“La España del franquismo no ha desaparecido”
El marqués, la miniserie que estrena hoy Telecinco, se ha inspirado (que no basado) en un crimen real ocurrido en una España no muy lejana. La hemeroteca sirve a sus creadores para ficcionar un país en transición y lleno de tensiones sociales, al fin de la dictadura franquista. La trama recupera el asesinato múltiple en la finca Los Galindos (Sevilla), en donde aparecieron los cadáveres de cinco trabajadores.
El caso nunca quedó resuelto: se cerró apuntando a uno de los muertos como culpable, sospechando que se habría suicidado después de asesinar al resto. Posteriores autopsias revelaron lo débil de esa versión, pero el caso prescribió en 1995. El marqués, producida por Unicorn Content, construye un relato que sí va a dar una resolución al crimen. Víctor Clavijo (Algeciras, Cádiz, 50 años) interpreta a Rafael Pertierra de Medina, marqués de Bahía y Sobrarbe, el aristócrata al que hace referencia el título. Y su gran villano.
Pregunta. ¿Es cansado interpretar a un alguien con tan pocos escrúpulos?
Respuesta. Pues en realidad no es tan agotador como otros personajes. Los que sufren te exigen mucho más desde el punto de vista emocional. El marqués es un tipo que cree controlar la situación, que no tiene muchos remordimientos de conciencia, y eso permite al actor afrontar las escenas de otra forma. El buenísimo no es interesante en la ficción.
P. No es uno de esos antagonistas que resultan divertidos.
R. Esa es la parte más complicada, conseguir que el espectador pueda entender sus motivaciones y empatizar. Poco a poco se irán desvelando sus matices, su falta de autoestima y su necesidad de reafirmación.
P. Quizás lo más inquietante de este marqués es la sensación de impunidad que le rodea.
R. Eso está determinado por su clase social. Ha sido así en algunos lugares de España. Y sigue siéndolo. Sobre todo en Andalucía. El señorito andaluz de hoy no va a caballo, pero sí en Mercedes. La España privilegiada del franquismo no ha desaparecido, se ha transformado.
P. Paco Tous, actor secundario en esta serie, celebraba hace poco que esta vez no tiene que disimular el acento andaluz en una ficción española.
R. A muchos compañeros míos les dijeron en su día: o te quitas el acento o aquí no vas a poder trabajar. Yo nunca he tenido ese problema, porque siempre asocié el trabajo actoral con el acento neutro. Desde que empecé a hacer teatro, castellanizaba sin que nadie me lo pidiera. Es cierto que muchos de los personajes que he hecho en los que el origen no era determinante podrían haber sido andaluces. Ahora, en Andalucía se hace un cine muy interesante que ayuda a mostrar personajes con acento andaluz alejados del cliché del gracioso y el sirviente.
P. Comenzó con una ficción de la que rodó casi 500 capítulos, Al salir de clase. Ahora está de moda el formato miniserie.
R. Es un formato ideal para contar relatos como este, que necesitan algo más de tiempo para desarrollarse del que dispone una película. Y, al no tener que estirarla en varias temporadas, evitas tramas secundarias innecesarias y permite sorprender y descolocar al espectador, que los giros dramáticos no sean tan previsibles.
P. El true crime está dominando tanto la ficción como el documental. ¿Por qué nos enganchan tanto los crímenes?
R. Más allá del morbo, estos actos extremos ayudan a entender la psicología humana. Yo he sido un fanático del género, porque despierta la curiosidad de quienes no nos movemos en ese terreno. En la resolución de El marqués, el conflicto social que se vivía tiene mucho que ver con los crímenes que aparecen.
P. Usted se ha hecho viral por significarse políticamente.
R. Uno tiene el derecho de posicionarse cuando considere necesario, pero tampoco debería convertirse en presa de la opinión constante. Las redes me han dado trabajo, pero no quiero convertirme en un actor pancarta.