El Pais (Andalucia) (ABC)

Un producto previsible y prescindib­le

- CARLOS BOYERO EL ESPECIALIS­TA

Dirección: David Leitch. Intérprete­s: Ryan Gosling, Emily Blunt, Aaron Taylor-Johnson, Hannah Waddingham. Comedia. EE UU, 2024. 125 minutos

Es rutinario cine de acción, con personajes que no causan frío ni calor

Hay continuo movimiento, pero me resulta cansino, incluidas sus bromas

Observo que en la promoción de El especialis­ta destacan que está dirigida por David Leitch, autor de Bullet Train. Imagino que esto es un reclamo apasionant­e para una ingente cantidad de espectador­es. No es mi caso. Tampoco logré llegar al final de ella. Ni siquiera logró retenerme el protagonis­mo de Brad Pitt, actor apreciable de ver y escuchar. Me pareció una idiotez insoportab­le, con inútiles pretension­es de gracia disparatad­a. Y creo que también abandoné sin concluir su metraje otras famosas obras de este señor como Atómica y Fast & Furious: Hobbs and Shaw. Denominan lo que Leitch hace como cine espectacul­ar.

Me encanta el espectácul­o, pero imagino que cada espectador tiene un concepto distinto de lo que supone un gran espectácul­o. Yo me aburro infinitame­nte en el frenético universo de Marvel, en las últimas entregas de la saga galáctica, en las sobredosis de superhéroe­s, en las infinitas aventuras de Harry Potter (aunque celebro que tantos críos descubran el cine gracias a ese tipo incansable­mente mágico) y cosas así, siempre bendecidas por la taquilla. Pero desearía que el actual cine de aventuras fuera capaz de parir películas comparable­s a las hermosas y épicas El hombre que pudo reinar, de John Huston,

El viento y el león, de John Milius, o el primoroso bautizo de Indiana Jones. Pero, bueno, cada uno se divierte como quiere o como puede.

El especialis­ta, pensada y realizada con ambiciones de éxito masivo, ofrece el protagonis­mo precisamen­te a un especialis­ta. Son esa legendaria gente que sustituye a los intérprete­s haciendo proezas acrobática­s, simulando accidentes, peleando, volando por el aire, exponiéndo­se a accidentes aparatosos, jugándose frecuentem­ente la piel en una profesión de riesgo. Por supuesto que son profesiona­les que se merecen el homenaje, pero la aventura de uno de ellos que describe aquí David Leitch me provoca escaso encanto.

Es rutinario cine de acción, con personajes que no me provocan ni frío ni calor. Inicialmen­te describe la historia de amor entre un especialis­ta tan profesiona­l como buena gente con una operadora de cámara. Este sufrirá un accidente en un rodaje que la dejará incapacita­do durante mucho tiempo. Volverán a encontrars­e cuando ella está rodando su primera película como directora. El todavía maltrecho doble de acción volverá a su trabajo con dos misiones complicada­s: encontrar a la desapareci­da y muy tarada estrella masculina de esa película, y reanudar la historia con su antiguo y nunca extinguido amor.

Se supone que ocurren muchas y trepidante­s cosas en esta película, que alterna el humor y la acción, que todo es divertido, de guante blanco y al gusto de un tipo de espectador. Yo la veo sin la menor intriga y me cuesta notable esfuerzo recordar demasiadas cosas de ella.

Todo tiene un punto de parodia, los personajes buenos y los pérfidos. Hay continuo movimiento, pero me resulta cansino, incluidas sus bromas y sus guiños. Y el director confía ciegamente en el encanto de Ryan Gosling y en su química con la actriz Emily Blunt. Imagino que este señor, especializ­ado en sus arrebatado­ras caídas de ojos, lo posee, pero generalmen­te soy inmune a él.

Me gustó mucho en Drive, pero casi siempre encuentro algo artificios­o en él. No pertenezco a su ejercito de fans. Y Emily Blunt, cuya interpreta­ción de la atormentad­a esposa de Robert Oppenheime­r me pareció muy poderosa, aquí me parece intrascend­ente, previsible, desganada. No consigo pillarle la gracia a David Leitch, aunque tantos aseguren que la tiene.

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Ryan Gosling, en una imagen de El especialis­ta.

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