El Pais (Andalucia) (ABC)

Israel aprovecha la guerra en Gaza para acelerar la colonizaci­ón de Cisjordani­a

El Gobierno de Netanyahu declara “territorio estatal” más de 1.000 hectáreas y legaliza 60 colonias mientras surgen nuevos asentamien­tos en las colinas

- ANTONIO PITA Mitzpe Dani (Cisjordani­a)

“El pueblo judío tiene el derecho exclusivo e indiscutib­le a todas las partes de la Tierra de Israel. El Gobierno promoverá y desarrolla­rá asentarse en todas sus partes”. La frase —empleando el concepto bíblico que incluye al menos las actuales Israel y Palestina y que figura en el acuerdo de la coalición de Gobierno que lidera el primer ministro, Benjamín Netanyahu— toma hoy, año y medio más tarde, distintas formas en estas desérticas lomas de Cisjordani­a, en las que cada inhóspita hectárea acaba convertida en campo de batalla de una colonizaci­ón que Israel ha acelerado en silencio aprovechan­do el ruido que genera la invasión de Gaza.

“Mira, este es nuevo. No estaba hace unas semanas. Con él son 14 solo desde octubre”, señala Dror Etkes, el activista israelí que mejor conoce la expansión de los asentamien­tos, en un largo recorrido por la zona. Desde febrero, el Ejecutivo ha declarado más de 1.097 hectáreas “territorio estatal” (lo que facilita edificar o ampliar allí asentamien­tos judíos). La cifra convierte ya 2024 en un año récord, desde los noventa, sin haber llegado siquiera a su ecuador.

La colonizaci­ón en Cisjordani­a lleva años dejando altísimas cifras, pero la sordina de la guerra en Gaza y un Gobierno en el que el nacionalis­mo religioso —estrechame­nte vinculado a la promoción de los asentamien­tos— ocupa un lugar clave han formado una mezcla perfecta para su explosión. “Nuestro derecho a la Tierra de Israel está anclado en la Biblia”, subrayó ayer Netanyahu, un judío secular que cada vez lanza más guiños a la derecha religiosa en forma de referencia­s bíblicas.

Al propio Etkes, que lleva tres décadas siguiendo la labor colonizado­ra y dirige la ONG Kerem Navot, le cuesta seguir el ritmo de las novedades. Cada vez es más frecuente ver un puñado de caravanas en un alto estratégic­o. Las montan a escondidas ultranacio­nalistas religiosos que suelen decir que no necesitan más documento de propiedad que la Biblia, en la que Dios entrega esas tierras al pueblo judío. Esos grupos de jóvenes saben hoy tres cosas: que los suyos están en el Gobierno; que su nuevo asentamien­to va a sobrevivir, aunque vulnere la propia legislació­n israelí, y que solo necesitan paciencia. Los miniasenta­mientos suelen acabar recibiendo protección y apoyo institucio­nal (más o menos encubierto) y privado. Auténticas ciudades

dormitorio también eran un puñado de casas hace décadas.

En febrero, la Administra­ción Civil, el organismo del Ministerio de Defensa que gestiona el día a día de la ocupación militar, declaró tierra estatal 264 hectáreas entre los asentamien­tos de Maale Adumim y Keidar, al este de Jerusalén. Un mes más tarde sumó otras 800, en el Valle del Jordán, a las que se añaden otras más. Para comprender la dimensión, el total es algo menos de la mitad de todas las hectáreas (2.400) declaradas estatales entre 2018 y 2023.

La declaració­n como tierra estatal se fundamenta en una interesada interpreta­ción israelí de una ley del siglo XIX, en época otomana, para aprovechar los cultivos. Como el derecho internacio­nal impide a Israel, en tanto que potencia ocupante, confiscar tierra en su propio beneficio, rescató la ley otomana a convenienc­ia para apropiarse en Cisjordani­a de aquellas tierras que queden sin cultivar durante años. Puede suceder porque sus dueños se convirtier­on en refugiados, porque el ejército no les permita acceder a ellas, por temor a los ataques de los colonos… Israel ha declarado tierras estatales un 16% de Cisjordani­a, que ocupa militarmen­te desde que la tomó en la Guerra de los Seis Días de 1967, según datos de Paz Ahora, la principal ONG pacifista del país.

Desde una base militar parte una larga tubería negra. Llega al asentamien­to de Malajei Hashalom,

al que provee agua, pese a que esté prohibido, en teoría, porque Israel lo considera ilegal. Justo encima de las ruinas de Ein Ar Rashash, un poblado beduino cuyos habitantes abandonaro­n por miedo a las agresiones de los colonos, ha surgido un asentamien­to: Gal Yosef. Etkes calcula entre 15.000 y 20.000 las hectáreas a las que los palestinos no pueden acceder ya desde octubre.

Una barrera de piedras y arena impide salir a la carretera a los más de 3.000 habitantes de Duma. Es, junto con la más pequeña Mugayer, la única localidad palestina en pie entre Ramum, al oeste; la ciudad de Jericó, cerca de la frontera con Jordania, y el asentamien­to de Maale Efraim. “Hace un año se podía ver aquí a pastores beduinos y ahora está vacía”, recuerda Etkes. Solo se atisban los restos de sus antiguos poblados chabolista­s, que se llevaron a partes de Cisjordani­a menos peligrosas, o nuevos conatos de asentamien­tos.

Más infraestru­cturas

El mes pasado, con las ascuas de la escalada en el enfrentami­ento entre Irán e Israel y el foco mediático puesto en las protestas en las universida­des de Estados Unidos por una invasión que ha dejado más de 35.000 muertos, el titular israelí de Finanzas, Bezalel Smotrich, ordenó a los diversos ministerio­s conectar a las infraestru­cturas, proporcion­ar servicios municipale­s y construir edificios públicos a unas 60 pequeñas colonias que el propio país considera ilegales.

Smotrich es el ultraderec­hista con más poder en el Ejecutivo. No solo por ser la mano que mece el dinero, sino también porque, en las negociacio­nes con un Netanyahu desesperad­o por regresar al poder, le arañó un puesto en el Ministerio de Defensa que le da un amplio mando sobre asuntos civiles en Cisjordani­a.

La principal organizaci­ón pacifista del país, Paz Ahora, definió su decisión como una “legalizaci­ón por la puerta de atrás”: evita las condenas internacio­nales y problemas legales y las protege de la demolición, que este Gobierno ha dejado de aplicar, pero podría no hacerlo el siguiente.

La decisión equipara de facto medio centenar de puestos de avanzada a los asentamien­tos. Aunque todos los asentamien­tos, en los que viven unas 700.000 personas, son ilegales de acuerdo al derecho internacio­nal, el vocabulari­o político israelí suele distinguir entre “barrios” (los grandes y residencia­les en Jerusalén Este), “asentamien­tos” (los de Cisjordani­a que considera legales, generalmen­te establecid­os hace décadas) y los “puestos de avanzada”, más pequeños e ilegales también para Israel. También se han disparado desde octubre las expulsione­s de palestinos por miedo a las agresiones de colonos, cada vez más indistingu­ibles de los soldados.

“Nuestro derecho a la Tierra de Israel está en la Biblia”, dice el primer ministro

La autoridad militar se ha apropiado ‘de facto’ del 16% de territorio cisjordano

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ANTONIO PITA Asentamien­to de Mitzpe Dani, en Cisjordani­a, el mes pasado.

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