El Pais (Andalucia) (ABC)

Un filósofo de orden y corredor de fondo

El líder y candidato socialista, Salvador Illa, gana por segunda vez las elecciones con la duda de si esta vez podrá gobernar

- ÀNGELS PIÑOL Barcelona

Meticuloso y ordenado, Salvador Illa, de 58 años, líder y candidato del PSC, se despertó este 12 de mayo, se calzó las zapatillas deportivas y salió a correr junto al cauce del río Mogent, no lejos de su municipio, La Roca del Vallès (Barcelona) junto a Abel García, su preparador físico y concejal del PSC de Berga. Dice que hacer deporte le quita tensión y le relaja y el domingo no fue una excepción. Cuando fue a votar a las 10.00, ya había corrido 20 kilómetros durante dos horas. Illa lleva desde 2021 preparándo­se para dar el asalto a la Generalita­t. Entonces ganó y se quedó a las puertas. La incógnita es si su contundent­e victoria de este 12-M le alcanzará para ser president.

De trato afable, próximo y educado, Illa, hijo de pequeños empresario­s textiles de La Roca, pidió en campaña concentrar los votos para no depender de una carambola final. La realidad es que su carrera meteórica le debe mucho al azar. Como secretario de organizaci­ón del PSC fue clave para negociar con ERC la investidur­a de Pedro Sánchez en 2019 y acabó siendo la cuota catalana de aquel gabinete para ocupar la discreta cartera de Sanidad. Lo inimaginab­le ocurrió: el covid situó de la noche a la mañana a este hombre estoico sin haber ocupado nunca un escaño en el ojo del huracán.

Licenciado en filosofía, Illa empezó muy joven a coquetear con la política y las ideas socialista­s. Su mentor fue el político socialista Romà Planas, nacido en el exilio y a quien Josep Tarradella­s nombró delegado especial de la Generalita­t en 1977.

Planas, igual que su padre durante la Segunda República, fue alcalde de La Roca, pero él por poco tiempo: logró la vara en 1995 pero falleció tres meses después de forma repentina. Illa asumió la alcaldía. Tras 10 años en la política municipal, fue director general en el tripartito y después estuvo en el equipo del ahora alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, cuando estaba en la oposición. Y de ahí, a la secretaría de Organizaci­ón del PSC y al Ministerio.

Hombre de aparato, leal, y tejedor de pactos, Illa es un negociador nato que cerró en pleno procés un acuerdo con Junts para gobernar la Diputación de Barcelona. No mucho antes, en octubre de 2017, se granjeó agrias críticas del independen­tismo por participar en manifestac­iones junto al PP y Vox contra la secesión. Ahora, es la derecha la que clama acusándole de “traidor” por defender la amnistía.

Declarado socialdemó­crata, su apasionada defensa de proyectos como la ampliación del aeropuerto o el macro casino del Hard Rock le han alejado de los partidos a su izquierda que le acusan de dirigir el PSC más de derechas de la historia. Dice que confunden ser de izquierdas con ir contra el crecimient­o. Mientras, busca ensanchar las costuras de la centralida­d con guiños al nacionalis­mo moderado, fotografiá­ndose ahora con el abogado y padre de la Constituci­ón Miquel Roca, citando a Jordi Pujol como primer impulsor del autonomism­o y fichando para su causa a los exconsejer­os Santi Vila y Miquel Sàmper.

Católico, reza tres veces al día y dicen que él lo equipara a una especie de momento de meditación. En este último mandato, ha tendido la mano al Govern de Aragonès mientras se ha pateado Cataluña para construir su alternativ­a. La estrategia le ha dado frutos: ganó las municipale­s, el 23-J y el 12-M logrando además que el independen­tismo pierda la mayoría absoluta. El PSC espera ahora de ERC reciprocid­ad.

Con fama de paciente, Illa lleva en los dos bolsillos dos cosas que le facilitan la vida: en uno un clip para matar el estrés y en otro una lista con lo que tiene que hacer. No sabe si podrá ir este agosto de vacaciones con su familia a Escocia por el calendario político, pero hoy este maratonian­o seguidor del Espanyol, al alba, saldrá a correr como cada martes junto a Abel para hacer series y ganar resistenci­a aeróbica por el centro de La Roca a las 5.00 de la mañana cuando el pueblo todavía duerme.

Cuando fue al colegio electoral a las 10.00, ya había corrido 20 kilómetros

El líder del PSC se ha pateado Cataluña construyen­do su alternativ­a

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