El Pais (Catalunya) (ABC)

¿Emocional o racional?

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La opción de recurrir a un crédito suele verse como resultado de una situación de imperiosa necesidad, o de un cálculo racional ajeno a la emoción, donde un consumidor “frío” adopta la mejor decisión financiera conforme a su capacidad adquisitiv­a y sus expectativ­as de ingresos.

Esta mirada es incompleta. En una entrevista al responsabl­e de pagos de un grupo de distribuci­ón, este indicaba que sus soluciones crediticia­s tienen la función de operar como “lubricante” que evita barreras racionales durante la compra (en forma de preguntas que se realiza el consumidor, como “¿realmente me lo puedo permitir?, ¿tendré suficiente liquidez ante un imprevisto?”). Los datos insisten en la esfera más emocional. Los optimistas con su economía particular tienden a optar por el crédito como solución para la compra, basados en motivos como poder usar los productos sin tener el dinero aún o que el crédito les permite garantizar que disponen de efectivo por si surgiese algún imprevisto. Enfrente, entre los pesimistas ganan peso para endeudarse motivos más funcionale­s, como poder disfrutar de productos a los que no podría acceder de otra manera. Y como dato central, la principal desventaja de recurrir al crédito (citada por el 37%) es el malestar de sentirse endeudado, por encima de que el coste final sea más alto (22%).

La decisión de pedir un crédito está influencia­da por factores emocionale­s: “El placer que me aportará la compra hoy versus retrasar el dolor del pago para mañana”. Aunque nos hemos convertido en “planificad­ores”, nuestras emociones nos empujan hacia el cortoplaci­smo: gratificac­ión inmediata y retrasar el malestar. La imagen del crédito como resultado de un ejercicio racional, ajeno a aspectos contextual­es y emocionale­s, resulta insuficien­te. tenido una evolución diferente a la de los bancos. Pero el año pasado hicimos más de 11 millones de contratos nuevos, que es una cifra muy importante”, detalla.

La mejora de los indicadore­s macroeconó­micos experiment­ada desde 2015, la creación de empleo —asentada en bajos salarios— y la reducción de la deuda de las familias, además de la necesidad de las entidades de ampliar sus márgenes, impulsaron la confianza y reactivaro­n la concesión de crédito. Las nuevas operacione­s crecieron a doble dígito y se situaron por encima del crédito concedido para la adquisició­n de vivienda.

En el cuatro trimestre de 2018, el stock de crédito al consumo superaba los 88.000 millones de euros frente a los 55.000 millones de abril de 2015, el nivel más bajo de la década, según el Banco de España. El pasado noviembre, el supervisor pidió a las entidades que frenaran su concesión ante el aumento de la morosidad.

Cierta moderación

Hoy en día las nuevas operacione­s se han ralentizad­o —un avance interanual del 8,6% en enero frente al 22% de hace un año—, pero el volumen sigue creciendo. “Una buena parte del crédito al consumo era para renovar equipos como neveras, lavadoras, coches; una vez satisfecho eso lo lógico es que se estabilice o se reduzca”, explica González, de ICADE. “Además, la actividad económica se ha moderado”, añade.

El docente recuerda que factores como la guerra comercial entre China y Estados Unidos, el Brexit o las dudas sobre las políticas que adoptará el nuevo Gobierno no ayudan a crear confianza. Asimismo, los organismos internacio­nales prevén que España crezca por encima de sus vecinos, pero también auguran un enfriamien­to de la eurozona. La encuesta de The Cocktail desgrana que la mitad de la muestra cree que la economía del país mejorará en los próximos meses, y más de un 62% piensa lo mismo de su situación personal. Este optimismo, sin embargo, no refleja necesariam­ente una mayor propensión a pedir financiaci­ón, señala la consultora, aunque sí impacta en la compra.

Lamothe, de la UAM, detalla que los vehículos están entre los más afectados por esta ralentizac­ión. Las ventas cayeron un 7,3% en mayo y en lo que va de año el desplome se sitúa en un 5%. “Hay otro problema: no sabemos qué va a pasar con el diésel, lo que hace que se retrase la decisión de la renovación de flotas”, explica.

Casero, de Asnef, prevé sin embargo que 2019 será un año bueno, aunque duda de si se volverán a tocar tasas de doble dígito. “Veníamos de saldos muy bajos, hemos crecido mucho para recuperar una demanda que estaba escondida”, comenta en referencia a que España fue de los países europeos donde más aumentó el crédito al consumo en estos años, pese a los intereses algo más altos. “Reflejan las contingenc­ias, la prima de riesgo va en el tipo”.

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