Israel aprovecha la guerra en Gaza para acelerar la colonización de Cisjordania
El Gobierno de Netanyahu declara “territorio estatal” más de 1.000 hectáreas y legaliza 60 colonias mientras surgen nuevos asentamientos en las colinas
“El pueblo judío tiene el derecho exclusivo e indiscutible a todas las partes de la Tierra de Israel. El Gobierno promoverá y desarrollará asentarse en todas sus partes”. La frase —empleando el concepto bíblico que incluye al menos las actuales Israel y Palestina y que figura en el acuerdo de la coalición de Gobierno que lidera el primer ministro, Benjamín Netanyahu— toma hoy, año y medio más tarde, distintas formas en estas desérticas lomas de Cisjordania, en las que cada inhóspita hectárea acaba convertida en campo de batalla de una colonización que Israel ha acelerado en silencio aprovechando el ruido que genera la invasión de Gaza.
“Mira, este es nuevo. No estaba hace unas semanas. Con él son 14 solo desde octubre”, señala Dror Etkes, el activista israelí que mejor conoce la expansión de los asentamientos, en un largo recorrido por la zona. Desde febrero, el Ejecutivo ha declarado más de 1.097 hectáreas “territorio estatal” (lo que facilita edificar o ampliar allí asentamientos judíos). La cifra convierte ya 2024 en un año récord, desde los noventa, sin haber llegado siquiera a su ecuador.
La colonización en Cisjordania lleva años dejando altísimas cifras, pero la sordina de la guerra en Gaza y un Gobierno en el que el nacionalismo religioso —estrechamente vinculado a la promoción de los asentamientos— ocupa un lugar clave han formado una mezcla perfecta para su explosión. “Nuestro derecho a la Tierra de Israel está anclado en la Biblia”, subrayó ayer Netanyahu, un judío secular que cada vez lanza más guiños a la derecha religiosa en forma de referencias bíblicas.
Al propio Etkes, que lleva tres décadas siguiendo la labor colonizadora y dirige la ONG Kerem Navot, le cuesta seguir el ritmo de las novedades. Cada vez es más frecuente ver un puñado de caravanas en un alto estratégico. Las montan a escondidas ultranacionalistas religiosos que suelen decir que no necesitan más documento de propiedad que la Biblia, en la que Dios entrega esas tierras al pueblo judío. Esos grupos de jóvenes saben hoy tres cosas: que los suyos están en el Gobierno; que su nuevo asentamiento va a sobrevivir, aunque vulnere la propia legislación israelí, y que solo necesitan paciencia. Los miniasentamientos suelen acabar recibiendo protección y apoyo institucional (más o menos encubierto) y privado. Auténticas ciudades
dormitorio también eran un puñado de casas hace décadas.
En febrero, la Administración Civil, el organismo del Ministerio de Defensa que gestiona el día a día de la ocupación militar, declaró tierra estatal 264 hectáreas entre los asentamientos de Maale Adumim y Keidar, al este de Jerusalén. Un mes más tarde sumó otras 800, en el Valle del Jordán, a las que se añaden otras más. Para comprender la dimensión, el total es algo menos de la mitad de todas las hectáreas (2.400) declaradas estatales entre 2018 y 2023.
La declaración como tierra estatal se fundamenta en una interesada interpretación israelí de una ley del siglo XIX, en época otomana, para aprovechar los cultivos. Como el derecho internacional impide a Israel, en tanto que potencia ocupante, confiscar tierra en su propio beneficio, rescató la ley otomana a conveniencia para apropiarse en Cisjordania de aquellas tierras que queden sin cultivar durante años. Puede suceder porque sus dueños se convirtieron en refugiados, porque el ejército no les permita acceder a ellas, por temor a los ataques de los colonos… Israel ha declarado tierras estatales un 16% de Cisjordania, que ocupa militarmente desde que la tomó en la Guerra de los Seis Días de 1967, según datos de Paz Ahora, la principal ONG pacifista del país.
Desde una base militar parte una larga tubería negra. Llega al asentamiento de Malajei Hashalom,
al que provee agua, pese a que esté prohibido, en teoría, porque Israel lo considera ilegal. Justo encima de las ruinas de Ein Ar Rashash, un poblado beduino cuyos habitantes abandonaron por miedo a las agresiones de los colonos, ha surgido un asentamiento: Gal Yosef. Etkes calcula entre 15.000 y 20.000 las hectáreas a las que los palestinos no pueden acceder ya desde octubre.
Una barrera de piedras y arena impide salir a la carretera a los más de 3.000 habitantes de Duma. Es, junto con la más pequeña Mugayer, la única localidad palestina en pie entre Ramum, al oeste; la ciudad de Jericó, cerca de la frontera con Jordania, y el asentamiento de Maale Efraim. “Hace un año se podía ver aquí a pastores beduinos y ahora está vacía”, recuerda Etkes. Solo se atisban los restos de sus antiguos poblados chabolistas, que se llevaron a partes de Cisjordania menos peligrosas, o nuevos conatos de asentamientos.
Más infraestructuras
El mes pasado, con las ascuas de la escalada en el enfrentamiento entre Irán e Israel y el foco mediático puesto en las protestas en las universidades de Estados Unidos por una invasión que ha dejado más de 35.000 muertos, el titular israelí de Finanzas, Bezalel Smotrich, ordenó a los diversos ministerios conectar a las infraestructuras, proporcionar servicios municipales y construir edificios públicos a unas 60 pequeñas colonias que el propio país considera ilegales.
Smotrich es el ultraderechista con más poder en el Ejecutivo. No solo por ser la mano que mece el dinero, sino también porque, en las negociaciones con un Netanyahu desesperado por regresar al poder, le arañó un puesto en el Ministerio de Defensa que le da un amplio mando sobre asuntos civiles en Cisjordania.
La principal organización pacifista del país, Paz Ahora, definió su decisión como una “legalización por la puerta de atrás”: evita las condenas internacionales y problemas legales y las protege de la demolición, que este Gobierno ha dejado de aplicar, pero podría no hacerlo el siguiente.
La decisión equipara de facto medio centenar de puestos de avanzada a los asentamientos. Aunque todos los asentamientos, en los que viven unas 700.000 personas, son ilegales de acuerdo al derecho internacional, el vocabulario político israelí suele distinguir entre “barrios” (los grandes y residenciales en Jerusalén Este), “asentamientos” (los de Cisjordania que considera legales, generalmente establecidos hace décadas) y los “puestos de avanzada”, más pequeños e ilegales también para Israel. También se han disparado desde octubre las expulsiones de palestinos por miedo a las agresiones de colonos, cada vez más indistinguibles de los soldados.
“Nuestro derecho a la Tierra de Israel está en la Biblia”, dice el primer ministro
La autoridad militar se ha apropiado ‘de facto’ del 16% de territorio cisjordano