Los 25 años políticos del Caimán
El anuncio del Caimán coincide con el 25º aniversario de su ingreso en política. Un tiempo en el que Italia ha cambiado de primer ministro 13 veces y él ha ostentado ese cargo en tres. Un periodo marcado por una cultura política berlusconiana basada en el consumo y las técnicas publicitarias, un método que cambió para siempre el país (los hitos políticos positivos son escasos) e inauguró una suerte de populismo del que luego bebieron líderes como Donald Trump.
Por eso en Italia suena ahora extraño que Berlusconi se proponga como dique a una corriente política que tanto contribuyó a desencadenar. 25 años al frente de Forza Italia, un tiempo en el que ha habido que hacer grandes retoques. Ha cambiado el paisaje y todo el equipo. Pero la formación ha sido incapaz de forjar un nuevo líder que tomase el relevo de Berlusconi en estos años. “Todos los delfines que he tenido han terminado siendo sardinas”, bromeó Berlusconi hace pocas semanas. Ni siquiera el más conocido de ellos, el actual presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, pudo seducir al electorado en los últimos comicios.
Vegetariano y animalista
Recuperado ya de su ataque al corazón en 2016, convertido en vegetariano y convencido animalista, no tiene ya en Italia la popularidad de sus mejores años. Más allá de los escándalos y las fiestas Bunga Bunga, queda en el recuerdo colectivo su precipitada caída en 2011 y unas cifras que no corresponden con la leyenda que él trata de cultivar. En los 10 años que gobernó Italia, el país redujo su renta per cápita un 3,1%, según el FMI (el peor dato de la UE en ese decenio). Subió la presión fiscal 1,6 puntos, pero disminuyó un 10,7% el gasto en educación o un 30% el de la cultura, mientras crecía un 35% el de defensa. La prima de riesgo —y una Troika a la que agotó la paciencia— derribó finalmente su obra en otoño de 2011, cuando alcanzó su máximo histórico: 574 puntos.
Pero la situación ahora, sin embargo, es buena para el estilo de Berlusconi. Un enemigo claro (el populismo, que él reinventó en Italia) y un cortafuegos representado en la figura del hombre de éxito. “He decidido presentarme a las europeas para llevar a Bruselas mi voz de una Europa que debe ser cambiada, estar unida y con una defensa conjunta para poder sentarse a la mesa con otras potencias militares mundiales y decidir las situaciones que se examinen”. Nadie en Italia, sin embargo, se lo imagina aceptando un escaño en el Parlamento Europeo y cambiando su legendaria mansión de Arcore por la lluviosa Bruselas.