Corrida de la Cultura.
Mansos todos en los caballos, desabridos en banderillas y muy sosos en el tercio final; tan manejables como irregulares el tercero, cuarto y quinto, que fueron injustamente ovacionados en el arrastre. Toros noblones, que iban y venían con escasa calidad y que, de vez en cuando, asomaron casta y fijeza, pero poco más.
Se ve que los achaques eran propios de la sangre y no solo de un veterano resabiado.
Y el cartel de toreros lo formaban tres hombres que no pasaban de los 35 años, pero los tres sufrían algo así como la crisis de los 40. La corrida de Fuente Ymbro exigía claridad de ideas, un punto de exigencia, dar un paso más, fe en sí mismos y olvido de los miramientos, las dudas y las prisas. Los tres, además, necesitados de un triunfo en esta feria y ninguno lo alcanzó por defectos propios.
Justificado Morenito ante el vejestorio primero, naufragó ante el cuarto, mitad descastado, mitad noble, que repitió sin mucho argumento, con el que estuvo envuelto en medianías, empeñado en dar pases y guardar la ropa, en lugar de romperse y jugarse el tipo.
Pepe Moral sale de Madrid muy dañado en su espíritu y, quizá, también en su carrera. Brindó sus dos toros al público, evidencia de su buena disposición, pero no fue posible. Poca clase desarrolló el que hizo segundo y el torero dijo sentirse embotado, confuso, con el norte un poco perdido. Quiso echar el resto ante el quinto, pero sus intenciones las traicionó su quehacer. Inició la faena con un pase cambiado por la espalda en el centro del ruedo, apareció el viento, esbozó algún muletazo estimable y la sensación que ofreció es que el sitio, ese que reclaman los toreros para triunfar, no está con él.
La campana salvó a Garrido de que le devolvieran el sexto a los corrales, lo que hubiera sido letal para sus aspiraciones. Manejó con gracia el capote y se lució en una tanda de derechazos al tercero. Eso fue todo. Lo demás, una espesura, una nebulosa, una cabeza poco despejada; muchos pases insulsos al noblote sobrero y un mitin impropio de un matador de toros en la suerte suprema.
En fin, achaques de viejo —el toro— y crisis profesionales de los toreros…
Toros de Victoriano del Río para Sebastián Castella, Paco Ureña y Roca Rey.