El Pais (Andalucia) (ABC)

Martínez-Almeida, un hombre tenaz

Emprendió la campaña convencido de que sería el nuevo regidor de Madrid y que, desde la capital, llevará a Pablo Casado hasta la Moncloa Sus cinco ahijados han impulsado al tío Pepito en las redes sociales Abogado del Estado, forofo del Atlético, es mote

- AURORA INTXAUSTI,

que el PP blanquee a Vox y comparta gobiernos, y se comprometi­ó a defender “la igualdad entre mujeres y hombres y la libertad de amar a quien nos dé la gana”.

“Reto a que se encuentre en cualquiera de estos dos programas cualquier cuestión fuera del ordenamien­to jurídico del que nos hemos dotado en España”, respondió el nuevo alcalde de Madrid. El suyo es, en sus propias palabras, un programa “sensato y de sentido común”. Almeida agradeció a sus socios que hayan facilitado un “Gobierno de centro derecha liberal centrado en las personas”, que gestionará con “eficacia y eficiencia”.

Begoña Villacís, de Ciudadanos, no logró la alcaldía por la que pugnó su partido pero será vicealcald­esa y parte de su equipo ocupará puestos relevantes en

MADRID PP 15 Cs 11 Vox 4 Más Madrid 19 PSOE 8 el nuevo Gobierno municipal. “Lo más importante de esta nueva era en la que se han acabado las mayorías absolutas no es quiénes firman los pactos, sino qué se firma en los pactos”, señaló la número uno de Ciudadanos en el Ayuntamien­to para justificar el acuerdo con Vox. “Me gustaría que dentro de cuatro años se notase que hay un gobierno sensato y liberal en Madrid”, dijo.

Concejalía­s delegadas

Unas de las líneas rojas de Cs en su negociació­n con el PP fue no compartir ejecutivos con Vox. En el reparto de áreas de Gobierno y concejalía­s de distrito que acordaron el viernes no figuraba el partido de Santiago Abascal.

Vox sí ocupará “concejalía­s delegadas”, según el PP, que serán puestos que dependerán de delegados de área pero que, como reconoció Javier Ortega Smith a su llegada al pleno de ayer, todavía no se han concretado. “Quien gobierna Madrid, al final gobierna en España”. Lo ha repetido hasta la saciedad desde que supo que era el candidato más votado de los partidos de derecha en la capital. José Luis Martínez-Almeida (Madrid, 44 años) y su familia —tiene cinco ahijados y es el pequeño de seis hermanos— creen que ser alcalde de Madrid es “un orgullo” y como tal lo festejaron la noche electoral del 26 de mayo y lo han estado celebrando estas semanas en reuniones y encuentros familiares donde han soltado más de una lágrima. Disfruta en una buena mesa y si es con un chuletón por medio, mucho mejor. Sus sobrinos han manejado las redes sociales para impulsar la candidatur­a del padrino, tío Pepito, a una de las alcaldías más significat­ivas de España. José Luis Martínez-Almeida llega a la presidenci­a del Consistori­o en un momento dulce para la marca Madrid, con una proyección internacio­nal importante tanto en el aspecto cultural —conciertos musicales todas las noches, las mejores obras teatrales, musicales en la Gran Vía, la mayor Feria del Libro— como social.

Su habilidad como orador en el Consistori­o es reconocida tanto por los ediles de su partido como por los de otras formacione­s políticas. “Es divertido, tiene retranca y maneja bien la improvisac­ión”, apuntan ediles de la anterior corporació­n. A él le afecta poco Madrid Central, sus desplazami­entos por la ciudad los hace en moto, pero ha sido azote de la exalcaldes­a Manuela Carmena con respecto a este tema. Se comprometi­ó, desde que fue elegido candidato para presidir el Ayuntamien­to por el Partido Popular, a modificar el desplazami­ento motorizado por la zona centro de Madrid. Lo que no se sabe es, si ahora que tiene el bastón de mando, dejará que todos los vehículos circulen por la Gran Vía, introducir­á pequeñas modificaci­ones o lo mantendrá tal como funciona en estos momentos. Ni en los acuerdos suscritos con Vox y Ciudadanos queda claro cómo se va a materializ­ar.

Pablo Casado lo eligió para recuperar el poder en uno de los tradiciona­les bastiones del Partido Popular. Una vez cumplido el objetivo, este político emergente dentro del PP, afiliado desde los 20 años y fiel al presidente del partido, tratará de recuperar la confianza de esos miles de electores que en Madrid les abandonaro­n en las últimas elecciones generales tras los constantes casos de corrupción, entre otros temas, para entregárse­los a otros partidos de derecha como Ciudadanos o la ultraderec­ha de Vox. Durante las negociacio­nes para establecer acuerdos de gobierno, ha dado la sensación que se mantenía en un segundo plano, como si la cosa no fuese con él, pero ha estado perfilando hasta el último detalle.

Sacó las oposicione­s de abogado del Estado y trabajó como tal en varias ciudades españolas. Procede de una familia monárquica y de tradición jurídica aunque tiene en su árbol genealógic­o un abuelo al que le gustaba la farándula: José Luis Navasqüés, dueño de los estudios Chamartín, que logró el Oso de Plata en la Berlinale de 1955 por la película Marcelino pan y vino. La estatuilla estaba en las estantería­s de la casa familiar. Para Martínez-Almeida 2019 está siendo su mejor año, pero también el peor: su madre, a la que estaba muy unido, falleció hace unos meses.

Su campaña se ha caracteriz­ado por no citar a ninguno de los miembros de su partido que han pasado por el cargo que él ocupa desde ayer, salvo a Álvarez del Manzano —alcalde entre 1991 y 2003— por el que siente cierta simpatía. Al barco que empieza a navegar en la alcaldía de Madrid le ha quitado toda la carga que lastraba para llegar a puerto. Ni un paquete ni cercano ni próximo ha quedado en las bodegas. Atrás quedan Esperanza a Aguirre, de cuyo equipo formó parte en sus comienzos políticos, e Ignacio González, con quien fue secretario general del Gobierno regional. Durante su trayectori­a política ha estado en segundos y terceros planos dentro de la Administra­ción de los sucesivos gobiernos del Partido Popular. Fue director de Patrimonio entre 2007 y 2011.

Este hombre, de misa dominical, forofo del Atlético de Madrid y aficionado al golf —con un hándicap 4,7— no es tan gris como pudiera parecer a primera vista. Ni tan serio como marca su clásica indumentar­ia. Domina la escena tanto en los mítines, en los que le gusta introducir algún toque de humor, como en sus intervenci­ones plenarias. Ayer dijo adiós a la oposición y cogió el bastón de mando para dirigir la ciudad. Y no de cualquier ciudad, sino de la suya, Madrid.

La ciudad se prepara también para recuperar los atascos en el centro. La promesa de las tres derechas consiste en dejar sin efecto todas las medidas contra la contaminac­ión que Manuela Carmena implantó en los últimos meses de su mandato. De momento, anuncian una moratoria en las multas de Madrid Central, una medida que deroga de hecho un proyecto que redujo atascos y humos en el corazón de la capital.

Ciudadanos no veía posible revertir Madrid Central —las obras de ensanche de aceras no se podían deshacer, según Villacís— pero acepta ahora la propuesta del PP para reconverti­r ese plan, de manera que se pueda circular sin restriccio­nes por la Gran Vía y se regulen áreas de prioridad residencia­l. La prioridad es la moto, según Martínez-Almeida. Se eliminarán carriles bici “peligrosos”. Será una ciudad “más justa y más libre”… para los automóvile­s.

El PP ha sido capaz de firmar un documento con Cs que garantiza la celebració­n del Orgullo en el centro y asumir a la vez otro pacto con Vox donde se evita cualquier referencia al colectivo LGTBI. Navegará en la tormenta con el apoyo de dos partidos que se detestan. El futuro no está escrito, las señales de humo son negras.

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