El Pais (Andalucia) (ABC)

Fito, el último gran criminal ecuatorian­o que burla a Noboa

El líder de Los Choneros escapó de una cárcel de máxima seguridad nada más llegar al poder el presidente de Ecuador

- CAROLINA MELLA Guayaquil

Con la captura de Fabricio Colón Pico, alias Capitán Pico, cabecilla de la organizaci­ón delictiva Los Lobos, al Ejecutivo de Daniel Noboa le queda un último criminal suelto: José Adolfo Macías Villamar, alias Fito. Ambos delincuent­es se fugaron de las cárceles en las que estaban recluidos ante la mirada inmóvil del Estado ecuatorian­o. Sus maniobras de escape pusieron en jaque al recién llegado Gobierno de Noboa en enero, en medio de una ola de violencia en las prisiones y en las calles que terminaron con la declaració­n de un conflicto armado interno para permitir la militariza­ción de la seguridad.

En la escala de criminales peligrosos de Ecuador, Fito está a la cabeza de todo. Es el líder de Los Choneros, la organizaci­ón delictiva más antigua del país. Hubo un tiempo en el que Los Choneros, que nació a orillas del Pacífico, en el sector conocido como 7 Puñaladas, en la ciudad de Manta, tenía la hegemonía de la criminalid­ad. Lograron borrar a las bandas rivales como los Queseros y Corvichero­s, que eran clanes familiares dedicados al robo y tráfico de drogas. Era el tiempo en el que las disputas por los territorio­s no salían de las fronteras de los barrios y las bandas guardaban ciertos códigos como no matar a niños.

La guerra entre las bandas llevó a que algunas perdieran influencia hasta extinguirs­e, lo que permitió a Los Choneros, cuyo símbolo es un machete, llenarse de poder hasta convertirs­e en un mito. Se decía de ellos que fueron los primeros en crear una escuela de sicarios entre las montañas de la costa manabita, esa zona rural a la que nadie mira. La Policía siempre sospechó, como lo hace ahora con el entrenamie­nto de asesinos a sueldo en Durán, la ciudad tomada por el crimen organizado junto a Guayaquil, pero nunca ha logrado desarticul­ar estos sindicatos del crimen.

Los Choneros se esparciero­n por todo el país y eso les permitió abrir las rutas para el tráfico internacio­nal de droga a través del cartel mexicano de Sinaloa. Es la primera banda que la Policía identificó conectada con la estructura del Chapo Guzmán. En ese mundo criminal creció José Adolfo Macías. Su nombre surge tras ser la mano derecha del cabecilla que dirigió durante varios años a Los Choneros y consiguió la hegemonía del crimen en el país: Jorge Luis Zambrano, alias

Rasquiña. Este fue asesinado en diciembre de 2020, en un centro comercial de la ciudad de Manta, unos meses después de haber salido de la cárcel.

El trono vacío que dejó, desató una guerra que se peleó con machetes en la Penitencia­ría del Litoral. Los presos cortaron cabezas, extremidad­es y hasta les abrían el pecho a sus enemigos para sacar con la mano el corazón como trofeo y muestra de la crueldad a la que estaban dispuestos ejercer por sus reyes. Hasta ese entonces, nunca antes se había derramado tanta sangre en una cárcel. Murieron 80 personas en 48 horas de enfrentami­entos.

De aquella matanza emergieron dos nuevos líderes: Junior Roldán, alias JR, y Fito. Ambos comparten crímenes por los que estaban en prisión. Pero Fito, de 44 años, tiene 14 procesos judiciales por distintos delitos, entre ellos, robo, delincuenc­ia organizada, tenencia de armas y asesinato. Entre todos, sumaron la pena máxima que permite la legislació­n ecuatorian­a de 34 años de prisión, de los cuales solo ha cumplido 12 recluido en la cárcel

Regional de Guayaquil, su fortaleza.

La Regional está bajo el dominio total de Los Choneros, donde las autoridade­s deben pedir permiso para entrar. Los presos que viven en este penal gozan de toda clase de privilegio­s: citas con mujeres, botellas de whisky, cigarros, drogas, gimnasio, piscina, fiestas con juegos pirotécnic­os en los cumpleaños de los líderes y hasta un equipo profesiona­l de cámaras para grabar un videoclip de Fito. Se trata de un narcocorri­do para demostrar su poder sobre el Estado que no logró mantenerlo ni un mes en la cárcel de máxima seguridad La Roca, adonde había sido trasladado el pasado 12 de agosto en un operativo en el que participar­on 3.000 efectivos, entre policías y militares. Fito consiguió la orden de un juez para devolverlo enseguida a su fortaleza.

Fuga sorpresa

De esa cárcel, Fito escapó en enero. No se sabe la fecha exacta. Sí se conoce cuándo se dieron cuenta las autoridade­s de su ausencia: el día 7, cuando un grupo de militares y policías entraron a hacer un operativo de control de objetos prohibidos. Faltaban él y cuatro personas más.

El Gobierno tampoco sabe muy bien los detalles de la fuga o si se trató de un escape, el presidente Noboa reveló en una entrevista que en los últimos dos gobiernos, el criminal más peligroso “entraba y salía como Pedro por su casa de la penitencia­ría”. Así que pudo haber salido sin dificultad, ante la mirada de los custodios que creían que volvería, pero esta vez no lo hizo.

“Nadie sabía que Fito pretendía fugarse”, le dijo la ministra del Interior, Mónica Palencia, a los congresist­as que la llamaron a responder por las acciones u omisiones que permitiero­n la fuga. Cuatro meses después no hay respuestas. El Gobierno dijo más tarde que se escapó porque se filtró informació­n de que sería trasladado de vuelta a La Roca.

Esta es la segunda fuga de Fito. En febrero de 2013, Macías y otros 15 presos más de la banda Los Choneros, incluido el entonces líder de la agrupación, Rasquiña, escaparon de La Roca, donde hoy se encuentra recluido el exvicepres­idente Jorge Glas después del enfrentami­ento diplomátic­o vivido entre Ecuador y México.

Durante 10 meses fueron los criminales más buscados del país, hasta que fueron encontrado­s por la Policía. Para algunos analistas en seguridad, Fito está rearmando a Los Choneros desde la clandestin­idad. Su captura sería un trofeo más para el Gobierno de Noboa, que mantiene su popularida­d basada en la mano dura contra la delincuenc­ia. Hasta que eso no ocurra, Fito es quien ríe el último: Ecuador todavía no ha podido echarle el guante.

La leyenda dice que su banda fue la primera en crear una escuela de sicarios

Los expertos creen que se está rearmando desde la clandestin­idad

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Traslado de Fito en agosto, en una foto del ejército de Ecuador.

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