40 años de un carbonero que fue todo un regalo
Armendáriz presenta la restauración de ‘Tasio’, su ópera prima, aún vigente por su mensaje ecológico y humano
Tasio ha vuelto a la carbonera, a su búsqueda de la felicidad en la naturaleza en un mundo que se marchita por la emigración a las ciudades, con su canto de sirena que engatusa a los habitantes de la sierra de Lokiz. El auténtico Tasio, Anastasio Ochoa, el hombre que inspiró a Montxo Armendáriz (Olleta, Navarra, 75 años) su salto al largometraje, falleció en 1989. Pero Tasio, la película, ha revivido con todos sus colores en una restauración dirigida por la Filmoteca Vasca que se ha estrenado en Cannes Classics en conmemoración del 40º aniversario de su lanzamiento. Y de repente se ha convertido en un grito actual en pos del ecologismo y del respeto a los congéneres, y en un viaje mucho más emocional que técnico para Armendáriz. “Verla otra vez me ha hecho recordar cómo fue el día de su estreno y a los compañeros que ya no están”, confiesa en Cannes.
Armendáriz luchó en aquel rodaje por la autenticidad de lo mostrado, buscó entre 5.000 niños de Pamplona y la comarca de Tierra Estella los actores que encarnaran a Tasio de crío y de joven, y el equipo de producción removió Navarra para encontrar aperos de labranza y utensilios acordes con la época. Porque el largometraje se filmó en escenarios naturales y se recrearon las colinas de carbón de las que vive su protagonista. “Fue un rodaje intenso, de los primeros que se realizaron en España con sonido directo y a la contra de lo habitual en aquel momento. Y a la vez, placentero. En realidad, mucho se lo debo a Elías Querejeta [productor del filme]. Estuve un año moviendo el guion y alguien me dijo que lo mismo Elías estaba tan loco como yo, porque todo el mundo lo consideraba irrealizable”.
Era una apuesta arriesgada, ya que Tasio no solo requería de una producción en el monte, sino que, además, su guion no avanza por los caminos narrativos trillados: “No tiene un guion clásico. La película está soportada por la atmósfera. Sí quise dividirlo en tres fases: la infancia, donde hay una transmisión de valores de padres a hijos, y el niño aprende la honradez, a amar la naturaleza y a entender que ella te da la vida; la adolescencia, donde entran en el amor, la amistad y el trabajo, y la edad adulta, cuando Tasio desarrolla todo lo adquirido y aparecen las nuevas vidas, los nacimientos, y la muerte. Solo un productor como Elías Querejeta podía hacer esas locuras. Hoy sé por experiencia que es casi imposible”, agrega Armendáriz.
En el 25º aniversario del estreno, Tasio ya tuvo una cuidada edición en DVD, en un volumen que adjuntaba las fotos fijas de José Luis López Linares, el guion, el story board y un montón más de documentación, como recibos de hoteles y comidas o recuerdos personales. Ahora, la novedad está en su corazón: la Filmoteca Vasca ha dirigido la restauración realizada en los prestigiosos laboratorios de la Cineteca de Bolonia (Italia), y a su proyección en Cannes le seguirán el reestreno en salas comerciales en Francia y un largo viaje por festivales, como el de San Sebastián.
¿Y las salas de España? “Ya veremos. El dueño de los derechos es Mercury Films, de Enrique Cerezo. Nosotros la hemos restaurado”, explica Joxean Fernández, director de la Filmoteca Vasca, que recuerda “el día que Montxo vio en Bolonia las imágenes en su plenitud, y su sorpresa feliz”.
Rodaje complicado
En aquel volumen del 25º aniversario, Querejeta escribía, entre otros recuerdos, que empezaron a hablar sobre el guion en la primavera de 1983 y siguieron con las charlas hasta diciembre; que el rodaje empezó el 9 de abril de 1984, y que como productor le llenó de orgullo que “visitara el rodaje un carbonero de la zona que tardó en darse cuenta de que aquello que estaba viendo no era una carbonera auténtica”. Tanto el productor entonces, como ahora Armendáriz en Cannes, hablan de un rodaje complicado por la meteorología y la inmersión y reconstrucción de la naturaleza. “Yo quería que cada fase encajara con una estación del año, y no fue fácil”, rememora el cineasta en la costa francesa.
Ahora bien, ¿resiste Tasio el paso del tiempo? “El tiempo es el mejor crítico. Él decide si un filme, en general una obra, perdura o no”, responde Armendáriz. “Y no se salva nadie. Creo que las premisas con las que realicé Tasio la mantienen vigente: su gran amor a la naturaleza, con la que se integraba, y su gran respeto por
los demás, aunque pensaran diferente, como su hermano. Aquellos años, los del inicio de la democracia en España, nos empujaban a pensar que el progreso iba a beneficiarnos en general. Y ahora pienso que nos ha destrozado a todos. Tasio ha adquirido un valor añadido por su defensa ecológica del medioambiente y de la no violencia,
que se realza en estos tiempos de auténtico desastre tanto climatológico como sociológico”.
Armendáriz defiende el avance tecnológico cuando beneficia las relaciones y la condición humana. “El gran desvío de las tres últimas décadas es que ese progreso se ha utilizado para lo contrario, manejado por el neoliberalismo. Y no, el dinero no lo es todo. Lo vemos en la actualidad, en las ganancias millonarias de grandes empresas y entidades bancarias, mientras que mucha gente no llega ni a fin de mes con dos trabajos. En este desequilibrio hay muchos héroes anónimos que pelean por unos valores que en el fondo eran los de Tasio”. ¿Habrá más películas de Armendáriz? “Ahora mismo hago cosas que me gustan mucho y, por suerte, vivo holgadamente. Nunca sabes cómo van los proyectos. Secretos del corazón estuvo ocho años en un cajón. Lo que sí es cierto es que la tendencia del audiovisual español, lo que vende, no es lo que yo presento a las productoras. Y en el mundo, igual. El cine ha cambiado mucho. No hay grandes películas, sino un encadenamiento de imágenes impactantes, apabullantes, filmes cada vez más egocéntricos y narcisistas, con su montaje del director que reflejan, es verdad, nuestra sociedad”.
El cineasta no ha tocado nada de Tasio. “Fue producto de su tiempo, de una inocencia, la que teníamos por nuestra edad y por el momento. Esa frescura se pierde también en la vida”, aduce. A su pesar, y entre risas, reconoce lo que sella Cannes: Montxo Armendáriz ya es un clásico.