Teherán recibe el apoyo de Rusia tras el incidente en el golfo de Omán
EE UU e Irán intercambiaron ayer acusaciones sobre la responsabilidad de los ataques a dos petroleros en el golfo de Omán la víspera. Teherán no solo rechazó las alegaciones de Washington, sino que sugirió que son los aliados de este en la región, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, quienes están detrás. La República Islámica recibió el apoyo de China y Rusia, que pidió no sacar “conclusiones precipitadas”, en una clara alusión a las acusaciones estadounidenses.
El presidente iraní, Hasan Rohani, ha acusado a EE UU de “representar una grave amenaza para la estabilidad en la región y en el mundo, al violar todas las normas internacionales”. Rohani, que intervino ayer en una cumbre regional en Kirguistán, recibió el apoyo de sus homólogos chino y ruso, presentes en la reunión y que ven en la crisis una ocasión para sus intereses en Oriente Próximo. Desde Moscú, el Ministerio de Exteriores condenó el ataque a los barcos pero instó a no sacar “conclusiones precipitadas”, una clara referencia a la atribución del incidente a Teherán por parte de la Casa Blanca.
Es “inaceptable” acusar a alguien “hasta la conclusión de una investigación internacional”, subrayaba. Y Putin dijo que el responsable de la desestabilización de la región es Washington por romper el pacto nuclear.
El mensaje ruso era el contrario del que salía de Washington. “Lo ha hecho Irán”, sentenció ayer el presidente Donald Trump, durante una entrevista con la cadena Fox. Como prueba, se refirió al vídeo difundido horas antes por el Departamento de Defensa en el que, según los militares, se ve a miembros de la Guardia Revolucionaria iraní retirando una mina adherida al casco de uno de Hasan Rohani y Vladímir Putin, ayer en Biskhek (Kirguistán).
los buques afectados y que al parecer no llegó a explotar.
Además de negar cualquier relación con el incidente naval, Irán se ha arrogado la seguridad del estrecho de Ormuz. “Estamos a cargo de mantener la seguridad en el Estrecho y rescatamos a las tripulaciones de los petroleros atacados en el menor tiempo posible”,
declaró el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní.
La rapidez con que se desclasificaron las imágenes se ha interpretado como un intento de Washington por convencer a la comunidad internacional de la responsabilidad de Teherán. No ayuda que el propietario de uno de los buques, el Kokuka Courageous, anunciara que su tripulación vio algo “que volaba hacia el barco” antes de la explosión.
Eso es justamente lo que preocupa a sus vecinos de la península Arábiga, en especial a Arabia Saudí y Emiratos Árabes, que perciben a la República Islámica no solo como un rival regional, sino como un Estado con ambiciones imperiales. El recelo se agravó tras la primavera árabe. Teherán mostró sus simpatías hacia los grupos islamistas, cuya adhesión aunque sea formal a la democracia cuestiona a reyes y emires absolutistas. Por eso les inquietó la posibilidad de su reintegración a la comunidad internacional con el acuerdo nuclear de 2015.
La llegada de Trump a la Casa Blanca fue celebrada en Abu Dabi y Riad, que habían apostado por plantar cara a Teherán. Ambos apoyaron la salida de EE UU del acuerdo nuclear el año pasado y han alentado su mano dura hacia Irán. Otros vecinos, incluso entre las propias monarquías árabes como Omán, Kuwait o Qatar, apuestan por dialogar con Irán.
Con tantos focos de conflicto, el sabotaje a los petroleros no constituye uno más. Existe el peligro real de que se convierta en una mecha que conecte todos los incendios de la zona. De hecho, portavoces saudíes y emiratíes han vinculado los incidentes navales con los ataques que los rebeldes Huthi de Yemen están lanzado contra infraestructuras de Arabia Saudí.