Los herbicidas del futuro están en Utrera
La multinacional Basf desarrolla nuevos productos hortofrutícolas en su centro de investigación sevillano
Apenas hay señales claras que permitan distinguir la finca agrícola donde la multinacional alemana Basf tiene su estación experimental a las afueras del municipio sevillano de Utrera, a pesar de ser la más importante del sur de Europa, según la compañía. Son 60 hectáreas de terreno, donde se siembra, se abona y se riega con regularidad metódica. Pero el objetivo no es tener tomates jugosos y lechugas lozanas. Aquí se cultiva para someter a las plantas y a los frutales a condiciones de estrés hídrico. Y se alimentan adrede pulgones y colonias de insectos, como la temida mosca blanca. Para atacar intencionadamente a la producción, también se propagan plagas, hongos e infecciones. Una tierra fértil para los investigadores de Basf que, encerrados en los laboratorios que hay a pie de campo, experimentan para encontrar el mejor remedio para sanar cada cosecha.
“Hacemos todo aquello que el agricultor nunca haría”, confiesa Ricardo Pavón, el ingeniero que está al cargo de la estación de experimentación. Él es quien mejor conoce este campo de pruebas, donde 20 personas, 30 en temporada alta, trabajan
para “encontrar nuevas moléculas y desarrollar nuevos productos para la protección de los cultivos”, agrega.
Jesús Delgado, el director de marketing de la división agrícola de Basf en España, pone de relieve que en Utrera se ha desarrollado un test que logra dar un tratamiento individualizado a las malas hierbas que atacan los arrozales. “Si se usa siempre el mismo producto, las malas hierbas se hacen resistentes. Es algo similar a lo que sucede si se abusa de los antibióticos”, ilustra. Se produce un efecto malévolo porque, cuando un tratamiento pierde eficacia, “la primera reacción siempre es aumentar la dosis”, indica Delgado. Un remedio a corto plazo pero, en el fondo, un agravamiento del problema.
De los laboratorios de la localidad sevillana ha salido un test que permite afinar el diagnóstico. “Recogemos muestras de las malas hierbas y hacemos un ensayo, incluso un test genético, que nos permite decirle al agricultor qué producto será más eficaz”, sostiene Delgado. “En Utrera hacemos investigación de primer nivel”, apoya Ricardo Pavón. En el centro se testan nuevas sustancias químicas y biológicas para comprobar su efectividad como fungicidas, insecticidas o herbicidas. El ritmo es de 600 ensayos al año.