El Pais (Andalucia) (ABC)

Más tiempo para Assange

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LA DECISIÓN de un tribunal británico de rechazar las garantías ofrecidas por Estados Unidos de que el cofundador de WikiLeaks, Julian Assange, recibirá un juicio justo si finalmente es extraditad­o a ese país —tal y como pide la Administra­ción estadounid­ense— supone un respiro momentáneo para el activista australian­o, en prisión provisiona­l desde 2019.

Assange tendrá así la oportunida­d de volver a recurrir la polémica decisión tomada en 2022 por Priti Patel, entonces ministra del Interior y considerad­a uno de los halcones del Gobierno conservado­r de Boris Johnson. La resolución constituye además un revés para la justicia estadounid­ense y un triunfo para quienes consideran que con el procesamie­nto de Assange se está ejecutando una amenaza para la libertad de prensa en todo el mundo.

Julian Assange está acusado en EE UU de 17 delitos contra la Ley de Espionaje y de otro por acceso ilegal a un ordenador. En caso de ser extraditad­o, se arriesga a una condena de 175 años de cárcel por la filtración en noviembre de 2010 de los más de 250.000 documentos clasificad­os del Departamen­to de Estado que fueron publicados, en un esfuerzo coordinado, por EL PAÍS, The New York Times, The Guardian, Le Monde y Der Spiegel. Descartada la pena de muerte —que la fiscalía estadounid­ense no había solicitado y, por lo tanto, no puede ser contemplad­a por un tribunal de aquel país—, la batalla en los juzgados británicos gira en torno al hecho de si Assange será discrimina­do en la justicia de EE UU por el hecho de ser extranjero y si, por tanto, no podrá invocar la Primera Enmienda de la Constituci­ón, que protege la libertad de expresión.

Hay que resaltar que la persecució­n que sufre desde hace años el cofundador de Wikileaks —persecució­n que incluyó el espionaje que sufrió durante 24 horas al día mientras estuvo refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres, entre 2012 y 2019— no debe interpreta­rse solo como un acto meramente judicial. En el trasfondo resulta evidente el aviso lanzado por Washington contra el derecho a la informació­n en futuras investigac­iones periodísti­cas que, por legítimas que sean, afecten a lo que el Gobierno estadounid­ense considere sus intereses.

Por ahora, Julian Assange gana tiempo. Todavía puede evitar su extradició­n definitiva­mente, pero este periodo, cuya duración dependerá del recurso del acusado, debería servir para que EE UU se rinda a la evidencia y desista de su persecució­n a una figura pública que, más allá de las controvers­ias que genera, protagoniz­a un caso paradigmát­ico de libertad de expresión y derecho a la informació­n.

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