El Pais (Andalucia) (ABC)

Facundo Campazzo tiene la fórmula

El base argentino es el factor diferencia­l que ha permitido ajustar el resto de piezas

- J. M. Berlín

El Madrid aterrizó en la pasada Final Four muy castigado física y mentalment­e por la durísima serie de cuartos de final contra el Partizán de Belgrado. Los blancos se convirtier­on ante el grupo de Zeljko Obradovic en el primer equipo en la historia de la Euroliga que remontaba un 0-2 en una eliminator­ia. La gesta dejó cicatrices en cuerpo y alma, además de una hilera de sanciones. Pero cuando las quinielas apuntaban a otro lado, surgió un equipo rebelde para doblegar al Barça en semifinale­s (66-78) con 20 puntos de Tavares la noche en que se hundió Mirotic, y después para vencer al Olympiacos (78-79) con la canasta terminal de Llull.

Un año después, ni este Madrid de Berlín es el mismo que el de Kaunas ni tampoco lo es el Olympiacos. Los griegos han visto fugarse a Sloukas al gran rival doméstico, el Panathinai­kos, y a Vezenkov (29 puntos en el partido por el título hace un curso) hacer las maletas para probar la aventura de la NBA en los Sacramento Kings. En los madridista­s se despidiero­n Williams-Goss, Hanga y Randolph. Y llegó el factor diferencia­l, según Chus Mateo: Facundo Campazzo.

El base argentino ha vuelto a los 33 años al Madrid como si nunca se hubiera ido. Atrás ha quedado la probatura en la Liga estadounid­ense, después de pagar la cláusula de salida más alta en el baloncesto europeo, unos seis millones de euros, y la estación de paso del Estrella Roja. En su regreso a España, el base ha sumado dos títulos, la Supercopa y la Copa, con el galardón de mejor jugador, MVP, en ambos, al igual que en la fase regular de la ACB, con los blancos ya en semifinale­s. En la Euroliga terminó la liguilla como el segundo máximo asistente (6,5 pases por duelo), por detrás de Miller-McIntyre (7,3), del Baskonia. Agregó además a la hoja de servicios 11,7 puntos y 1,3 robos en 25 minutos por noche. En cinco ocasiones ha repartido 10 o más asistencia­s, con el tope de 13 frente al Alba de Berlín. Y ha entregado esta campaña sus mejores registros europeos en cuanto a puntos, rebotes y tiros en un encuentro en toda su trayectori­a.

A lomos de Campazzo, el Madrid dominó con puño de hierro la fase regular por delante de Panathinai­kos, Mónaco y Barcelona (Olympiacos fue el quinto clasificad­o). También mejoró la versión campeona del año pasado en cuanto a puntos por choque (88,2 por 85,4) y asistencia­s (20,4 por 19,1). Habitualme­nte reacio a enfocar el protagonis­mo en un jugador, Chus Mateo no ha podido regatear la evidencia del paso al frente que ha dado su plantilla de la mano del base cordobés de 1,81m.

“Facu nos ha dado un plus de ferocidad, de hambre, que ya teníamos, pero él ha incrementa­do nuestras ganas de ganar. Nos ha ayudado a entender mejor los roles que el año pasado nos hicieron dudar para que todos estuvieran a gusto con su papel. Con Facu hemos encontrado la fórmula”, razona el preparador madridista. Campazzo ha encajado las piezas de un puzle que la campaña anterior componían Williams-Goss y Sergio Rodríguez en el puesto de base con las incursione­s de Llull en la dirección. Este curso los papeles están mucho más definidos y el volante lo ha asumido un director de juego con muchos galones.

Campazzo manda, dirige, defiende y conecta con el gigante Tavares. Es la versión más madura y completa del argentino en sus diversas etapas en la casa blanca (2014-15, 17-20 y 23-24), reforzado además por el aprendizaj­e de 138 partidos en la NBA entre Denver y Dallas. “Físicament­e y de cabeza me siento muy bien, con mucha confianza. Se lo debo a los compañeros y al entrenador, que me deja jugar a mi manera”, razona el timonel blanco. Sobre su juego, apunta: “Intento tomar la mejor decisión en la pista, jugar para quien está encendido, tener buena defensa, contagiar la energía y el corazón. Cuando llegué quise leer qué necesitaba el equipo de mí, desde la posición de base: marcar la jugada correcta en el momento correcto y defender. Me gusta ganar confianza desde la defensa, que los bases rivales no se sientan cómodos. No debía cambiar la manera de jugar del equipo

a las puertas de la retirada, Llull, Sergio Rodríguez, Causeur, Hezonja, Poirier y Tavares).

Será un choque de estilos. El Madrid batió el récord de victorias en una fase regular (27) como el equipo más anotador del curso (88,2 puntos) y con más asistencia­s (20,4) y rebotes (36,8) por encuentro. Enfrente, el Olympiacos presentó la mejor defensa del campeonato (75 puntos de media en contra) y luce una batería de hombres interiores (Fall, Milutinov, Petrusev) que mira a los ojos a las torres blancas, huérfanas además del lesionado Deck.

“Los trofeos hablan por sí solos”, afirma Rudy Fernández para reforzar el peso de la historia. Es la novena presencia del Madrid en las últimas 11 ediciones de la Final Four. A los laureles en 2015, el primero alcanzado después de 20 años de sequía, 2018 y ni tampoco fuerzo que me salga una asistencia sí o sí”.

La imagen de esa entrega se vio en el desenlace del segundo partido de cuartos de la Euroliga contra el Baskonia. Con 101-88 en el marcador y la segunda victoria blanca en la serie resuelta a falta de 30 segundos, el Facu se lanzó tres veces seguidas al suelo en la misma jugada para recuperar el balón como si fuera un portero de fútbol. Entre medias también Rudy estiró sus 39 años por la pista. 2023 buscar unir uno nuevo que supondría un doblete consecutiv­o que el club ató en dos ocasiones hace ya una eternidad: en 1964-65 y 1967-68. De paso, en su mano está romper otra maldición: el mejor de la fase regular nunca ha sido campeón bajo el actual sistema.

“La presión nos la ponemos nosotros mismos”, resume Chus Mateo; “cuando cogí al equipo parecía una quimera estar en dos fases finales seguidas”. La primera la ganó colgado de un colosal Tavares y de los ilustres veteranos que aún piden un último baile. En la segunda es el rival a batir. En el pabellón rebautizad­o como Uber Arena, con miles de gargantas griegas y turcas en las gradas, allí donde Rudy levantó al cielo el inolvidabl­e Eurobasket de 2022, tres lobos hambriento­s van a la caza del campeón.

“Si él hace eso, ¿cómo no voy a hacerlo yo?”, se pregunta el Facu, rendido al ejemplo del alero, de Llull y de Sergio Rodríguez, maestros de los que heredará el mando. Frente a un Olympiacos que estruja el reloj de 24 segundos de posesión, el Madrid deberá recurrir a Campazzo para descifrar la fórmula del éxito.

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Á. MARTÍNEZ (GETTY) Campazzo se lanza a por un balón en los cuartos frente al Baskonia.

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