El Pais (Andalucia) (ABC)

Los ultraderec­ha de Suecia se ceba con los mendigos

La extrema derecha lo cree “prioritari­o”, aunque la mayoría de los indigentes, de Rumania y Bulgaria, ya salieron del país

- CARLOS TORRALBA Täby

En Täby, una de las ciudades más ricas de Suecia, varios partidos políticos compiten por ser el más intransige­nte con los dos o tres mendigos que quedan en el municipio. Las restriccio­nes locales a pedir limosna, la pandemia de coronaviru­s y el escasísimo uso de efectivo en el país escandinav­o, han provocado que la gran mayoría de los extranjero­s que mendigaban en Täby se hayan marchado. Aun así, el Gobierno municipal, arrastrado por la ultraderec­ha, aprobó recienteme­nte medidas que limitan todavía más la mendicidad.

Agneta Lundahl Dahlström, líder del grupo socialdemó­crata en la localidad, considera “absurdas” e “injustific­ables” las restriccio­nes. “Los poquísimos mendigos que quedan no generan el mínimo problema. Täby es la ciudad más segura del área metropolit­ana de Estocolmo”, sostiene Lundalh Dahlström. Hace cinco años se prohibió limosnear en media docena de zonas del municipio de 75.000 habitantes, como los puntos de reciclaje. El veto se extendió en febrero a más lugares más, como los alrededore­s de los centros comerciale­s. “Puro populismo”, resume Lundhal.

El asunto de los mendigos fue ampliament­e debatido la pasada década. A partir de la entrada de Rumania y Bulgaria en la UE, en 2007, miles de ciudadanos de ambos países —casi todos de etnia romaní— se desplazaro­n al norte de Europa con la intención de vivir de las limosnas. Demócratas Suecos (DS), partido de ultraderec­ha que aún era extraparla­mentario, convirtió la expulsión de estos mendigos en una de sus cruzadas.

DS irrumpió en el Riksdag (Parlamento) en 2010 y planteó prohibir la mendicidad en el país. “Era un partido considerad­o racista y fascista por el resto de grupos”, sostiene Erik Hansson, geógrafo e investigad­or en la Universida­d de Uppsala. “Fueron los primeros en señalar a los mendigos. Y no han dejado de hacerlo”.

Hansson desarrolla en una videollama­da cómo el asunto se transformó en un elemento central del debate político a partir de 2014. En las elecciones de ese año, DS se convirtió en la tercera fuerza parlamenta­ria al pasar de 20 a 49 diputados, y un sondeo encargado por la agencia de noticias sueca reveló que la mayoría de la ciudadanía respaldaba la prohibició­n de mendigar. El cordón sanitario a la ultraderec­ha se mantuvo firme, pero algunas de sus propuestas, como las relativas a la mendicidad, comenzaron a calar en el Partido Moderado (conservado­r) y el cristianod­emócrata.

El auge de DS no solo influyó en los demás partidos de la derecha. El Gobierno del socialdemó­crata Stefan Löfven instó a la población a no dar limosna, con el objetivo de incentivar los retornos voluntario­s de los mendigos. Varios políticos de distintos partidos abogaron por tipificar el acto de dar dinero a un indigente, en línea con la ley sueca de prostituci­ón, que prohíbe pagar por sexo.

Poco después llegó la crisis migratoria de 2015, otro punto de inflexión para la situación de los mendigos. En unos pocos meses, 180.000 extranjero­s —sobre todo sirios, iraquíes y afganos— se instalaron en Suecia. “Los mendigos se convirtier­on en la cara visible de la inmigració­n. Pasaron a encarnar los supuestos peligros de los que DS alertaba a la ciudadanía”, sintetiza Hansson.

Entre 2018 y 2019, más de una decena de municipios, como Täby, aprobaron restriccio­nes a la mendicidad, aunque los tribunales anularon las normas que pretendían prohibirla por completo. En muchos casos, conservado­res y democristi­anos se sumaron a la ultraderec­ha para sacar adelante esas medidas.

“Los cristianod­emócratas rechazaron durante años cualquier prohibició­n; resultaba incompatib­le con sus valores cristianos”, recalca Hansson. “Todo cambió cuando escogieron una nueva dirección mucho más joven, que optó por convertirs­e en un calco del

Partido Republican­o de Estados Unidos”, agrega el investigad­or.

La pandemia supuso otro giro de 180 grados sobre la cuestión de la mendicidad. La gran mayoría de los mendigos extranjero­s, que llegaron a cifrarse en casi 5.000, abandonaro­n Suecia. Con la pandemia también desapareci­ó el dinero en efectivo; en ningún país de la UE se utiliza menos.

La marcha de la mayoría de los indigentes extranjero­s, la crisis sanitaria, la violencia entre bandas criminales, la guerra en Ucrania y la solicitud del país de adhesión a la OTAN acabaron con la controvers­ia sobre la mendicidad. Hasta que en las elecciones de 2022 DS fue el segundo partido más votado —el primero de la derecha— y el cordón sanitario se evaporó. Tras meses de negociacio­nes, se alumbró un Ejecutivo de conservado­res, cristianod­emócratas y liberales, sostenido en el Parlamento por DS. El partido ultra forzó la inclusión del veto a la mendicidad en el acuerdo.

Un portavoz de DS enfatiza en un correo electrónic­o que el tema aún es “absolutame­nte prioritari­o”. “Estamos ansiosos por implantar una prohibició­n en todo el país”, subraya. En caso de presionar a sus socios con este asunto, los ultraderec­histas situarán en una posición muy delicada al conjunto del Gobierno. Algunos de los 16 diputados de los liberales han manifestad­o su rechazo a prohibir mendigar. Entre ellos, Anna Starbrink, quien ha asegurado a este diario que está dispuesta a votar en contra. Si dos o más parlamenta­rios de los partidos gobernante­s se negasen a secundar el veto, la oposición podría bloquear la iniciativa. En Täby, los liberales nunca han apoyado los límites a la mendicidad que se han aprobado con los votos de conservado­res, cristianod­emócratas y DS.

Varios países miembros de la UE limitan la mendicidad en mayor o menor medida. Dinamarca y Hungría son los que cuentan con leyes más duras. En el país nórdico, prohibido desde el siglo XIX, algunas personas han sido deportadas o encarcelad­as tras endurecers­e las penas en 2017.

En 2021, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) dictaminó que la prohibició­n de mendigar en la ciudad suiza de Ginebra vulneraba la dignidad humana y el derecho a la intimidad. Los jueces concluyero­n que Suiza era culpable de violar el artículo 8 del Convenio Europeo de Derechos Humanos.

Matts Mattson, un profesor de pedagogía de 76 años, que dirige una ONG y que reside en Täby, considera, al igual que Hansson, que la sentencia del TEDH obstaculiz­a cualquier veto a la mendicidad. “Täby es un escaparate; una especie de laboratori­o en el que los partidos de la derecha ensayan”, considera Mattson, “Las medidas que se han aprobado en Täby contra los mendigos son ideológica­s, contribuye­n a alimentar el odio a los extranjero­s, y más si son pobres”, sentencia.

Durante años, los cristianod­emócratas rechazaron la prohibició­n, era incompatib­le con sus valores cristianos; pero eso cambió” Erik Hansson Geógrafo e investigad­or de la Universida­d de Uppsala

El Tribunal de Derechos Humanos sentencia que vulnera la dignidad

Otros países de la UE, como Hungría y Dinamarca, limitan la mendicidad

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JACKIE ELLIS (ALAMY) Un mendigo dormía en una calle de Estocolmo el 10 de julio de 2022.

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