El Pais (Andalucia) (ABC)

La película maldita de los Beatles brilla con otra luz

‘Let It Be’ fue vista, en su contexto de 1970, como la crónica amarga de la desintegra­ción de la banda. La nueva versión, restaurada por el equipo de Peter Jackson, se ve hoy como una exhibición de talento

- RICARDO DE QUEROL Madrid

A diferencia de su idolatrado Elvis Presley, los Beatles nunca detuvieron su fecunda carrera musical para hacer cine. Ellos daban prioridad a trabajar en el estudio para subir el nivel en cada álbum. Aun así, dejaron un puñado de películas: dos comedias ligeras

(A Hard Day’s Night y Help!), una fantasía de dibujos animados (Yellow Submarine), un desconcert­ante telefilme psicodélic­o (Magical Mystery Tour). Y Let It Be, la película maldita, el documental que fue visto en su tiempo como la crónica de su descomposi­ción.

Let It Be se grabó durante las sesiones que realizó la banda en Londres en enero de 1969, muy estresante­s para los cuatro de Liverpool, incómodos al ser filmados a todas horas. Quedó en un cajón. Y no se publicó (como disco y como película) hasta mayo de 1970, cuando Paul McCartney ya había anunciado, justo un mes antes, el final de la banda. El largometra­je se recibió con amargura, y el espectador de entonces no podía dejar de verlo desde la conmoción del abrupto final. Tampoco la apoyó ninguno de los cuatro

beatles, que ya tenían sus discos en solitario: cuando fue galardonad­a con el Oscar a mejor banda sonora, encargaron a Quincy Jones, director de la orquesta de la ceremonia, que lo recogiera. El disco no tuvo mejor fortuna: McCartney renegó de él, disconform­e con la producción de Phil Spector, y en 2003 lanzó una edición Naked, desnuda, sin la huella del creador del muro de sonido.

La leyenda negra de Let It Be

ha sido tan duradera que al inicio de la era digital la película desapareci­ó de los catálogos. No estaba en ninguna plataforma de televisión, los coleccioni­stas buscaban el rastro de viejos DVD y los fans tenían que recurrir al pirateo. Hasta ahora. Disney+ estrena hoy el filme que dirigió Michael Lindsay-Hogg, remasteriz­ado por Park Road Post Production, el equipo de Peter Jackson (El señor de los anillos). Jackson dedicó el tiempo de la pandemia a trabajar en las cintas originales de la película, 60 horas de vídeo y 150 de audio, para realizar el imponente documental Get Back, estrenado en 2021. Empleó las más avanzadas tecnología­s y algo de inteligenc­ia artificial para dar brillo a ese metraje, y resultó en casi ocho horas de documental con interesant­e material inédito. Una versión muy extendida de Let It Be,

que solo dura 80 minutos. El si

guiente paso era rehabilita­r este filme maldito. Y, con ojos de hoy, el resultado es mucho más luminoso de lo que se recordaba.

La calidad de imagen ha mejorado notablemen­te (algunos objetan cierto abuso colorista); el sonido se ha limpiado de ruido y resulta esplendoro­so. Lo más valioso es que nos encerramos en el estudio con cuatro chicos que no han cumplido los 30, que tienen una creativida­d desbordant­e y a los que se les caen las canciones de los bolsillos. Sigue habiendo química entre John Lennon y Paul McCartney, y es George Harrison el que se rebela contra su rol secundario. De esas sesiones aparenteme­nte caóticas salió Let It Be, pero también gran parte de los temas de Abbey Road (su siguiente proyecto, su verdadera despedida). Pero Abbey Road se lanzó en noviembre de 1969, y tuvo muy buena aceptación, mientras que Let It Be tardó seis meses más y llegó a las tiendas en mal momento. De esas tres semanas de trabajo también salieron algunos temas lanzados luego en sus carreras en solitario, y un montón de otras que fueron descartada­s.

La nueva versión de Let It Be

incluye, como introducci­ón, un breve diálogo entre Lindsay-Hogg y Jackson (quien no aparece en los créditos más que en los agradecimi­entos). El primero explica que lo que él iba a hacer era un documental sobre el regreso de los Beatles a los escenarios. Los Fab Four llevaban sin actuar ante su público desde 1966: no habían querido distraerse de lo mucho que estaban innovando en el estudio. Esta vez pretendían reaparecer a lo grande, para lo que manejaron ideas faraónicas: la más ambiciosa, embarcar con el público en Inglaterra y tocar en un anfiteatro romano en Libia. El director filmaba las sesiones de las que saldrían las canciones pensando que eso sería material secundario, que lo central sería el concierto. Jackson no puede evitar expresarle su envidia: él mismo trabajó con todas esas canciones, pero Lindsay-Hogg había tenido el privilegio de presenciar cómo las creaban delante de sus cámaras.

Los Beatles quemaban etapas muy rápido: cuando otros llegaban a donde habían señalado, ya estaban en otra cosa. El álbum blanco de 1968 ya había dado por terminada la experiment­ación psicodélic­a y marcaba su regreso al rock básico. Se percibe que sienten cierta necesidad de volver a los orígenes: tocan viejos temas suyos y de los maestros del rock and roll. Tratan de recuperar el espíritu de Hamburgo o The Cavern, donde se foguearon.

Cuando montó Let It Be, Lindsay-Hogg se ahorró la mayor parte del material sobre la intimidad de la banda y dio prioridad a mostrarlos haciendo música. Get Back, en sus casi ocho horas, tiene más espacio para dar a conocer la historia, o el cotilleo según se mire: es más parecido a un Gran Hermano, y se entiende que se hartaran del experiment­o. La producción de Jackson en 2021 tiene otro gran atractivo: entender el proceso creativo de cada canción, desde que uno tararea su idea hasta que cuaja en un tema perfecto.

Por eso, Let It Be está más dirigida a que el espectador disfrute de la música, y es más asumible por quien no sea tan incondicio­nal. Recoge también, pero en dosis comedidas, improvisac­iones en el estudio, ensayos y algunas conversaci­ones, en las que se observa cierta tensión. Queda claro que Paul ha tomado las

Entran en el estudio sin un plan, pero se les caen las canciones de los bolsillos

Lindsay-Hogg había ido con ellos a filmar una actuación que iba a ser faraónica

riendas ante un John menos implicado. Hay momentos icónicos, como el vals que bailan Lennon y Yoko Ono (omnipresen­te y silenciosa) mientras Harrison canta I Me Mine. Se les ve pasándosel­o muy bien en alguna jam session (la de Dig It). Y hay una breve discusión que parece anticipar la ruptura, cuando Harrison planta cara a McCartney por sus órdenes: “Tocaré lo que quieras que toque, o no tocaré si no quieres que toque”. Tras ese choque, Harrison desapareci­ó durante seis días. Ni en el filme ni en la serie es fácil entender qué piensa de todo esto Ringo Starr, refugiado en un rol secundario. Y aquí no se subraya lo suficiente el papel clave que desempeñó el teclista Billy Preston, con méritos para optar al título de quinto beatle.

Concierto en la azotea

El berrinche de Harrison acabó de dar al traste con la idea del anfiteatro en Libia. Pero Lindsay había ido a filmar el making of de un concierto. Así que al final tenía que haber uno, que resultó más modesto pero igualmente histórico. Es el concierto sorpresa en la azotea de los estudios de Apple Corp de Londres, bien filmado desde arriba y desde abajo. Al principio, en la calle paran algunos curiosos. Parecen preguntars­e: ¿de verdad serán ellos? Otras personas se las apañan para subir a otras azoteas cercanas y no dan crédito. Ya había una buena muchedumbr­e allí abajo cuando termina la actuación, de solo 42 minutos, bajo la tensa mirada de la policía. Lennon se despide con su sarcasmo habitual: “Esperamos haber aprobado la audición”. ¿Intuía que era su última actuación juntos? John, el fundador, nunca perdonó que fuera Paul quien anunciara la ruptura.

Más de medio siglo después, se puede ver Let It Be sin pena porque se acaben de separar. Se disfruta de una banda de un talento inigualabl­e, que entra el estudio sin tener un plan y sale con material para más de dos álbumes, repleto de canciones emblemátic­as. Apuntaban un camino interesant­e, el de los Beatles que habrían sido en los setenta, pero decidieron hacer el siguiente trayecto cada uno por su cuenta. Disney avanza así en su plan de explotar la franquicia The Beatles como hace con Marvel o Star Wars. Y vienen más proyectos: Sony ha anunciado, para 2027, cuatro biopics, uno por cada miembro del cuarteto, dirigidos todos por Sam Mendes (el autor de 1917). La industria sabe que es muy difícil que quienes aman a los Beatles lleguen a hartarse de ellos.

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ETHAN A. RUSSELL / APPLE CORP Los Beatles, en el estudio durante las sesiones de Let It Be en enero de 1969.

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