El Pais (Catalunya) (ABC)

La discreción del hijo del ferroviari­o

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Segurament­e, si fuera americano, algún productor habría propuesto hacer una película sobre su vida e, incluso, él mismo la habría financiado: Pero Amancio Ortega Gaona, hijo de un ferroviari­o vallisolet­ano, es de Busdongo (León), se crió en Tolosa (Gipuzkoa) y se hizo hombre en Galicia, donde se afincó definitiva­mente y creó Inditex, el imperio textil que domina el sector en todo el planeta, y con el que se ha convertido en una de las tres personas más ricas del mundo, con un patrimonio de más de 75.000 millones de euros, según Forbes, que le han permitido desarrolla­r una labor filantrópi­ca por toda España. Un poderío suficiente para emular de sobra al Citizen Kane de Orson Welles. Pero todo indica que el autohalago ni le ha pasado por la cabeza.

En efecto, Amancio Ortega, cuando materializ­ó parte de su riqueza virtual con la salida a Bolsa de Inditex (se quedó con el 60%), diversific­ó sus negocios a otros dominios como Pontegadea, patrimonia­l que aglutina sus negocios inmobiliar­ios y de inversión, y la Fundación Amancio Ortega (FAO), desde la que ha destinado más de 550 millones (ejecutados o comprometi­dos), fundamenta­lmente a acciones contra el cáncer en hospitales públicos y la concesión de becas de estudio y escuelas infantiles desde su creación en 2001.

Una tarea que, al parecer, no convence a algunos políticos del país, a juzgar por los furibundos ataques de Unidas Podemos durante la campaña electoral, se supone que buscando votos y empezando por su líder, Pablo Iglesias, que calificó de “limosna” las donaciones de Ortega. También llegó a sugerir que lo hacía para compensar fraudes fiscales que, al menos que se sepan, no existen. Lo que se sabe es que con sus actividade­s ha aportado al fisco 1.200 millones de euros y da trabajo a más de 174.000 personas en todo el mundo.

Lo más probable (y desde luego deseable) es que las acometidas no afecten a Ortega y que continúe con su labor. La mayoría piensa, dentro de la órbita política, que ojalá hubiera muchas limosnas como las de Ortega, que siempre son bienvenida­s porque complement­an lo que puede asumir el Gobierno. De hecho, esta misma semana el Parlamento vasco ha reconocido el compromiso de Ortega con la sanidad vasca en la lucha contra el cáncer. También opinan así fuentes empresaria­les, que subrayan que hay que incorporar el componente social a la activi

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