta de Bruselas a Londres fue analizada el miércoles en una reunión de crisis en la que han participado los secretarios generales de la Comisión Europea y del Consejo Europeo y los embajadores de los 27 países de la UE en Bruselas. Un portavoz de Downing Street aseguró ayer que Londres rechazará la prórroga si el Consejo Europeo se la ofrece.
El continente, por su parte, ha acelerado los preparativos para el Brexit, pero cada país a su manera. El Parlamento alemán aprobó ayer la ley que gestionará la desconexión pero dando por supuesto que se logrará un acuerdo con Londres y habrá un período transitorio de salida hasta 2021. El Gobierno francés, en cambio, ya ha puesto en marcha la normativa necesaria para un Brexit duro.
Fuentes comunitarias aseguran que, a pesar de todo, el club europeo se mantiene unido y evocan, como ejemplo, la reacción sincronizada y similar de las 27 capitales tras el apabullante rechazo del Parlamento británico al acuerdo del Brexit presentado por May (432 votos en contra y 202 a favor). La decisión de la UE de condicionar una posible prórroga a un acuerdo entre conservadores y laboristas se atribuye a la contundencia de la derrota encajada por la primera ministra (230 votos de diferencia), la mayor de un Gobierno en la unión aduanera con Europa, un modelo similar al de Turquía y que evitaría la aparición de una frontera entre Irlanda del Norte (territorio británico) y la República de Irlanda (socio de la UE).
Sin esas dos condiciones, aseguran las mismas fuentes, será casi imposible evitar el descarrilamiento del Brexit y no tendría sentido parar la guillotina que el 29 de marzo cortará los lazos entre Reino Unido y la UE. “Ningún cambio en el acuerdo de salida bastaría para cambiar el sentido de más de 200 votos”, zanja una fuente europea. “No podemos rescatar a May. Tiene que salvarse ella misma”, añade la misma fuente.
La primera ministra parece haber captado ya el mensaje y ha iniciado la búsqueda de apoyos más allá de su propio grupo parlamentario (317 escaños sobre un total de 650), donde casi un centenar de parlamentarios votaron en contra de su acuerdo. May ha iniciado ya los contactos con los grupos más favorables a la permanencia en la UE o a un Brexit muy blando (liberales, nacionalistas escoceses y galeses).
Difícil aritmética
Pero la aritmética parlamentaria requiere reclutar muchos escaños entre el laborismo (256 escaños) y solo tres de sus diputados apoyaron el acuerdo.
Fuentes comunitarias calculan que May necesitará tiempo para fraguar el consenso necesario. Bruselas solo deja un camino a Londres: un acuerdo entre la primera ministra y la oposición liderada por Corbyn que reúna los votos para ratificar un acuerdo. “En cierto modo, queremos un voto a favor antes de proceder a cualquier cambio o seguir adelante”, dice una fuente diplomática.
Bruselas mantiene la esperanza en la ratificación del acuerdo. “De momento, no podemos decir que estamos ante una tragedia porque no se ha escrito el último acto”, señala una fuente comunitaria. Y recuerda el caso de la crisis con Atenas en 2015, cuando el Grexit (salida de Grecia de la zona euro) parecía inevitable y en poco tiempo se encontró una salida: “En pocos días se pasó de un referéndum que rechazó el rescate a un acuerdo que lo aprobó y mantuvo a Grecia en la zona euro”.
El Brexit tiene una solución alternativa al No Acuerdo que propugnan los eurofóbicos sin explicar sus consecuencias. Se llama segundo referéndum, y por él deberían apostar los laboristas, dejándose de cálculos electoralistas. Sería la manera democrática de salir del catch 22 en el que está atrapado el país.
Es posible que una nueva consulta altere el resultado y gane permanecer en la UE, pero no cambiaría la realidad de que Reino Unido está partido en dos. Son los tiempos: unos corren hacia el siglo XX; otros caminan por el XXI. La revolución tecnológica no ha ayudado, de momento. Hemos reemplazado la verdad colectiva aceptada, los hechos probados, sobre todo los científicos, por el trending topic ,el prime time, el humo, la media verdad. Muerta la filosofía, reina el marketing.