La locura de Segunda devuelve al Real Valladolid a Primera
El Pucela recupera plaza en la élite tras aprovechar el pinchazo del Eibar mientras el Leganés sigue a falta de un punto
Qué locura la Segunda división. El Real Valladolid ha ascendido a Primera tras una penúltima jornada disparatada, donde ha pasado de todo y todo ha favorecido al Pucela pese a coquetear con el drama. Los blanquivioletas han ganado de milagro en casa al colista Villarreal B y han disfrutado de la derrota en Gijón del Eibar. El Leganés aún no logra confirmar el retorno a Primera pero un simple punto en la última cita significará el cambio de categoría. El Eibar, al caer en El Molinón, vuelve a dejar escapar la oportunidad. El Pucela de Ronaldo empalma un descenso, un ascenso, un descenso y ahora otro ascenso con el entrenador, Paulo Pezzolano, criticado por la afición.
El Valladolid encaró el encuentro como siempre: a esperar acontecimientos. Sin sufrir demasiado pero sin mordiente arriba, con un ojo y un auricular en Gijón y cierto interés en Ferrol. Allí golpeó primero el Leganés. Los pepineros eran de Primera hasta que los gallegos igualaron y la cosa se fue al descanso como antes de las 18.30 de este domingo de adrenalina.
Tras el asueto, un arreón pucelano dejó la diana de Raúl Moro. Pezzolano lo tenía donde quería: ellos por delante y la competencia sin acertar. Pero el rival también juega y si algo tienen los filiales es desparpajo. Un barullo trajo la igualada de Lekovic y dejaba el asunto como una hora antes... Hasta que en Gijón cambio el guion. Campuzano hacía un enorme favor a Zorrilla. Si marcaba el equipo local era de Primera. La ecuación parecía simple pero se fue de madre.
Aparición del Var
Tasende adelantaba al Villarreal. Drama en Zorrilla, encomendada a la barbarie. Quedaban 10 minutos. Meseguer cabeceó uno de esos balones que se cuelgan al área porque algo hay que hacer con la pelota, que quema en los pies como el transistor en la grada. Empate. Ronda de radio. El Eibar seguía palmando en Asturias y el Leganés se adelantaba. El pueblo cantaba y cantaba y en este deporte, donde ya está todo inventado, volvió a funcionar aquello de cargar el área y ver qué pasa. Hasta en esta jornada disparatada tuvo que aparecer el VAR. Penalti. ¡Penalti! Celebró Zorrilla. ¿Penalti? Lamentó el Eibar, incapaz en Gijón. Penalti, confirmó Sylla, que cogió el esférico como si no ardiera. El africano se quedaba solo a once metros del portero pero rodeado de 25.000 almas sin nada que gritar, vacías tras tanto frenesí. Un paso. Otro paso. Silencio. El senegalés trota. Valladolid, Eibar y Leganés aguantan la respiración. La bota derecha impacta en el cuero y este pone rumbo al palo natural de un diestro, la izquierda del portero. El arquero se lanza y acierta el lado. Los once metros duran una eternidad mientras el esférico corre rumbo a Primera en este penúltimo baile. El balón besa las mallas y Zorrilla se abraza, goza, celebra, grita, llora.
Gijón ha terminado y poco importa que al Leganés le hayan empatado también de penalti. El Pucela vuelve a Primera y lo hace con otra escena inaudita en una fiesta. El estadio corea “¡Pezzolano dimisión!”, harto del año flojo en el desempeño pero eficaz en el resultado. El uruguayo se lleva las manos al oído y agita los brazos. Al rato, la afición vuelve a centrarse. Adiós, Segunda. Ya quisieran el Leganés, a falta de un punto, y un Eibar que por tercera ocasión consecutiva puede quedarse a las puertas del ascenso directo. En las dos primeras no logró el laurel. Aún queda una promoción de ascenso para dilucidar quién más acompaña al Pucela del cuestionado Ronaldo Nazario en una nueva aventura en la Primera división.
En plena fiesta, la grada pedía el cese del técnico, el uruguayo Pezzolano
El Eibar puede, por tercer año seguido, quedarse al borde del ascenso directo