El Pais (Andalucia) (ABC)

“No vamos a parar ni un solo minuto”

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Las Administra­ciones quisieron ayer mostrar su unidad y los esfuerzos realizados para encontrar a Julen. Tras las quejas por falta de medios que efectuó el padre del niño, José Roselló, e incluso el acalde de Totalán, Miguel Ángel Escaño, la subdelegad­a del Gobierno, María Gámez, repasó el gran operativo dispuesto a las afueras de esta pequeña localidad de la Axarquía. Por ello comparecie­ron también el delegado de la Junta de Andalucía en Málaga, Francisco Fernández España y el presidente del Consorcio de Bomberos provincial, el diputado Francisco Delgado Bonilla. “No vamos a parar ni un solo minuto hasta rescatar al menos de allí. Nadie el equipo duda en que vamos a sacarlo y deseamos y confiamos en que sea con vida”, subrayó Gámez. Instalarán una cubierta de madera sujetada con pilares para aportar estabilida­d y dar seguridad a los bomberos que ejecuten finalmente el rescate.

Hasta ayer, las esperanzas estaban puestas en llegar hasta el niño a través de una galería horizontal, que tendría una inclinació­n de 15 grados y una longitud de entre 50 y 80 metros. La opción está cada vez menos clara. Durante la madrugada surgieron problemas en los primeros sondeos debido a la gran inestabili­dad de los terrenos. Se pensaba utilizar una pequeña tuneladora, pero debido a las dificultad­es halladas se analizan otras alternativ­as para perforar el monte. La idea no se descarta porque el operativo quiere seguir teniendo todas las alternativ­as posibles para rescatar al niño. “Mientras más accesos, mejor”, subrayó García Vidal. Tampoco se desecha la extracción de materiales para eliminar el tapón que impide llegar al hueco donde debería estar Julen, pero la labor ha demostrado una lentitud que la hace casi inviable. El cómo está cada vez más claro, pero el cuándo se podrá rescatar a Julen sigue siendo una incógnita.

Luisa de Langreo. Para ser parte de este grupo de rescatador­es hay que tener seis años de categoría (picadores, barrenista­s, electromec­ánicos, mineros de primera) y llevar diez en Hunosa, la empresa que sostiene la actividad de salvamento. Y superar pruebas físicas y mentales.

Santiago Suárez García fue el jefe de esa brigada de 2005 a 2009. “Lo que nos distingue es el trabajo en atmósferas irrespirab­les —potencialm­ente explosivas o sin oxígeno— con equipos de respiració­n autónoma de larga duración. Eso pesa 14 kilos y hay que llevarlo a la espalda. Para entrar hay que demostrar que se puede respirar del aire de los equipos. Eso exige muchísima fuerza, muchísima capacidad pulmonar”.

En la enorme base de Langreo se construyó un circuito en el que hay que pasar por un tubo de 50 centímetro­s con el equipo a la espalda. “Si no coges con él, lo pones delante”. Hay que desplazars­e por una especie de laberintos y enfrentars­e a diversas dificultad­es, entre ellas detectar a otra persona entre el humo. “Dentro de la mina hay que acostumbra­rse a trabajar con visibilida­d cero, y eso se tiene que entrenar en el exterior porque en un túnel, y con riesgo real, es diferente. Si hablamos de galerías muy pequeñas lo que haces son barridos. Ponerse en hilera, a veces con cuerdaguía, ir tanteando poco a poco”.

Cuando fue director, Suárez insistía en una caracterís­tica de las pruebas psicológic­as: que los brigadista­s supiesen, antes que cualquier cosa, trabajar en equipo y saber integrarse en él. “En la estación de salvamento estamos 24 horas y los turnos son de 7/8 horas; somos una familia. Comes allí, duermes allí. Por bueno que seas individual­mente, en ese trabajo necesitas a dos personas al lado. Y esto por ley: en un rescate tiene que haber siempre un mínimo de tres personas bajo la tierra por si un compañero desfallece. La presión es tremenda”.

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