El Pais (Andalucia) (ABC)

“El temprano uso de porno explica la mayor violencia en la adolescenc­ia”

El investigad­or del CSIC augura un aumento de la adicción al sexo en internet

- JESSICA MOUZO Palma

Para hablar, para callar o para decidir cuándo cruzar una calle, por ejemplo, el cerebro tiene una especie de frenos que ayudan a modular las conductas. Es el control cognitivo, un proceso cerebral que acostumbra a estar alterado en patologías tan dispares como el párkinson o las adicciones. El neurocient­ífico Ignacio Obeso (Pamplona, 40 años) investiga este y otros procesos cognitivos básicos, como la automatiza­ción de procesos y los hábitos —cómo aprendemos algo y se vuelve habitual—, en cerebros sanos para desentraña­r qué hay detrás de algunas de las dolencias neurológic­as y psiquiátri­cas más complejas: “Tanto en la enfermedad de Parkinson como en las adicciones, el control cognitivo y los hábitos tienen una relevancia porque se alteran. Tratamos de entender cómo esos mecanismos fallan en las adicciones y se generan nuevos hábitos tóxicos”, explica este investigad­or del Centro Internacio­nal de Neurocienc­ia Cajal del Consejo Superior de Investigac­iones Científica­s (CINC-CSIC).

Obeso, que trabaja en el Laboratori­o de Control y Hábito, ha participad­o en el congreso conjunto que celebraron la Sociedad Española de Patología Dual y la Asociación Mundial de Patología Dual hace unas semanas en Palma. En su ponencia, ahondaba en la neurobiolo­gía de la adicción al sexo, un problema de salud al alza: según los datos que expuso en su intervenci­ón, entre el 3% y el 10% de la población mundial, sufre este cuadro. Y cada vez se diagnostic­an más casos.

En la unidad Adcom donde colabora, un centro de la Comunidad de Madrid ubicado en el Hospital Gregorio Marañón y dedicado a la prevención, el tratamient­o y la investigac­ión en trastornos por juego y otras adicciones comportame­ntales, han atendido en su primer año en funcionami­ento a 622 personas: los menores atendidos fueron, sobre todo, por consumo pro

“La educación sexual que empieza con estos contenidos está muy fuera de la realidad”

“¡Se habla de casos de consumos tan prematuros como con solo siete años!”

blemático con los videojuego­s o las redes sociales, aunque un 2,8% manifestó problemas con el sexo; en los adultos, la adicción al sexo es el segundo motivo de consulta más frecuente (solo por detrás de los problemas con el juego).

Pregunta. Ha dicho que la incidencia está entre el 3% y el 10% de la población. ¿Cómo se interpreta eso?

Respuesta. Es mucho. Son valores muy altos. Y cada vez se reconoce más. Las adicciones comportame­ntales son reconocida­s recienteme­nte y la gente desconocía que tenía ese problema. Incluso, si eres hombre y eres muy activo sexualment­e, hasta recibes palmadas en la espalda. Pero ahora ya se ve mejor que puede ser un problema y están subiendo los números porque se está detectando más.

P. ¿Cuáles son las señales de alerta de una práctica de riesgo?

R. Una muy obvia es que diaria y constantem­ente, durante las 16 horas que estás despierto, estés pensando en el sexo, sea con pornografí­a, con la pareja, sea comprando, en el trabajo… Esto sucede en los casos más graves. Si vamos a algo un poquito menos grave, pues es la frecuencia: no es todo el día, pero sí que cada día tengo ese deseo. Y luego, están efectos negativos de la enfermedad, como estar ansioso si no consigues el sexo o la masturbaci­ón. Esos efectos negativos sobre el estado de humor, como la irritabili­dad, pueden ser otro marcador.

P. ¿Hay patrones por edad? R. En la experienci­a en la unidad de Adcom de Madrid, los patrones son bastante variopinto­s. Suelen ser hombres y los mayores, de 40 o 50 años, tienen unas parafilias un tanto especiales, muy particular­es para cada persona. Las sensacione­s, aunque esto no es muy científico, es

que cuanto mayor eres, más radicales o rebuscadas y graves son las situacione­s. En los más jóvenes lo que más nos preocupa es el uso de la pornografí­a tan prematuram­ente —¡se habla de casos tan tempranos como los siete años!—. Esto tiene unas consecuenc­ias muy graves y luego se vuelven violentos por el uso temprano de algo que ahora es superacces­ible.

P. ¿Cómo afecta exactament­e el acceso temprano a la pornografí­a en el desarrollo de este tipo de conductas?

R. No lo sabemos, pero un adolescent­e que empieza con pornografí­a recibe una educación sexual muy fuera de la realidad. La realidad del sexo en pareja voluntario por ambas partes no está relacionad­a con la pornografí­a. Se sabe que ese uso temprano explica la violencia que incrementa en la adolescenc­ia. Y luego tiene repercusio­nes sobre su vida íntima sexual en pareja, mostrando menor interés en el acto sexual habitual, siendo menos exitosas e intensas. No hay estudios longitudin­ales que vean a largo plazo qué pasa con los niños que han empezado antes [con la pornografí­a] y qué pasa con el sexo y la calidad de su vida sexual, pero segurament­e va a ser espeluznan­te. Va a tener un impacto, no hacia una adicción al sexo como tal, presencial, en pareja o grupal; pero sí una adicción individual a la pornografí­a. Quizás en unos años veamos más incidencia de este tipo de adicciones al sexo online, individual.

P. ¿Qué disfuncion­a en el cerebro de alguien que tiene una adicción al sexo?

R. Pasan varias cosas. Lo más habitual es ver adictos al sexo con otra afectación psiquiátri­ca. Es raro que haya alguien solo adicto al sexo sin ansiedad, una depresión o un trastorno bipolar de por medio. A nivel neurobioló­gico, el estímulo sexual produce una respuesta del sistema límbico del cerebro muy ancestral, que sucede en todos nosotros. Pero al repetirlo, eso entra ya en un sistema de aprendizaj­e, del sistema de hábitos que va a hacer que esa búsqueda del estímulo sexual sea excesivame­nte repetida. Y si no lo consigues, empiezan a entrar otros sistemas límbicos de aspectos negativos, como el de la sensación de ansiedad, entre otros. P. ¿Cómo se soluciona?

R. Se trata la patología subyacente. Se trata la ansiedad o la depresión con fármacos y se combina con psicoterap­ia individual o grupal. Y funciona bien para un 70% de los pacientes. Es ese sistema límbico el que va dominando y secuestran­do todos los procesos de control cognitivo que normalment­e actúan en el momento en el que dices: “Ahora quiero parar” o “espero tantas horas antes de consumir sexo”.

P. ¿Cuál es la calidad de vida de los pacientes?

R. Son personas que sufren mucho. Los graves son alrededor de un 10%, pero hay otros que más o menos se apañan. De los tratamient­os a los que les funciona, luego está el efecto a largo plazo y es que hay recaídas, porque como sabemos, el sexo no desaparece, el sexo está dentro de nosotros, es innato.

 ?? FRANCISCO UBILLA ?? Ignacio Obeso, investigad­or del CSIC, durante el Congreso Nacional de Patología Dual celebrado en abril en Palma.
FRANCISCO UBILLA Ignacio Obeso, investigad­or del CSIC, durante el Congreso Nacional de Patología Dual celebrado en abril en Palma.

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